Cómics y tebeos ya no son un entretenimiento exclusivo para niños. Nunca lo fueron en realidad pero, de un tiempo a esta parte, se han puesto de moda. ¡Ay! La vida moderna… Vivimos en un mundo en el que, para bien o para mal, impera el poder de la imagen. Lo vemos todos los días en la televisión, la publicidad y las redes sociales: las cosas entran por los ojos (nosotras lo sabemos mejor que nadie). Además, si al tipo de vida que llevamos le sumamos este monopolio de la imagen, podemos aventurarnos a decir que nos hemos convertido en una sociedad bastante vaga para las letras. En este contexto el cómic, la novela gráfica, el tebeo o como queráis llamarlo, es un aliado perfecto: podemos hacernos las listas sin necesidad de leernos novelones decimonónicos de cientos de páginas, aunque en realidad una cosa no debería estar reñida con la otra.
Mi amor por este género literario-artistico comenzó hace, más o menos, ocho años con «Píldoras Azules» de Frederick Peeters, una especie de autobiografía intimista y preciosa que no me canso de recomendar. Desde entonces estoy totalmente entregada a la causa. Me gusta tener la estantería llena de historias dibujadas (taaaaan bonitas), me gusta el cómic como objeto, como ocio y como terapia. En esta ocasión me gustaría centrarme en un tema que me hace especial ilusión: las chicas con curvas no somos invisibles en el mundo del cómic.
Si vamos a cualquier librería especializada podemos encontrarnos con temáticas para todos los gustos, pero hoy voy a hablaros de tres obras, para mi imprescindibles, que tienen como protagonistas a chicas normales, con sus inseguridades y sus triunfos personales, con las que me he sentido identificada en algún momento de mi vida.
La primera está considerada una obra de culto, ha sido adaptada al cine y ahora que está tan de moda el rollo noventas nos viene como anillo al dedo: «Ghost World» de Daniel Clowes (¡Oh…Clowes! Cuántos buenos momentos me has hecho pasar…si estás leyendo esto, te mando besis). En realidad es una recopilación de historietas cortas que el autor publicó en la mítica revista «Eigthball» entre 1993 y 1997. Se trata de un cuento moderno en clave de tragicomedia que narra las aventuras y desventuras de dos amigas, Enid y Rebecca, que se enfrentan al duro trance de terminar el instituto (y todos los dramas del primer mundo que esto conlleva, pienso en la post-selectividad y me entran sudores fríos). Dos arquetipos distintos de mujer con ciertos problemas de adaptación (sobre todo Enid, que es muy de odiar, por eso la quiero tanto) en busca de su propia identidad, en un entorno que encuentran vacío y aburrido.La película no fue precisamente un éxito de taquilla, pero se deja ver muy bien. La estética está muy lograda, las actrices protagonistas, unas jovencísimas Thora Birch y Scarlett Johansson (mitos sexuales para muchos y muchas, desde aqui proclamo mi amor incondicional por las dos), están estupendas y los estilismos son maravillosos.
El segundo cómic del que me gustaría hablaros es «Rubia de Verano» de Adrian Tomine (una de las mecas del gafapastismo). Es otra recopilación, esta vez de cuatro historias diferentes, que habla de la soledad del género humano desde una perspectiva curiosa porque, según lo vas leyendo, en lugar de sentir tristeza o incluso vergüenza, de lo que tienes ganas es de poner ojitos todo el rato (probablemnete porque el dibujo es muy, muy bonito). De estos cuatro relatos gráficos el que me pareció más especial (incluso lloré un poquito la primera vez que lo leí) es «Viaje a Hawaii», donde Tomnie nos narra la historia de una muchacha algo acomplejada por su sobrepeso (¡bingo!), que tiene problemas para relacionarse con los demás y que descarga su frustración gastando bromas telefónicas.
Y en último lugar y no por ello menos importante, una obra que sirvió de inspiración para las dos anteriores: «Locas» de Jaime Hernández (de los hermanos Hernández de toda la vida). Locas es una saga, con sus precuelas y sus secuelas (si he de ser sincera únicamente me he leído los tres tomos centrales de este amplísimo mundo), más densa y complicada, pero una vez consigues sumergirte en su narrativa descubres que es una auténtica joyita. El protagonismo es coral y totalmente femenino, aunque son dos, Maggie y Hopey, las que llevan la voz cantante y sirven de hilo conductor para contar la historia. Recuerdo perfectamente el momento en que Locas llegó a mis manos, me lo prestó una amiga que es igual de disfrutona que yo y nos pasamos semanas comentando los detalles del primer volumen, como si fuera un culebrón moderno. Luego llegó el segundo y fue todavía mejor (para mi la cumbre de los tres). Nos sentíamos tan identificadas con las heroínas punk que tan bien retrata Jaime…Son mujeres de verdad, de diferentes tipos, pesos y tamaños, pero todas con una personalidad que engancha desde el primer momento (en plan campaña publicitaria de Dove).
Lo curioso de estos tebeos es que los tres están escritos por hombres, pero son tan finos que no ofenden con ningún topicazo femenino, ni atufan a revanchismo de género. Las protagonistas son mujeres como nosotras, con sus complejos, sus victorias y sus frustraciones, sin necesidad de idealizaciones ni romanticismos: no somos ni princesas, ni locas del coño.