El secreto que mi mejor amiga guardó durante años y cómo cambió nuestra relación

 

Cuando cumplí los cuarenta años, nunca pensé que la vida me tuviese preparada semejante patada en el culo. Después de un divorcio difícil, me encontraba reconstruyendo mi presente rodeada de amigos en los que confiaba plenamente. Ilusa. Uno de esos amigos –“una” para ser precisa”– me ocultaba un secreto digno de protagonizar el guion malo de una novela turca y, a la vez, de desmoronar una de las relaciones más sólidas que creía tener.

Mi mejor amiga, llamémosla “hija de fruta”, había sido mi roca durante los momentos más oscuros de mi matrimonio. Ella y yo habíamos compartido risas, lágrimas y confidencias, haciéndome creer que mi amistad era inquebrantable. Sin embargo, ¡qué equivocada estaba!

 

El ‘MD’ desvelador

Recibí un MD anónimo por Instagram que sacudió mi mundo por completo. El emisor del mensaje me reveló algo que nunca imaginé: la identidad de la amante de mi marido. La “hija de fruta” de mi amiga. Mi confidente más íntima. Os juro que sentí que el suelo se abría bajo mis pies, empujada por los miles de interrogantes que brotaron de esa afirmación: ¿Desde cuándo? ¿Cuánto tiempo? ¿Dónde?; pero, sin duda, el único que me importaba realmente era: ¿por qué? Recordé las veces que había compartido con ella mis sospechas sobre la infidelidad de mi marido, buscando consuelo y apoyo. Nunca imaginé que estaba confiando en la persona equivocada.

La noticia me dejó en estado de shock. Durante días, me debatí entre la incredulidad y la ira. No podía creerlo, no quería hacerlo. Mi amiga, mi mejor amiga, no era capaz de cometer tal traición.

Face to face, my friend

Decidí confrontarla, necesitaba respuestas. No podía alejarme de ella y vivir con la duda. Corría el riesgo de que, de ser inocente, se molestara por realizar semejante acusación; y, por otro lado, de ser culpable, también existía la posibilidad de que me mintiera. En cualquier caso, necesitaba exteriorizarlo, compartirlo y ver su reacción, fuese cual fuese.

“Lo siento”, dijo. Culpable. Culpable confesa. No tuve que presionarla mucho. Apenas dos frases le sirvieron para arrancarse la careta y descubrirse como la amante de mi marido. Yo misma había empujado a mi esposo a meterla en su empresa cuando ella se separó de un cabrón maltratador que la dejó en la calle con tres niños pequeños. “Lo siento”, repitió. Más sentí yo haberla ayudado en el pasado.

Escupí el “¿por qué?” que tanto anhelada conocer, pero lo único que obtuve fue una justificación débil basada en la salud de mi matrimonio. También recurrió a argumentos de soledad y vulnerabilidad derivadas de su separación.

Nuestra amistad se acabó. Pese a sus intentos de reconciliación, la sombra de su traición se interponía entre nosotras impidiéndome volver a confiar en ella y, por ende, recuperar la amistad.

El tiempo lo cura todo

Pasaron meses y descubrí, una vez más, que el tiempo tiene el poder de sanación. Traté de sanar mis heridas y fue cuando me di cuenta de que aferrarme a la ira y al resentimiento que sentía por mi amiga y mi ex solo me estaba lastimando a mí misma. Y decidí perdonarla, al menos a ella. Ella no estaba casada. Era una mujer soltera, madre de tres, con una autoestima en negativo y deseosa de sentirse querida. No digo que no tenga cierta responsabilidad, pero aquí el que actuó con frialdad, conocedor de su situación y de su rol en mi vida, era mi marido. Y, sí, decidí perdonarla, no por ella, sino por mí misma, para poder seguir adelante con mi vida.

A día de hoy, volvemos a ser amigas, a organizar viajes en lo alto de una terraza en Madrid con un cóctel en la mano, a ir a los estrenos de cine, al teatro e incluso, aunque con más cautela, a compartir anécdotas de experiencias en ‘Meetic’. Aprendí a ser más prudente, no dando por sentadas relaciones que considerada seguras, pero también aprendí a abrazar el perdón sincero.

No somos inseparables como antes. Quizá necesito más tiempo o más pruebas de lealtad, pero… somos amigas. ¿Y tú? ¿Serías capaz de perdonar una traición así?

 

Relato escrito por una colaboradora basado en la historia real.