Que levante la mano la que como yo disfrute como una condenada de series y pelis navideñas desde noviembre.

 

Me encantan, las buenas y las malas. A mi me das Nueva York en Navidad y unos villancicos y me vuelvo loca. Así que no he tardado en ver una de las novedades de Netflix: Dash and Lily.

8 capitulitos de 22 minutos cada uno. La dosis perfecta de moñadita en vena. Súmale a esto que se trata de un romance adolescente, es que me salen pedos de azúcar y no pasa nada.

La serie, basada en el libro titulado El cuaderno de desafíos de ‘Dash y Lily’de David Levithan y Rachel Cohn, cuenta la historia de Lily, una joven alegre de diecisiete años que en plena época navideña deja en una estantería de su librería favorita un cuaderno rojo lleno de desafíos para que alguien lo encuentre y conteste a sus acertijos. Dash, un chico algo cínico que odia la Navidad, encuentra el cuaderno y tras resolver una serie de adivinanzas y preguntas acepta el primer reto: recitar River de Joni Mitchell en plena librería. Sin conocerse personalmente, comienzan a intercambiar desafíos, retos, deseos y sueños a través del cuerno rojo que van pasándose a través de diferentes (y espectaculares) escenarios de Nueva York- Vogue

Sin spoilear os pediré que veáis esta serie con mucho espíritu navideño y pocas ganas de criticar incoherencias. Porque las encontraréis, y bastantes. Pero para eso están las series de amor y lujo, para que las disfrutemos sin plantearnos cómo narices son capaces de saber a qué hora pueden ir a recoger la libreta o cómo son sus familias capaces de tener semejante locura de casas en Manhattan.

Los protas son Midori Francis (que es una monada) y Austin Abrams que hace que nos palpite la pepita desde Euphoria. Que a ver, me permito el lujo de hablar de él en este tono porque aunque siempre hace de teen, el chavalote ha cumplido ya los 24 y no es delito.

En definitiva, el entretenimiento perfecto para los fans del contenido navideño y de las raciones de amorcito en vena de vez en cuando. No me ha cambiado la vida, pero tampoco me arrepiento de haberle dedicado mi tiempo.

Ay, el amor…

Puedes verla en Netflix.

 

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