¡Hola loversizers queridas!
Siempre os leo y comento, y hoy quería contaros mi historia: más bien, nuestra historia. El foro está lleno de relatos tristes y voces de abuso, pero en ocasiones el amor vence y la luz lo ilumina todo a su paso. Esta es una de esas ocasiones, y me gustaría compartirlo con todas vosotras por si os sirve de algo, si os da esperanza, o, como mínimo, os hace sonreír.
Todo empezó en un invierno muy frío. Llevaba muchos años soñando con encontrar el amor, aunque si os digo la verdad, después de una vida de llantos y malos tratos, lo único que le pedía al que llegara era «que me tratara bien». Así, eso es, nada más le pedía al destino: algo tan simple como eso. Pues bien, yo que siempre había sido una abanderada de la famosa frase de «¡No usaré apps!», allí me teníais esa mañana de febrero, descargándome una en el teléfono.
A los pocos segundos ya estaba recibiendo solicitudes y, si os soy sincera, eso me saturó un poco… Hasta que llegó él: un chico guapísimo, de pelo negro, ojos profundos y sonrisa socarrona. Nunca hablamos de nimiedades. Nuestra primera conversación fue sobre nuestros libros favoritos, y chicas, qué queréis que os diga, ahí ya tenía parte de mi corazón ganado. Aunque faltaba por ver si todo lo que parecía tan bonito era real, ¿verdad?
Hablamos y hablamos, había mucha química y, ¡por fin! me propuso de tener una cita. ¡Sí! lo celebré en mi interior como una niña pequeña en Navidad. Quedamos, y yo estaba muy nerviosa. Caminaba de un lado a otro constantemente, pero de forma lenta, para que no se notara que el corazón me iba a mil. El chico llegaba tarde: ¿me habría dado plantón? pero no, allí estaba al otro lado del cruce: alto, musculoso, más atractivo aún que en las fotografías.
Se me acercó. A todo esto he de hacer un pequeño inciso: él es muy alto y yo muy bajita, un auténtico taponcete. Así que cuando nos tuvimos frente a frente, bromeé para romper el hielo con que si yo era demasiado baja para él. Lo negó, y entonces sucedió, y os prometo que no lo digo para que suene bonito: nos quedamos mirándonos a los ojos en silencio, y me perdí. De verdad, me perdí en esa mirada otoñal, en esos iris canela, mientras la gente iba y venía a nuestro alrededor, a otro ritmo, a otra velocidad. Yo estaba detenida en el tiempo, en sus ojos, en él. Quise besarle con una intensidad tal con la que no he querido besar a nadie más en la vida y, sé, que ningunos labios desearé como los suyos.
Nos pusimos a caminar y mi corazón latía a toda velocidad. Me hice a gritos mentalmente la gran pregunta: «¿Pero qué te pasa?» Fácil: me había enamorado a primera vista.
La cita fue maravillosa y él encantador. En un momento dado, tuve mucho, mucho frío, de modo que me arrulló entre sus brazos para darme calor. Ahí ya no pude más: me eché hacia atrás, le miré un segundo y le besé la mejilla. Lo siguiente que vi fue una sonrisa pícara que se acercaba a besarme.
Estamos juntos desde entonces, ya conviviendo y planeamos todo el futuro juntos. Y todo empezó en una app.
En ocasiones leemos este foro juntos, así que J., cariño, si estás leyendo esto, feliz cumpleaños y te quiero con todo mi corazón.
Y a vosotras chicas, un abrazo grande y sincero.