Hola queridas! Ha llegado mi año y con esto me refiero al curso escolar en el que mi hija de 8 años ha descubierto que tanto Papa Noel como los Reyes Magos no existen. Pasó el otro día, y una sabe que es ley de vida, pero lo que no me ha gustado nada ha sido el cómo.
Veréis, en la clase de mi hija va una niña cuya familia es, digamos, especialita. Son gente estupenda, muy educados y amables, pero también es verdad que son diferentes a lo que somos el resto. Por favor, no entender esto como que los repudiamos o cosas por el estilo, pero quiero que os deis cuenta de a lo que me refiero. Son una familia muy hippie, todos veganos y con sus propias ideas, y hasta aquí todo magnífico menos cuando esas ideas afectan de alguna manera a la vida de mi hija.
La madre está en el grupo de whassap de la clase, y ya el año pasado comentó que en su familia no les gusta la mentira y que su hija sabe que Papá Noel y los reyes no existen. Ni que decir tiene que ya de entrada considero un juicio el que nos diga al resto que ‘en su familia no les gusta la mentira’ como dando a entender que a nosotros sí, pero no le dijimos nada, cada cual que eduque a su manera. Lo único que sí se le pidió fue que por favor le comentara a su hija que no contase nada al resto, porque el respeto es lo primero. Ella nos dijo que hablaría con ella.
El año pasado, por suerte, no pasó nada. Pero este año pues sí ha pasado. El otro día mi hija llegó a casa y lo primero que me dijo fue que sabía que los regalos los ponemos los padres y que somos unos mentirosos. Estaba enfadada. Me quedé de piedra pero solo le dije que mientras ella creyera la emoción de esos días seguía ahí, que lo bonito es eso. Con ella medio lo arreglé, ahora sabe lo que hay pero la ilusión por suerte no la ha perdido, pero el hecho de que venga acusándome de mentirosa me enfadó bastante.
Hablé con otras madres y efectivamente, esta niña las había estado adoctrinando a su manera en el recreo. Son cosas de críos, es lo que hay, pero no sé si fue la rabia que me dio que le escribí a su madre muy educadamente contándole lo que había pasado y esperando, al menos, una disculpa. Lejos de recibirla esta chica solo me dijo que se alegraba de que nuestros hijos abriesen un poco los ojos y que no me preocupase tanto porque el consumismo navideño ese que tanto nos gusta no se termina aunque la niña lo sepa. Me lo dice y me envía un emoji de beso pero no deja de juzgarme sin tener ni la menor idea ni de mi vida ni de mis ideales. Odio la superioridad moral de la gente y es evidente que de eso esta familia va sobrada.
Les he hecho la cruz y lo siento, que sé que estas cosas pasan y mi hija no iba a estar creyendo en todo esto toda su vida, pero no creo que nadie tenga el derecho a decidir cuándo debe mi hija saber esa verdad cuando no se le hace daño a nadie. Estoy enfadada y decepcionada, y sé que se me pasará, pero la pataleta que tengo ahora no me la quita nadie.