¡Hola!:
Espero que podáis ayudarme, ya que estoy hecha un lío y parezco una protagonista de novela de Jane Austen. Mis sentimientos y mi corazón van por un lado; y mi cerebro, o mi razón, van por otro. Intentaré ser breve, pero necesito que conozcáis el contexto de mi historia, pues supongo que, de esa manera, juzgaréis mejor la situación clave, que sucedió hace apenas unos días.
Él y yo nos conocimos en un mitin político. Muy años ochenta todo. Estaba en Madrid para asistir al evento, y yo, como estudio en la Complutense, me pasé por allí, ya que soy bastante activista. Nos prometimos seguir en contacto, pues tuvimos buena conversación, risas, y nos sentíamos atraídos el uno por el otro. Yo estaba muy nerviosa, ya que iba a ser mi primera experiencia de ligoteo en tres años. Estoy en un momento bueno de mi vida, en el que me siento fuerte, segura de mí misma, luchando por una beca predoctoral y con miras a estudiar el Máster de Profesorado. Él vive en el norte, y yo pensé que, dado que tenía ganas de huir un poco de Madrid, sería buena idea mudarme allí, hacer el Máster en la universidad de su ciudad y luego, como él quería estudiar en Madrid, regresar los dos juntos. Sin pretensiones de ser pareja, en un principio. Nos vimos un par de veces más y, bueno, he de decir que no pudimos aguantar la tensión y nos besamos como a la segunda cita, en un pub heavy de dudosa reputación. No me importaba nada el hecho de que él estaba saliendo de una depresión (lo cual conozco bien, porque también me tocó vivirlo), y tampoco me importaba que tenga síndrome de Tourette. Me enamoré, muchísimo, como nunca antes me había enamorado. Y no soy de las tías que pierden la cabeza rápido por alguien. Soy muy cerebral, muy racional. Él tiene defectos, por supuesto, como que la falta algo de iniciativa, que socialmente no es el mejor relacionándose o interpretando señales, pero no sé, donde hay amor…
Sobre el 20 de junio (llevábamos un par de meses pendientes de mi admisión en el Máster y de que a él le estaban bajando la medicación), tuvimos nuestro primer roce. No fue algo que no pudiéramos solucionar: él se enfadó, me dijo cosas que no quería decir, y yo lo entendí, pues ambos estábamos bajo una gran presión (yo estaba trabajando en un proyecto de la universidad que me demandaba mucho tiempo y que me tenía estresada). Cuando mi contrato terminó, el pasado 28 de junio, compré un billete y, alentada también por sus padres (y por los míos), me planté allí al día siguiente. Pasamos unos días estupendos, y sus padres estaban siendo un sol conmigo. El martes fue cuando sucedió todo. Nos despertamos un poco tarde, y su madre le estaba mensajeando para que fuéramos a desayunar con ella. Yo le dije: «¿quieres que conteste yo?», y él me respondió que sí, dado que me sé sus contraseñas del teléfono (y él las mías). Respondí a su madre y vi que una amiga suya, del pueblo, le había mandado unos mensajes algo molesta. Se lo empecé a decir y, cuando entré a la conversación, vi que, sobre el 15 de junio, él le había mandado mensajes diciéndole que, si ella se lo pedía, me dejaría a mí.
Os podéis imaginar el drama. No es que le montara una escenita, sino que quise hablar seriamente con él. Me dijo que había tenido dudas, pero que ahora ya no las tenía. Que era un amor suyo de juventud que nunca había podido ser, y que había flaqueado. Yo vi mi confianza traicionada, que fue lo que verdaderamente me dolió (pues no soy celosa). Me marché esa misma noche. He ido hablando con él estos días y me dice que está muy arrepentido, que me quiere a mí, que está seguro, que siente mucho haberme dejado todo el peso de las cosas a mí, y que quiere venir a verme.
Me han admitido en el Máster allí. Tengo que hacer la reserva de plaza antes del 15 de julio y, hasta el 18 de julio no sé si estoy admitida en la Complutense (pues me preinscribí también aquí, por si acaso).
¿Qué haríais? Sobra decir que yo le sigo queriendo muchísimo. Ya no como amor romántico, sino con un cariño infinito y sincero. Pero mi confianza está quebrada y no consigo creerme del todo sus palabras…Tenía ganas de mudarme, de empezar y probar en otro sitio nuevo, pero no sé si sería buena idea que estuviéramos en la misma ciudad (que no es Madrid, es una ciudad de provincias, con sus pros y sus contras). No sé qué hacer, estoy hecha un lío. No paro de llorar y me encuentro, otra vez, sometida a una gran presión, porque lo que siento es que él sigue delegando en mí todas las decisiones importantes.
Agradezco que me hayáis leído y que me ofrezcáis una ayudita.
Un saludo y que os vaya bien en todo <3