Me paso lo mismo con 36 y 18 años de relación sin un problema grave. Me llamo y me dijo llevamos 4 años juntos y a mi se me callo la vida. Ayyy …se supera si…por supuesto pero te marca. Aun estas a tiempo de ser madre si es lo que quieres. Ve y conserva tus ovulos y si no pues uno donado y se acabo. Yo me planteo en 40 sin ser madre y aunque la idea me sigue rondando como que mi idea ha cambiado. Fuerza, te mando mucha fuerza pero tb te digo unas frases que a mí me funcionaron muchísimo: si no paso por algo sería y lo que sucede conviene. Abrazos!!!!!!!!!!!
ME HE CONVERTIDO EN UN CLICHÉ
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AngelaInvitadoGloria MeraInvitado
Debes tener la frente en alto, porque cuando se está en el lado correcto, es decir: <<el lado de la relación donde la persona da su apoyo y es leal>>, el autoestima con el tiempo vuelve a sanar, el corazón se mantiene intacto y es mas fácil superar, sin el sentido de la culpa como peso. Tiempo al tiempo, no hay nada que el corazón y el alma no puedan superar cuando de una relación se trata. Refúgiate con las personas correctas, habla de tu tema, llora hasta la ultima lágrima, y sigue creciendo como mujer como persona… Y ve por tu sueño de ser mamá cuando estés lista. Debes ser una mujer increíble y la persona correcta lo verá ♥️
Norma MontesInvitadoIsabel M.InvitadoHola!
Lamento mucho por lo que has pasado y estás pasando. Acabas de comenzar el proceso de recomponerte.
Yo pasé por un dramón muy complicado. En muchas cosas parecido al tuyo pero aderezado con una violencia pasivo-agresiva de larga data que era incapaz de detectar en su momento (así estaba yo de agotada y con tantas goteras) y una escalada de agresividad cada vez más palpable en cuanto empecé a cuestionar y resistir. La mala idea fue esa, creer que cuestionando, resistiendo e intentando dialogar iba a conseguir algo distinto a palizas dialécticas y emocionales.
El hecho es que cuando la infidelidad fue la gota que colmó el vaso (y gracias a ella, por Dios), acabé creyendo que era un ser insoportable, agotado, aversivo y feo que se merecía no sólo la deslealtad sino también toda la mierda que me volcó encima. ¡ERROR!. No soy perfecta, lo tengo claro, pero desde luego me merecía y me merezco relaciones honestas, cálidas, respetuosas y co-responsables.Me ahorro la ruina de vender un piso en pandemia, de buscar otro sóla y de amueblarlo a golpe de click. Se resumen en un: prueba superada!. Podrás con esto. Seguro.
La cosa es que de aquello han pasado dos años. Aún tengo un gusano mental pinchoso (está flaquito y flojo, ya) que pretende darme por saco con creencias erróneas sobre mí y que, además de las mierdas proyectadas por mi ex, se carga de legados de género bastante venenosos. Ya ves, a mis 40 años me sentía un mojón de persona que se quedaba para vestir santos y era una especie de ciudadana de segunda (mujer, gorda, cuarentona, divorciada… ejem… ¿os suena?). ¡MENTIRA!. A esa parte de mí tan rabiosa como herida le doy crema, mimos y le tapo la boca con hechos que, a veces, son en forma de auditoría.
Hice varias cosas que me han sentado de maravilla. Te las comparto. Me recomendaron leer a Coral Herrera e inscribirme en su Laboratorio del Amor. Oye, me sentó de maravilla. No estaba sóla y, además, no era yo la culpable (al menos, no todo tenía que ver conmigo). Había mamado muchas cosas que normalizaban cotidaneidades desiguales y deshonestas y que hicieron que pretendiese sostener una pareja insostenible, a mi costa. El blog estaba genial pero era demasiado… leer. Así que decidí dos cosas: hacer terapia con una psicóloga experta en sistémica y perspectiva de género y apuntarme a actividades que me ayudasen a conectar con mi cuerpo (me había estado avisando a gritos y yo sin hacerle puto caso).
Hice otra cosa. Explorarme. Leí un texto maravilloso de Marcela Lagarde: La soledad y la desolación. Y decidí hacerme cargo de mi desolación hasta disfrutar de mi soledad. Un día, después de una crisis de llorar de horas, me di un Goya a la actriz revelación de drama del 2020. Y, del ataque de risa, empecé a llorar menos. Recuperé amistades abandonadas e hice nuevas amistades que me sostuvieron en mis dramas y me peiné apps de ligar en modo… esto… perraca. El hecho es que descubrí que me encanta reírme, que soy «poliamimosa», que no había tenido ni idea de lo placentero que es ser dueña y soberana de mi propio deseo y placer y que no pensaba, bajo ningún concepto, pagar peaje (sea por sexo o sea por aguantar tontopollas) por recibir afecto. Tengo un diario de «zascas» dados y una serie de cuentas pendientes con mis «noes debidos» a lo largo de mi vida. No volverán a suceder.
En fin, que espero que te llenes de coraje, paciencia, esperanza y confianza. Volverás a construir la vida que quieres.
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