Hola! Por supuesto, esto nos suena a muchas de nosotras. Quizás esto me quede largo, pero allá voy.
Pongo en situación: Estoy en una similar a la tuya, después de dos años estudiando fuera pasando 12h en clase (dos carreras a la vez qué lista soy…) Volvía a casa, me hacía un bocata y con el último trozo me iba a la cama a dormir la hora libre del medio día, y cuando volvía por la noche que es cuando tenía algo de más tiempo, pedía comida o me compraba pizzas y mierdas, durante dos años donde he engordado 25 kg, pero este problema lo arrastro desde una depresión y ansiedad. (Es decir, de 60kg a 104).
Mi primer paso ha sido reconocer que tengo una relación tóxica con la comida. Al igual que otras personas que lanzan su frustración y problemas mentales o de ansiedad a la bebida o drogas, muchas personas lo hacemos a la comida, que es más fácil y legal.
Es el mismo tipo de relación que los adictos. Esto se ve reflejado en los atracones y en la innecesidad de comer pero que aún así lo hacemos por la ansiedad que no podemos controlar.
Lo primero es entender este concepto y entender que no nos hace falta, nuestro cuerpo no tiene hambre, sólo quiere comerse esa cantidad porque cuando finaliza está cansado y ha «solucionado» con una sensación de saciedad extrema la insatisfacción de solucionar otros problemas que tenemos a parte.
Después de entender esto, hay que pasar a aprender a comer, cantidad semanal de pescado, legumbres, carne, verdura, etc que necesitamos. Dedicar tiempo a la cocina, tranquilamente, una horita de dedicación terapéutica en la que ves con tranquilidad los ingredientes que van a formar parte de lo que vas a comer y de que están ahí para alimentar esta máquina que tenemos por cuerpo la cual necesita gasolina, y se la vamos a entregar, pero no a «traga pavo» sino con respeto, por nosotras y nuestra pancita que no quiere sufrir con más digestiones del averno.
El deporte es un aliado que cuesta aceptar, sí. Él nos quita peso y calorías, nos hace dirigir la rabia y el desprecio que sentimos por el mundo (o lo que sea) al esfuerzo puesto en el ejercicio y además nos calma la ansiedad, nos agota y nos ayuda a descansar. Hay que aceptarlo como parte de nuestra vida y entender que esa es la fórmula mágica para mantenerse hecha una «fiera» y vamos a luchar a través de él contra todo este problemón.
Ayuda psicológica para este proceso es una idea excelente, porque no es un problema fisiológico, es mental. Si no te ves con la capacidad de aguantar «sola», pedir ayuda es la opción más sensata.
Del mismo modo, pedir ayuda a un nutricionista nos hará mejorar el doble. Pero eso sí, evita esas señoras/es prejuiciosas que te tratan con desprecio y te llenan de pastillas. Eso no lo queremos, nos hace falta una/un profesional 100% que entienda nuestro caso y nos apoye y ayude, para hundirnos no necesitamos a nadie.
Y también hay que aceptarse. Una no puede cambiar si no acepta ese cuerpo. Mírate al espejo, búscate y explórate. ¿Quién es esa persona? ¿Quién quiero que sea? ¿Si cambio este cuerpo me veré satisfecha? ¿Me harán felices esos vestidos? ¿Me maquillaré si bajo de peso? ¿Me apuntaré a actividades que ahora no? Son muchas preguntas que te tienes que hacer y la más importante, ¿Cuando pese menos, me querré? ¿Amaré mi cuerpo entonces? ¿O encontraré la manera de seguir autodestruyéndome y odiarme?
Muchas veces (me incluyo en todo este mensaje) creemos que con delgadez se soluciona todo. La verdad es que con delgadez a veces se solucionan prejuicios para los demás, pero casi nunca se solucionan los prejuicios de nosotras hacia nosotras.
Por último, en los días que pesabas 90, trata de recordarte como en ese momento, y úsalo como el «expecto patronum» (Harry Potter por si no la viste) en los momentos de flaqueza. Esa forma de sentirte, ese bienestar, esa meta conseguida, esa sensación de ser tú la que manda en tu cuerpo, ese logro que vas a volver a repetir porque si lo hiciste una vez puedes hacerlo dos, tres y cien veces.
Vamos para adelante juntas. Me diagnosticaron asma (han tardado tres meses) pero ahora ya estoy medicada y con todo en orden, he bajado 1.4kg en 10 días, mañana continúo el ejercicio (antes del inhalador me asfixiaba y me tuve que parar un par de semanas). No estás sola, muchas somos las que intentamos este «sacrificio» que cuesta al principio pero después la satisfacción y el esfuerzo serán recompensados.
Y sobre todo, confiemos en nosotras mismas, nadie nos va a hacer esto, nadie se implicará más que nosotras, nadie va a sentir lo que nosotras durante este tiempo. Nosotras somos la mano que necesitamos para salir adelante y nos la vamos a auto-dar.
Y con el pasar de las semanas, llegará el orgullo por encima del odio. Y del amor al odio hay una delgada línea.
A tope nena, que para mujerazas nosotras.