No sé muy bien por dónde empezar. Todo esto viene desde hace mucho. Siempre he sido gordita y aunque he tenido mis momentos de adelgazar y quedarme en un peso relativamente «normal», nunca he sabido lo que es estar delgada 100%. Todo esto ha conllevado que durante toda mi vida sufra de primera mano la gordofobia que todas sufrimos alguna vez y que todo derive en traumas y miedos. Sufrí un TCA cuando era adolescente, del que creo que a mis 27 años aún no me he recuperado. No tengo una relación sana con la comida porque literalmente no sé comer. No sé qué debería comer, en qué momento o qué cantidades. Hay días en los que un café me parece una bomba calórica y otros en los que me atiborro a comer. Sé que debería buscar ayuda, lo sé.
Sin embargo, esta situación ha ido pasando junto a otras mientras mi vida seguia. Me gradué, conseguí un trabajo, etc. Y parece que todo esto me servía de distracción para no hacer algo sobre mi peso. A diario tengo que coger el metro para ir a trabajar. Tengo problemas y dolores en los pies debido al peso, hasta practicamente días en los que no tengo tobillos. Es un sufrimiento casi la hora que tardo en llegar al trabajo porque me duelen. No dejo de sudar en el metro y en el trabajo, pese a estar sentada mientras trabajo. Ok, hace calor, pero hablo de sudar cuando esta el aire acondicionado puesto y con las miradas que eso conlleva. Elijo ropa ancha y oscura para que no se vea mi sudor. Sudo tantísimo que salgo de casa con el pelo planchado y llego al trabajo con el flequillo rizado. Es asqueroso. Me doy asco.
¿Y por qué escribo esto? Porque hoy me he sentido una mierda en el metro. Un hombre me ha ofrecido un asiento pensando que estaba embarazada. Y sé que esto no sólo me ha pasado a mi. Sé que le pasa a más de nosotras, pero en ese momento donde todos estaban mirando la insistencia de ese hombre porque me sentasé como si me hiciese un favor, ha sido demasiado para mi. Durante el viaje al trabajo veía a la gente mirándome y no podía parar de pensar en lo que estarían pensando. He llegado al trabajo y me he encerrado en el baño a llorar. No podía parar.
Y como el cerebro es así, he estado toda la mañana «reflexionando» y recordando momentos. He recordado a mi padre diciéndome con despecio que no sabía cómo me había dejado tanto. A un familiar en la cena de navidad diciéndome que no comiese tanto, que estaba muy gorda. Mientras mi familia no decía nada porque «es una persona mayor». He recordado a un «amigo» de la familia diciéndome en el tanatorio cuando falleció mi madre que «debería comer menos pienso» y como nadie decía nada. He recordado a mi médico de cabecera diciéndome que tenía que buscar ayuda psicológica porque no era normal que estuviese así de gorda, cuando fui por un resfriado. He recordado a mi jefa diciéndome que era una trabajadora excelente pero que las apariencias importaban mucho y que sería mejor que bajase de peso o eso me cerraría puertas. Que con la cara tan preciosa que tenía debería hacer algo. Porque ser gorda me hace menos válida en todos los sentidos.
Y después, pienso en lo sumamente egoista que soy al estar así por ser gorda. Por algo que podría cambiar. Hay gente que tiene problemas de verdad como enfermedades, o personas que han sufrido una amputación y cómo son felices. ¿Y yo estoy así por ser gorda? ¿Qué derecho tengo? A veces me siento estúpida y fracasada por no ponerle remedio. Mientras, mi vida sigue pasando y sigo sin hacer lo que quiero por miedo, por el qué diran. Por darme asco.
Gracias por leerme.