En enero a mi hijo de 8 años le han detectado celiaquía, empezó a perder peso y con muchas diarreas, hasta que al fín le dieron con lo que le pasaba.
La verdad que hasta hace un par de meses no se ha sentido bien del todo, parece que ya su cuerpo eliminó el gluten y en casa nos hemos acostumbrado todos a su dieta.
Todos los veranos, en el mes de julio lo mandábamos con su hermano, tiene dos años más que él, a casa de mis suegros al pueblo, ya que nosotros trabajamos y lo que hacemos es que el mes de agosto nos vamos con ellos allí que es cuando cogemos vacaciones.
Pero este año no quiero mandarlo, me da miedo que le den algo con gluten o que no tengan cuidado con la contaminación cruzada y empeore otra vez.
Mi suegra es una mujer de 68 años, con sus costumbres en las comidas y aunque mi marido le ha explicado todo, yo sigo sin fiarme.
Mi marido me dice que les dé un voto de confianza, pero es la salud de mi hijo y me da pavor verle otra vez mal, pero él insiste en que tenemos que dar normalidad a su vida… yo no sé qué hacer.