Si será posible que voy esta mañana al Mercadona y la niña me señala una caja de oreos diciéndome que se la compre, le digo que no, que ella sabe que nosotros no comemos esas cosas porque nos hacen daño y me dice que ella sí que come, que se la abuela le ha dado y que está muy rico.
He llamado a mi madre por teléfono, cuando no estaba la niña delante, sabe perfectamente que estamos intentando llevar una vida lo más «saludable» posible, porque mi marido está enfermo y en casa solo entran cosas naturales. No hay nada que venga envasado en cajas/bolsas de colores porque no puede tomar ese tipo de alimentos y como encima no es nada malo, pues hemos querido hacerlo extensible a la niña. Así que desde que nació solo come alimentos sin procesar y prácticamente no ha probado la carne, si el día de mañana ella decide que quiere llevar otro tipo de alimentación, pues la apoyaremos por supuesto, pero de momento no es el caso.
Así que lo he dicho, que qué era eso de las oreos y nada, me ha dicho que la niña necesita azúcar, que cómo una niña va a crecer sin probar el chocolate o los gusanitos, que eso ni es infancia ni es nada. Me ha dicho que cada vez que se queda con ella meriendan lo que la niña le pide y que a la niña le gusta.
Eso ya me lo veía venir porque mi hija tonta no es, el azúcar es el azúcar y evidentemente tu cuerpo prefiere un bollicao a una zanahoria, eso es de cajón.
Pero lo que me duele es que no haya respetado nuestra decisión, que ella haya hecho lo que le ha dado la gana sin consultar con nadie.
Y claro, ahora no sé qué hacer, si ya no dejarle a la niña más durante un tiempo, si ser más flexible, si enfadarme, si volverle a explicar la situación…
A veces es más dificil educar a las abuelas que a los niños.