Conocía a Pablo del trabajo. Llevabamos casi cinco años trabajando juntos aunque con diferentes horarios. Él generalmente trabajaba de noche y yo lo acompañaba hablando horas con él por teléfono.
Siempre hubo cierta atracción mutua, pero ambos estábamos casados y no queríamos nada más que a nuestras parejas, o eso creíamos. Un día sin saber por qué nos saludamos con un pico y ahí comenzó nuestra locura. Empezamos a besarnos a escondidas en el trabajo y a sentir que necesitábamos algo más.
Pasamos meses así hasta que una noche de enero, mientras hablábamos, surgió el típico ‘no hay huevos’ a venir mañana y a acabar todo esto que tenemos empezado. Yo al día siguiente no trabajaba pero como los sábados los trabajábamos alternos dije en casa que si tenía que ir.
Quedé con él cerca del trabajo para ver si realmente queríamos llegar a algo más. Creo que eso fue lo peor que pudimos hacer. Al vernos las ganas pudieron más que la razón y buscando un lugar íntimo decidimos meternos en su garaje. Lo seguí con mi coche hasta su piso, aparqué fuera y me abrió el portal del bloque de al lado con el que comparten garaje. Por suerte no nos cruzamos con ningún vecino mientras bajábamos al coche. Una vez en el garaje veo que tiene una plaza privilegiada, al fondo de todo y sola.
El morbo era máximo, ninguno de los dos lo habíamos hecho nunca en un garaje, y menos con su mujer dos plantas más arriba. Esperamos a que se apagaran las luces y empezamos a besarnos con toda la pasión que teníamos contenida. En poco tiempo estábamos completamente desnudos, a oscuras, desarrollando el tacto para conocernos. Follamos en el coche como adolescentes. A escondidas. El polvo más morboso que he echado en mi vida.
Es verdad eso de que cuanto más te prohíben algo más te gusta, y vaya si nos gustó. Nos despedimos con un beso, como si fuéramos novios de toda la vida y no meros amantes. Me acompañó al portal y nos despedimos hasta el lunes, cuando seguiríamos escondiendo todo en el trabajo, pero sabiendo que habíamos cometido la mejor locura de nuestras vidas.