De pequeña siempre quise tener hijos. Me gustaba jugar a cuidarlos. Quería ser maestra y madre. Soy ambas cosas. He cumplido dos de mis sueños.
Me encantan los niños desde siempre y como vengo de una familia grande aunque «con muchas taras», soñaba con tener mi propia familia para hacerlo mejor. En la ecuación no necesitaba a otra persona. Muchas veces me vi como madre soltera adoptando. Lo intenté, pero era demasiado difícil. Con el tiempo conocí a alguien que ya era padre de tres hijos, pero que se sentía fracasado por no tenerles cerca y caí en la trampa de querer darle un hijo para poder criarlo juntos. Muchas promesas, muchas mentiras que no vi y un día, al poco de prometernos para casarnos me quedé embarazada con 33 años. Cuando lo supe me hizo mucha ilusión. Cuando se lo dije a él parecía que también, pero esa noche no vino a verme. Entonces sentí que existía la posibilidad de que me tocara criar a un hijo sola y tiré hacia adelante. De pronto, después de insistirme tanto en casarnos y tener un hijo juntos, él me dijo que lo mejor sería abortar, que él tenía dudas y que no estaba preparado. Decidí seguir adelante con él o sin él. Se quedó cerca, pero no me cuidó mucho, la verdad. Así que cada vez me hacía más a la idea de ser madre soltera. Yo lo preparé todo sola: el papeleo del hospital, la compra de todo lo necesario, la habitación del bebé, … Y cuando nació fue mágico. Ver a mi bebé, cuidarle. Abrazarle, darle de mamar… Y el padre estaba a mi lado, pero era un cero a la izquierda, cero ayuda. Fue cesárea, me dolía mucho la operación. Me costó entender cómo dar el pecho. El bebé no se agarraba bien y yo tuve heridas en los pezones, el bebé dormía muchas horas y mi pecho se llenaba de leche, estuve a punto de una mastitis… Por un lado era duro, pero por otro yo era feliz.
Un mes después el padre se fue de viaje por motivos de trabajo y yo al fin respiré tranquila. Estaba sola con mi bebé, ya sabía dar el pecho, ya no me dolían los pezones, me dolía menos la cesárea, íbamos de paseo cada día… La baja de maternidad fue una de mis mejores experiencias. Fui muy feliz. Volver al colegio me costó bastante, pero «las mujeres somos fuertes y luchadoras» y podemos con todo y salí adelante. Cuando mi bebé iba a cumplir un año supe que su padre me era infiel y la verdad es que me vino bien, era la excusa perfecta para no tenerles cerca. Evidentemente le dejé. Él se arrastró pidiendo perdón y como no funcionó, al poco me amenazó con dejarme «tirada» y que si no le perdonaba y me casaba con él pues él no se haría cargo del crío. Y así fue. No me importó, seguí sola. Y todo fue bien. Yo era feliz, mi hijo y yo lo éramos. Hasta que un día, con 6 años se enfrentó a mí por una tontería y me sentí muy mal. ¿Cómo era posible que yo le daba todo a mi hijo, me desvivía por él y él se mostraba *chulito» delante de mis amigos? En ese momento no le regañé, pero luego, en casa, me enfadé, grité, le insulté… Y me recordé a mis padres cuando mis hermanos y yo éramos pequeños. Me odié. Y desde entonces la maternidad en soledad se convirtió en lo más difícil que he hecho en mi vida. Empecé a ir a terapia «para seguir siendo buena madre» y entender que ser madre es duro, me vino bien. Poco a poco comprendí que ser madre no es algo que deba tomarse a la ligera, ser madre es para toda la vida, ser madre es difícil muchas veces. Soy feliz a ratos, pero muchas veces pienso que mi hijo no me aporta nara, no me completa, no soy 100% feliz siendo madre… Mi hijo es un ser maravilloso: inteligente, bueno, cariñoso, me ayuda mucho con las tareas de la casa, es buena persona, tiene sus fallos (como yo, como todos) pero tiene buenos valores que yo le he inculcado. Su padre no está cerca y no lo ha estado nunca. Ingresa la pensión porque no le queda más remedio, pero nunca estuvo ahí y no pasa nada,no le necesitamos. Salvo mi hermana mayor, mi familia no me ha ayudado mucho en la crianza y mejor, porque tengo familiares muy tóxicos. Cuando mis amigas se plantean ser madres, les cuento la verdad de lo que pienso sobre traer un hijo al mundo: lo duro de ser madre, la mierda de mundo en el que vivimos, las injusticias que nos rodean…
Ser madre es AMOR incondicional. No es fácil. Pero a veces es lo mejor.