Mi novio falleció hace dos meses, estaba muy enfermo por el COVID.
Ya tenía una enfermedad respiratoria previa, siempre tenía los pulmones encharcados y no podía hacer grandes esfuerzos porque se ahogaba.
Ha estado ingresado solo en el hospital meses enteros, no podíamos entrar a verle y no nos hemos podido despedir como nos merecíamos, solamente a través de pantallas. Me ha dicho las cosas más bonitas que jamás nadie nunca será capaz de decirme.
La última vez que le vi fue el día de su entierro, desde entonces he sido incapaz de acercarme al cementerio, fue tanto el dolor que sentía que el día que no soy capaz de enfrentarme a él de nuevo. Me he metido en un bucle rutinario en el que solamente trabajo y duermo, no soy capaz de hacer otra cosa. No siento echarle de menos, porque tengo la sensación de que sigue con vida, como si estuviera en casa de sus padres, como si en cualquier momento fuera a entrar por la puerta.
He pedido ya cita con una psicóloga online para hacer sesiones por Skype, pero sinceramente no creo que sea capaz de ayudarme.
No sé de dónde sacar las fuerzas, no sé cómo enfrentarme a la realidad, no sé cómo atreverme y armarme de valor para ir a visitarle.