Hola, es la primera vez que escribo por aquí, pero es que la situación me lleva superando mucho tiempo, y necesito desahogarme y ver otros puntos de vista.
Tengo 32 años, un niño de dos añitos, y estoy embarazada de 28 semanas.
La relación con mi padre nunca ha sido buena, esa es la verdad. Desde pequeña, quien se ha ocupado tanto de mí como de mi hermana, ha sido mi madre. Mi padre se limitaba a poner dinero, y a echar broncas (por no ayudar en casa, por no sacar buenas notas, por no cumplir sus expectativas…). No recuerdo realmente un elogio, un abrazo, o un beso por su parte.
Él fue el primero en llamarnos gordas, y restringirnos alimentos. El primero en ponernos a dieta. Tuve una temporada muy grave de TCA, de no comer más que una manzana al día, apuntar cada caloría, autolesionarme. Según él, en esa temporada estaba guapísima, y de hecho a día de hoy, sigue recordándome lo bien que estaba entonces. Nunca se preocupó de cómo estaba perdiendo el peso.
Más adelante sufrí una depresión, y él, en lugar de ayudarme, sólo me llamaba vaga por no poder ni salir de la cama.
Después de eso, salí de casa tan pronto como me fue posible.
Y entonces volcó todo con mi madre y mi hermana. Intenté ayudar a mi madre a salir de allí. Mi padre le puso los cuernos, la insultaba y le gritaba por todo. Nunca le puso una mano encima, pero el maltrato psicológico era patente. Pero mi madre nunca se atrevió a dejarle, y a día de hoy siguen juntos, según mi madre felices, aunque eso no es lo que yo veo, sinceramente. Ella se limita a hacer todo lo que él quiere, jamás le lleva la contraria en nada.
Desde que he sido mamá, de repente quiere vernos todos los fines de semana. Pero dejando bien claro, siempre, que a quien quiere ver es a su nieto. Cada vez que nos vemos, o que hablamos, todo son reproches. Que si no ve a su nieto, que si el niño no sale de casa… Se ha llegado a enfadar porque el peque se ha puesto malo justo el domingo, que es cuando vamos a comer con ellos, con 39 de fiebre, y según él es que me lo estaba inventando, o tráelo que aquí va a jugar en el jardín y le va a venir bien. Ayer mismo, sentados en una terraza, nos pusieron cacahuetes, y quería darle al niño, le dije que no, que era peligroso, y él insistió, incluso intentando hacerlo a escondidas. Menos mal que me di cuenta.
Ahora me han detectado diabetes gestacional, en el otro embarazo no lo tuve. Es cierto que en este he estado más en reposo, he tenido ciática desde casi el principio, y salir a pasear era un suplicio.
Además, mi niño es un peque con necesidades especiales, él necesita mucho contacto, y hacer cualquier cosa cuando él está, es difícil, de modo que tengo que aprovechar cuando está en la escuela infantil, para arreglar la casa, hacer recados, etc. Tampoco come, ni duerme bien, así que no descansamos ninguno. Pues me han prescrito andar media hora al día, además de la dieta, y ya otra vez movida con mi padre, porque eso no es suficiente, porque no puedo salir a andar con el niño, porque si es necesario tengo que levantarme a las seis de la mañana, etc. Los consejitos médicos van que vuelan, y él ni es médico, ni tiene ningún tipo de estudio ni conocimiento sociosanitario.
Con mi pareja tampoco se lleva bien, sólo le habla para recriminarle cosas. Y él ya está harto, aunque los dos estamos de acuerdo en que muchas cosas las dice porque se preocupa, pero que no sabe gestionar sus palabras.
Sinceramente, es como un niño pequeño, todo tiene que ser cuando y como él quiera. A nuestra casa ha venido dos veces en 7 años que llevamos aquí, siempre somos nosotros quiénes tenemos que ir a la suya. Si no vamos, se enfada y me intenta manipular (ha llegado a decirme que se va a morir, y me arrepentiré de no ir). Si vamos tarde porque no hemos podido salir antes, se enfada y ni nos mira.
Y lo peor del tema, es que no sé cómo enfrentarme a él. Me ha hecho sentir tan mal toda la vida, que no me atrevo a discutir con él, porque cada vez acabo yo peor, y él con su razón como quien oye llover. Sé que debería ir a terapia, pero ni tengo tiempo ni dinero, y esto me provoca ansiedad, y tengo miedo de volver a caer en depresión o TCA.
Bueno, perdonad el tostón, y si habéis llegado hasta aquí, que sepáis que al menos escribiéndolo he soltado cuatro lagrimitas y me ha venido bien.