Hola chicas
Llevo con mi psicólogo actual unos 6 meses de terapia, por problemas de autoestima, ansiedad social entre otras cosas.
Recuerdo que la primera vez que le vi, me atrajo desde el primer momento, y no solo en lo físico, más allá de eso, congeniamos bien desde el primer momento y se notaba que había complicidad.
Conforme pasaban las sesiones, esta complicidad fue creciendo, incluso a veces me daba la sensación de que estaba más con un amigo que con un psicólogo, y reconozco que tenía ganas de ir solamente por verle a él.
En las sesiones no parábamos de reírnos, más de una vez he notado que se ponía nervioso, me contaba a menudo cosas personales (nada así muy íntimo), me decía que había estado pensando mucho en mi, incluso que le podía llamar por teléfono a cualquier hora si tenía algún bajoncillo o simplemente quería hablar con él. Me solía dejar a última hora de la tarde y más de una vez se nos ha pasado la hora de lo bien que estábamos y las sesiones se alargaban hora y media o hasta más.
Para más inri, somos vecinos y me lo encuentro fuera cada dos por tres. La última, él iba con la que imagino será su pareja, entonces por la incomodidad preferí hacer como que no le vi y no le saludé. Él, molesto, me lo hizo saber en la siguiente sesión.
A partir de ahí, su actitud ha dado un giro de 180 grados y parece otra persona. Se ha vuelto súper distante, frío, incluso llega a ser en muchas ocasiones borde, y hasta se enfada cuando nunca antes había pasado. Las risas han desaparecido, y aunque se siguen tratando los mismos temas, no es con tanta cercanía como antes ni por asomo.
En la última sesión le hice saber que le notaba como enfadado o decepcionado conmigo, si había hecho algo mal, si era por no haberle saludado, que no lo hice por vergüenza, porque él me caía bien.
A lo que él me respondió, bastante molesto y muy prepotente, que le daba igual si le caía mal o bien, que yo le era indiferente, que solo le importaba dentro de la consulta, porque fuera de ahí no íbamos a tener más relación, entonces le parecía fuera de lugar lo que le había dicho. Que me centrara en conocer a más personas y que dejara de pensar en él, que además es un «imbécil», y que por profesionalidad no me iba a saludar a partir de ahora fuera de la consulta, como mucho responderme al saludo.
No entiendo este cambio tan radical… Reconozco que por mi parte sí que he tenido sentimientos por él que se salen fuera de la relación terapeuta-paciente, pero no los he podido controlar…
No sé, estoy hecha un lío, siento que no entiendo nada. No entiendo cuál ha podido ser el desencadenante para que haya decidido tomar esta actitud.
Yo con la terapia en general estoy contenta, siento que me está ayudando en muchas cosas, aunque es cierto que ahora es como si estuviera empezando de cero con otra persona, porque el del principio ya no va a volver…