A ver amiguis, que yo sé que a lo mejor no es para tanto, pero a mí esto me está sentando regular.
Resulta que hace unas semanas, por alguna razón desconocida, llamémoslo llamada del destino para descoñarse en mi cara, decidí meterme a la opción que hay en Instagram, que es algo así como marujear los «me gusta» que han dado las personas que sigues.
Yo mira que ahí me habré metido dos veces en los malditos 7 años que tengo Instagram, y diosito, por qué me haces esto. ¿He pillado a mi movio regalando corazones a pechugonas? ¿He descubierto la receta de la Coca-Cola? Pues no amiguis. Lo que me encontré así de frente bofetón plás plás ahí te lo comas, es con el fetiche de mi señor padre.
«A ver si tu padre no va a tener derecho a tener fetiches…!» Hombre, poder, puede, pero es mi padre coño, no quiero saberlos.
La cosa es que al caballero calentorro le ponen las señoras que fuman. Tal cual. Le da igual que sea una modelo que quita el sentío fumando con sofisticación y pornosidad, que una señora rusa de 70 añod que se hace una foto fumando en el sofá de su casa (literalmente. Entre sus me gustas había un amplio y variopinto abanico de posibilidades).
Todos sus likes eran de lo mismo, y las páginas que sigue son sutiles nivel «sexy nenas calientes fumando hot hot», no vaya a ser que siga la página sin querer o algo.
La cosa es que el traumita está ahí, latente (no seáis Maris y ponéos en mi situación, que ese señor me leía cuentos por las noches. UN POQUITO DE POR FAVOR), pero he decidido cogerlo, estrangularlo, atarlo, y encerrarlo en el baúl más profundo y oscuro de mi mente bajo siete llaves, pero cada vez que voy con él por la calle y se cruza alguna muchacha fumando, a mí es que se me revuelve el alma. Que el tampoco es que se vaya detrás de ella con mirafa lasciva y haciendo ruidos a lo Pajares y Esteso, el el hombre ni la mira, pero a mí me sale el guardia antivicio en mi fuero interno, y no puedo dejar de pensar «CONTRÓLESE PADRE *arcada* *arcada*.
En fin, que es una gilipollez como un templo, peto oye, necesitaba soltarlo, porque sólo se lo he contado a mi novio, y casi me da un chungo mientras lloro y grito «ese no es mi papá de siempre».
P.D.: como dato, yo siempre he sido la niña de papá. La niña de papá que gracias a las fuerzas del Universo jamás ha fumado, Y AHORA MENOS.