La historia que os voy a contar es triste y creo que me ha marcado para el resto de mi vida.
Mi ex y yo empezamos hace ya más de 6 años. Yo tenía 20 años recién cumplidos. Al principio todo era maravilloso, yo veía en él a un protector, una pared sólida tras la que esconderse ante las adversidades. Al principio nos peleabamos una vez a la semana, yo lloraba, mucho, por miedo a perderlo, porque poco a poco él me fue convenciendo de que es el único bueno para mi, ya que el resto de los hombres sólo busca follar y dejarme tirada. Cuando tienes 20 años te lo crees, y vaya si te lo crees…
Fueron pasando los años y yo empecé a darme cuenta de que ya no sentía lo mismo por él, entre otras cosas por la distancia, ya que él se fue a trabajar lejos de mí ciudad y nos veíamos una vez cada 2-3 semanas. Empecé a plantearme dejarlo, pero la simple idea de hacerlo me aterrorizaba porque, claro, sólo él es bueno para mí, es el único que sabe lo que me conviene, el resto solo quiere sexo. Hablando de sexo. Aquello, poco a poco, se fue convirtiendo en una tortura. Ya que no sentía nada por él, mi cuerpo no quería ningún contacto físico con el chico, pero para evitar peleas y chantajes emocionales yo me abría de piernas y solo quería que se corriera lo antes posible y me dejara en paz. Llegué a tal punto que mi vagina se cerraba por sí sola y me dolía una barbaridad la penetración. Qué sabio es el cuerpo… A veces le decía si quería que me pusiese bocabajo, porque, supuestamente, así me gustaba más, pero solo era para ocultarle mis lágrimas y mis gestos de dolor. Solo de recordar aquello me estremezco. Los días que no podía obligar a mi cuerpo a abrirme de piernas, simplemente le hacía una felación, lo cual tampoco me trae buenos recuerdos, que digamos.
Finalmente, tras varios años soportando comentarios despectivos hacia mi aspecto (me corté mi melena y cambié de look, lo cual no le gustó en absoluto, por decirlo suavemente) y de peleas e insultos en público, decidí dejarlo. Y… Qué bien me sentó aquella decisión. Me sentí libre, me sentí feliz, guapa y atractiva. Así que, chicas, no seáis tontas, no seáis como yo. No aguantéis lo que yo tuve que aguantar, no os obliguéis a tener relaciones con quien no os apetece. Sed libres, sed amadas.
Ahora estoy saliendo con un chico maravilloso, que me anima a hacer cualquier cosa con mi cuerpo que me haga feliz, porque yo le seguiré gustando de cualquier manera!