Espero que quien me lea tenga un poco de empatía y trate de entenderme.
Soy mamá de 2 niños (una de 5 años y otro de 3 semanas). Mis dos hijos han sido deseados y buscados, pero con el que acaba de nacer ha sido muy complicado.
Ya el embarazo empezó mal: sangrado y amenaza de aborto, tensión alta, 4 pruebas largas de glucosa… Cada 2 semanas tenía que ir a revisión al hospital. Por no hablar de la pérdida de peso que tuve debido a las náuseas y vómitos. Al final del embarazo tenía pubalgia y dolor de caderas, y cada movimiento era un sufrimiento. En la última revisión me dicen que al día siguiente me inducen el parto por el tamaño del niño.
La inducción acaba en cesárea, y 2 horas de después de terminar empiezo a desangrarme y pierdo el conocimiento. Esto me pasa 2 veces y deciden llevarme corriendo a quirofano para cortar la hemorragia. Yo solo recuerdo a miles de personas a mi alrededor gritando de un lado para otro, diciendo que me estaba desangrando, poniéndome oxígeno, y yo pidiendo que no me dejaran morir. Fue horrible. A los 2 días me tuvieron que hacer una transfusión de sangre debido a la pérdida tan grande que había tenido.
Después de todo esto lleho a mi casa y me siento como una mierda porque no noto que tenga hacia mi hijo el apego que debería.
Mi marido lo lleva genial pero yo no. El peque encima tiene montón de problemas de estómago y llora mucho. No dormimos. Mi hija la mayor va cansada al colegio porque la despierta mil veces. Y yo sigo mal. Cuando veo a una embarazada se me revuelve el estómago. Y a veces al mirar a mi hijo pienso si todo esto ha valido la pena.
Me siento jodidamente mal por esos pensamientos, el pobre no pidió nacer, no se merece que su madre piense así. ¿Algún día lo querré tanto como a mi otra hija?