El otro día después de muchos meses en el paro tuve una entrevista genial en una empresa muy grande.
Llevo meses tirando de ahorros y estaban a punto de acabarse así que si no quería volver a casa con mis padres tenía que encontrar algo cuanto antes. El viernes a mediodía me llaman de esta empresa y me dicen que les ha gustado mi perfil y que me pase hoy lunes por la mañana por su oficina para firmar el contrato y empezar a trabajar mañana martes.
Imaginaros lo contenta que me puse. Es que fue como una especie de milagro. Pues esta mañana llego a las oficinas y me mandan a recursos humanos. Yo tan feliz que no me cabía la sonrisa en la cara. Me atiende una de las chicas que me hizo la entrevista y la veo que pone cara de circunstancia.
Me cuenta la película de que debido a un error informático y de comunicación con sus compañeros, habían avisado también para el puesto a otra persona y que ya había firmado el contrato esa mañana a primera hora, así que me tendrían en cuenta para futuras selecciones y que lo sentían mucho.
No quise montar una escena, pero le dije a la chica que aquello era, primero, muy poco profesional y que seguramente para cuando les hiciera falta ya no estaría disponible. Ella me volvió a pedir perdón pero que no podía hacer nada más.
Me volví en el metro llorando y sigo llorando desde entonces. A finales de este mes me tengo que volver a casa de mis padres, a mis 29 años y después de haberme deslomado para poder ser independiente.