Hola Laura! Es la primera vez que me lanzo a escribir, me he sentido muy identificada contigo porque he estado en tu misma situación y vengo a ver si te puedo dar otra perspectiva que te ayude contándote mi historia!
Desde el principio de la relación con mi pareja le dije que casarme era algo que me hacía mucha ilusión, y en su momento él parecía que a él también…
Los años pasaron, la gente de alrededor se fue casando… para mí se iba acercando el momento de dar ese paso y visto que él no movía ficha le pedí matrimonio. En un principio dijo que sí, sabía que me hacía mucha ilusión y nos pusimos a buscar fecha, el sitio, se lo dijimos a nuestras familias… Pero al tiempo comenzó a poner «excusas» y me explicó que quizá no era el momento por diversas razones… hasta que decidió anularla! Fue un importante mazazo, primero por las expectativas que tenía puestas en todo aquello y que por supuesto no se estaban cumpliendo, y segundo por ver que la cosa no fluía y veía que quizá nunca lo fuera hacer.
El tiempo fue pasando y yo me sentía cada vez más frustrada y rabiosa, lo vivía como una falta de compromiso por su parte, no entendía su negativa, supuso muchas peleas entre los dos (sentía que era un egoísta por no querer «concederme» cumplir ese deseo) y fue un punto de inflexión importante que nos llevó a dejar la relación.
El tiempo que estuvimos separadxs nos ayudó a ver nuestra relación desde otro punto de vista, nos dimos cuenta que no estábamos bien como pareja y aunque habíamos puesto el foco de nuestros problemas en ese asunto, la realidad era que teníamos que cambiar muchas cosas si queríamos seguir adelante con lo nuestro. Cuando pasaron un par de meses decidimos volver a intentarlo… A nivel individual
ambxs dimos el paso de ir a terapia (cada unx en su momento y cuando estuvimos preparadxs). Él ha trabajado, entre muchas otras cosas los miedos que le impedían enfrentarse a una situación de tanta exposición social como es una boda. Y yo por mi parte me he dado cuenta, también entre muchas otras cosas, que lo más importante es cuidar la relación y crear unos lazos sanos entre los dos, más allá de las idealizaciones que me había creado entorno al amor y a las bodas. Entendí que su decisión de no casarse no era una falta de amor y de compromiso hacia mi y asumí que si quería seguir con él muy probablemente nunca nos fuéramos a casar.
Curiosamente en el momento en el que le quité a él (y me quité) presión con ese asunto, la cosa comenzó a fluir… Aprendimos (y seguimos aprendiendo cada día) a vivir la relación y a comunicarnos de otra manera, y eso nos ayudó a volver a enfrentarnos a ese tema tan temido para lxs dos de una forma fortalecida y más madura, y unos años más tarde decidimos casarnos! La verdad es que la preparación no fue un camino de rosas, se nos aparecieron muchos fantasmas del pasado, pero la realidad es que fue todo un alrendizaje y a ambxs nos mereció la pena.
Para él fue uno de los días más bonitos de su vida y para mí también, sobre todo porque sabíamos que la felicidad venía de haber aprendido a entendernos , a ponernos de acuerdo de una manera respetuosa y sobre todo de habernos enfrentado a nuestros miedos juntxs.
Laura te animo a que hables con empatía con tu pareja, y a qué confíes en que todo lo que tenga que pasar llegará cuando sea el momento!
Un abrazo fuerte!