En el último año y medio he engordado unos veinte kilos. El por qué está en que he dejado de comer como solía hacerlo, cuidando mucho todo lo que tomaba, siempre verduras y carne y pescado a la plancha. Desde la pandemia sentía que ya no podía seguir con ese estilo de vida más tiempo. Quería libertad. Y empecé a comer lo que me apetecía cuando me apetecía, sin pensar en si era «sano» o no. He querido poner en práctica la alimentación intuitiva, pero el tiro me ha salido por la culata. Mi madre no acepta mi nuevo aspecto y me lo ha dicho cada vez que me ha visto (vivimos en ciudades distintas). La última en Semana Santa me ha afectado especialmente. De tal forma que he contactado con una nutricionista y hoy mismo tengo mi primera cita.
No creo que haya nada malo en querer bajar de peso. Lo que me molesta es que en gran medida voy a hacerlo por ella en vez de por mí misma. De acuerdo que mi aspecto actual no me agrada del todo y que a veces no reconozco mi propio cuerpo, pero no me sentía mal por ello. Podía ser feliz sin estar satisfecha con mi físico. Hasta que mi madre me empezó a decir que comía demasiado y de forma diferente a como lo había hecho siempre, que debía guardar una disciplina…Me siento rechazada por ella en cierto modo.
Sólo quería compartirlo con vosotras y desahogarme porque de verdad que estoy en un momento que siento que nadie me entiende.