El Vecino: capítulo 19 FINAL

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    Moetsi on #152270

    No podía seguir así, no podía seguir dejando que la situación me superase de aquella manera, no me reconocía, yo que tantas veces había reclamado mi espacio y había querido ser independiente, me había dejado llevar por la negatividad y me estaba convirtiendo en alguien que no era yo y eso tenía que cambiar.
    Sabía que él también hablaba con Irene cuando me llamaba, si yo era la única que le decía que estaba bien, siempre le quedaría la duda, por esa razón me aseguré de que ella fuese testigo de mis progresos en las siguientes semanas para que pudiera contárselo.
    Me centré en mi salud, en comer y descansar bien, pude organizarme para reducir también el ritmo de viajes en el trabajo y recuperé poco a poco las ganas de salir.
    Irene ya había terminado los estudios, tenía un trabajo nuevo y había conocido a un compañero con el que salía desde hacía un par de meses.
    Yo me había alejado un poco de ella, al igual que de Ana y Carol en el último año, casi siempre estaban con Jaime y Mateo y todos me recordaban continuamente a él, era inevitable, y pensé que sería mejor dejar de verlos, pero me había equivocado, aislarme de esa manera me causó más daño que beneficio e intenté que eso también cambiase.
    Salimos alguna noche todos juntos, fuimos varias tardes a la piscina y poco a poco empecé a disfrutar también de esos ratitos de diversión con mis amigos.
    Cuando llegaron las vacaciones de verano, me encontraba mucho mejor y verle de nuevo era lo único que me faltaba para completar ese proceso de recuperación.
    Fui a recogerle a la estación ese viernes por la mañana llena de ilusión.
    Le vi a lo lejos, y noté que estaba un poco serio, pero a medida que me acerqué a él, su gesto cambió y pude ver como sonreía mientras sus ojos se humedecían por las lágrimas.
    Soltó la maleta y sujetó mi cara con las dos manos.

    -Tenía miedo a bajar de ese tren y no encontrarte aquí, pero he reconocido tu sonrisa mientras venías hacia mí y ahora que te tengo cerca también puedo ver que tus ojos brillan de nuevo y que se te notan las pecas de la cara y eso significa que has estado tomando el sol, y que yo he recuperado a mi Elsa.

    Nos besamos mientras ninguno de los dos fue capaz de contener las lágrimas, aunque esta vez eran de alegría.

    -Trabajo menos, como bien, duermo y he vuelto a salir con las chicas, y he estado también con Mateo y Jaime, todos están deseando verte. Sé que tienes poco tiempo para estar aquí, pero al menos un día tienes que quedar con ellos.
    -Tengo mucho más que un día, no voy a volver.

    No creí haber escuchado bien y le pedí que volviese a repetirlo.

    -No voy a marcharme otra vez Elsa, se acabó, no quiero volver a separarme de ti, no lo soportaba más.

    Me temblaban las piernas y sentí como todo el aire que me había faltado durante el último año y medio entraba de golpe en mis pulmones provocando un suspiro profundo que liberó toda la angustia que aún contenía en mi pecho.

    -Pero la escuela… tu tío… y el taller… y…

    No acertaba a decir más de 5 palabras seguidas.

    -La escuela irá bien sin mí. Hace un par de meses hablé con mi tío y contrató a un nuevo jefe de sala para el restaurante, acordé quedarme hasta las vacaciones para ultimar algunas cosas, pero él ya no me necesita y yo tengo más que suficiente para empezar con el taller y si no, ya pensaremos algo. Elsa, no quiero pasar ni un día más sin ti.

    Le abracé como si nunca lo hubiera hecho, como si me fuera la vida en ello.

    -Vamos a casa- dije- tu madre está esperando a que llegues para verte. Pasa el día con ella y con tus hermanas y cuando se vayan al pueblo esta tarde, baja a mi casa. Mis padres no están y te quiero en mi cama, en mi bañera, en mi sofá y en mi cocina todo el fin de semana.
    -¿Y qué hay sobre eso que dijiste de quedar con Ana, Carol y los chicos?- preguntó riendo.
    -Han esperado meses para verte, podrán esperar otros dos días y yo te necesito hoy mucho más que ellos.

    Sobre las 7 de la tarde su madre y sus hermanas se marcharon al pueblo y él se vino conmigo a casa.
    Abrí una botella de vino, serví dos copas y nos sentamos un rato en el sofá para hablar sobre las cosas que habían pasado en los últimos meses.

    -¿Estás cansado del viaje?
    -No, no mucho, pero se me ha hecho largo, tenía muchas ganas de llegar.
    -¿Lo has pensado bien? No pienses que no estoy feliz de que te quedes, pero no quiero que lo hagas por mí, esta vez estoy bien de verdad.
    -Elsa lo tengo más claro que nunca, no debí marcharme la última vez. Y no solo por ti, para mí también ha sido una tortura estar lejos y los últimos meses fueron los peores. La noche que hablé contigo cuando enfermaste, lo vi claro, en cuanto colgué el teléfono fui a hablar con mi tío y le dije que me marchaba.
    – Esa noche todo lo que decías me sonaba a despedida, estaba pasando un mal momento y lo veía todo negro, supongo que malinterpreté algunas cosas pero cuando insinuaste que dejarme podía ser lo mejor para mí, me disgusté mucho.
    -Nunca jamás hubiese querido hacer algo así, pero te quiero, y quiero lo mejor para ti, sabía que estabas mal y me sentía culpable y creí que quizás alejándome un poco de ti estarías más tranquila, lo único que quería era verte bien.
    -No supe llevar bien la situación, pero lo que me dijiste fue como una llamada de atención, me sirvió para darme cuenta de que tenía que cambiar por mí y por tí, porque de alguna manera yo también te estaba haciendo daño, te hice sentir culpable por marcharte y nunca debí permitir eso. En estos dos meses aunque he seguido necesitándote todos los días, he aprendido en cierto modo a vivir sin ti y a saber esperar. Y si tienes que hacerlo, si tienes que marcharte de nuevo, sé que estaré bien, los dos lo estaremos.
    -No tienes que pensar más en eso, no voy a irme a ninguna parte, no quiero hacerlo. Ahora solo quiero estar aquí contigo, quiero montar el taller en cuanto pase el verano, y empezar a vivir la vida que deseamos, una en la que estemos juntos, eso es lo único que quiero.

    Hablamos un ratito más sobre los planes del taller, sobre todas las cosas que tenía pensadas y también sobre las vacaciones.
    Volveríamos a la cabaña, ya se había convertido en una costumbre y además nos gustaba la idea de estar allí y rodearnos de amigos, volver a la rutina en ese momento nos parecía lo más emocionante que podíamos hacer, sentir que cada cosa regresaba a su lugar y que todo era como siempre, que todo estaba bien.

    -Ven conmigo, hay una cosa que he extrañado mucho hacer contigo durante todo este tiempo, quiero que escuches algo.

    Fuimos a mi habitación y seguí hablándole mientras sacaba un CD y encendía el reproductor.

    -He escuchado estos discos miles de veces, pero desde que estamos juntos, le he encontrado un nuevo significado a muchas canciones a las que antes no había prestado atención, y ahora son especiales para mí, como ésta que voy a poner. Todas las cosas que a veces quiero decirte y no sé cómo hacerlo, están aquí.

    Me abracé fuerte a él y me rodeó con sus brazos, mientras la canción sonaba.

    Para escucharla, clic aquí

    It’s hard for me to say the things I want to say sometimes
    There’s no one here but you and me and that broken old street light
    Lock the doors, we’ll leave the world outside
    All I’ve got to give to you are these five words when I
    Thank you for loving me, for being my eyes when I couldn’t see
    For parting my lips when I couldn’t breathe
    I never knew I had a dream Until that dream was you
    When I look into your eyes the sky’s a different blue
    You pick me up when I fall down, you ring the bell before they count me out.
    If I was drowning you would part the sea and risk your own life to rescue me
    Thank you for loving me

    Una lágrima resbaló por mi mejilla, él la limpió con su mano y yo le miré sonriendo, porque aquella lágrima no era triste.
    Era cierto que otros habían escrito aquellos versos, pero yo los hice míos encontrando así, a través de aquella canción, la manera de poder expresar todo lo que sentía por él.
    Me besó lento, dulce y profundamente y de la misma forma nos entregamos aquella noche el uno al otro.
    Él pronunció mil veces te quiero y otras mil yo respondí.
    Nos quisimos y nos amamos todos los segundos, todos los minutos y en todos y cada uno de los rincones de nuestros cuerpos, fundiéndonos en uno solo, como siempre habíamos sido, como nunca dejamos de ser.
    El sábado al final salimos por la tarde a tomar algo con los amigos, además teníamos pendiente hablar sobre los días que pasaríamos en la cabaña.
    Acordamos irnos de jueves a jueves, así tendríamos tiempo de prepararlo todo y yo podría volver el siguiente fin de semana para pasar algún ratito con mi hermano.
    Una de las tardes estaba fuera tomando el sol, e Irene puso la radio.
    Él estaba sentado en el porche y entonces ocurrió algo extraño, empezó a sonar una canción y al escucharla yo me incorporé a la misma vez que él se levantó del sillón y nuestras miradas se encontraron.

    Para escucharla, clic aquí

    Listen up I’m gonna’ tell you a bit about myself
    I got a situation, ain’t concerning nobody else
    Just you and what you can do for me
    I’ve had the life of ordinary, I spat it out
    Now my condition’s kind of scary, I need you now
    Not love but I need something else
    So here’s my confession
    Don’t just want you to love me
    I want to be your attention
    Want my name on the Marquee
    I want you to hear my confession
    I want to be your obsession
    Let the music just take control
    Ain’t nothing wrong with OCD long as it’s for me
    I want to be your obsession

    Se quedó en la puerta de la cabaña, mirándome fijamente mientras yo me acercaba hacia él.

    -¿Estás pensando lo mismo que yo?- preguntó.

    Le miré sonriendo, mientras me mordía el labio inferior.

    -Si, estás pensando lo mismo que yo, vamos.

    Cerró la puerta de la cabaña y agarrándome de la mano, tiró de mi en dirección a la buhardilla.
    Algo se activó entre nosotros con aquella canción, habíamos tenido sexo en los días anteriores, pero no de aquella manera, no con esa excitación que nos había provocado el sonido de la música.
    No dejamos de besarnos mientras subíamos las escaleras, tropezando un par de veces por no mirar ni siquiera donde pisábamos.
    Me apoyé en la barandilla y él se hizo hueco entre mis piernas obligándome a separarlas un poco con su postura.
    Sus manos recorrían mi cuerpo siguiendo cada una de las curvas de mi silueta, al tiempo que las mías se agarraban a su espalda con fuerza, temí por un momento perder la estabilidad y colocando mis manos en su pecho le impulsé hacia atrás, nos quedamos de pie en medio de la habitación, mirándonos durante breves segundos, sus ojos brillantes y con las pupilas dilatadas reflejaban el deseo que sentía, y mi respiración agitada le incitó a acercarse de nuevo a mí con rapidez, sujetándome con una mano por la cintura mientras con la otra intentaba desabrochar torpemente la parte superior de mi bikini.
    Reí al comprobar que no era capaz de soltar el cierre y le ayudé a hacerlo.

    -Estaba a punto de arrancarlo- dijo con un ligero tono de desesperación.
    -Menos mal que los pantalones llevan cremallera- reí de nuevo.

    Comenzó a besar mi cuello jugando con su lengua y provocando que se me erizase la piel. Arqueé ligeramente la espalda inclinando mi cabeza hacia atrás mientras él seguía su recorrido hacia mi abdomen.
    Bajó la cremallera del pantalón y se incorporó de nuevo para volver a besarme en la boca con pasión. Nos deshicimos de la poca ropa que nos quedaba puesta y no sé cómo pero terminamos apoyados contra la pared y no pudimos resistirnos más, apenas pasaron unos minutos pero liberamos toda aquella tensión que habíamos sentido desde que Irene había puesto la radio.
    Caímos sobre la cama cansados por la agitación del momento, y sintiéndonos aliviados.

    -¿Qué es lo que nos ha pasado?- preguntó aún un poco asombrado por lo que acabábamos de experimentar.
    -No lo sé, supongo que existe algo entre nosotros que nos conecta con la música de una manera especial, pero lo de hoy…ha sido algo único.
    -Es extraño, pero sea lo que sea me gusta, solo espero que si vuelve a suceder, no sea en un sitio público, lo íbamos a pasar mal.

    Los dos reímos sabiendo que aquello era cierto.
    Después de esos días en la cabaña regresamos a casa, yo pasé un par de días con mi hermano, el sábado nos fuimos al camping con mis padres y él aprovechó a irse al pueblo con su madre y sus hermanas, no había pasado mucho tiempo con ellas desde que había vuelto y también le echaban de menos.
    Cuando terminaron mis vacaciones regresé al trabajo y él empezó a buscar locales y a preparar papeleo, visitas a proveedores y a organizar todo lo necesario para montar el taller.
    Fueron meses de mucho lío y aunque estábamos en temporada alta de trabajo para mí, siempre que podía le acompañaba.
    Al final encontró un local que le gustó mucho, el alquiler era razonable y estaba en una zona céntrica, en un barrio con mucho comercio y bastante movimiento, así que lo alquiló y enseguida empezaron con las obras, esperando que en un par de meses estuviese listo para montarlo todo.
    Justo después del puente de diciembre yo tenía mi último viaje programado para preparar la campaña de Navidad en una de las tiendas nuevas que habían abierto mis jefes.
    Pasé fuera un par de días y la tarde que regresé al entrar en casa me lo encontré en la cocina sentado mientras mi madre preparaba la cena.

    -¿Qué haces aquí?- dije sorprendida al verle.
    -Estaba hablando con tu madre.
    -¿Con mi madre?
    -Si, bueno, he bajado porque sabía que llegabas ahora, y me he quedado aquí un rato con ella, hablando de nuestras cosas.

    Mi madre reía bajito y los dos se miraban de manera cómplice.

    -No sé qué será, pero algo tramáis- dije.
    -¿Tienes algo que hacer ahora?
    -No, solo deshacer la maleta.
    -Pues déjala para después y acompáñame a un sitio.
    -Pero si vamos a salir necesito asearme un poco antes.
    -Tranquila, vamos andando, es aquí al lado.

    Todo me parecía muy extraño, vivíamos en un barrio a las afueras de la ciudad y allí no había nada más a aparte de un quiosco pequeñito, una tienda de ultramarinos y un bar.
    Salimos y caminamos no más de 5 minutos, tres calles más arriba de la nuestra.

    -Es aquí- dijo parando en mitad de una calle.

    Hizo una llamada de teléfono.

    -¿Hola? Ya estamos aquí.

    Alguien al otro lado le respondió y él habló de nuevo.

    -Si, no hay problema, podemos esperar 10 minutos, hasta ahora.
    -Me vas a contar qué pasa?- pregunté un poco nerviosa sin entender nada.
    -Dame 10 minutos y lo verás.

    Miré impaciente a mi alrededor intentando ver algo que me diese una pista, pero lo único que había en esa calle eran varios apartamentos cerrados y un local que usaban como almacén en una empresa de limpiezas.
    Unos minutos después un coche aparcó junto a nosotros y de él salió un señor muy sonriente que le saludó dándole la mano mientras le preguntaba:

    -Es ella ¿verdad?
    -Si, ésta es Elsa, y él es Antonio, seguro que le has visto por el barrio alguna vez.

    Recordaba su cara, me había cruzado con él en alguna ocasión cuando bajaba a la tienda.

    -Bueno, pues vamos allá, a ver si le gusta- dijo aquel hombre mientras se dirigía a uno de los apartamentos.

    Abrió la puerta y nos hizo un gesto con la mano, invitándonos a pasar.
    Yo cada vez entendía menos y le miraba continuamente esperando que me dijese algo.

    -¿Te gusta?- preguntó.
    -Si… pero no sé qué hacemos aquí.
    -Estamos viendo un apartamento.
    -Ya, pero… ¿para qué?
    -Elsa- me cogió de la mano colocándose frente a mí- estamos viendo un apartamento y te he estoy preguntando que si te gusta, ¿para qué crees que estamos aquí?

    En ese momento me di cuenta.

    -¿Es para…nosotros?
    -Solo si tú quieres, y si te gusta, podríamos venir a vivir aquí, juntos. ¿Qué dices?
    -¿Qué digo? ¡Que estás loco! ¡Pero me encanta!

    Le abracé y le besé emocionada mientras aquel hombre nos miraba desde la puerta riendo sin parar.

    -Os dejo un rato solos para que lo veais con calma mientras hago unas llamadas y vuelvo ahora por si teneis alguna pregunta.

    Nos quedamos los dos en el apartamento y empecé a mirarlo todo llena de emoción.
    Todo era nuevo, en ese terreno había unas casas antiguas y las derribaron, cuando construyeron los apartamentos entregaron algunos a los propietarios de las casas anteriores, Antonio ya tenía su propia casa así que había amueblado el apartamento y lo tenía en alquiler.
    Había una pequeña entrada con un perchero y un mueble pequeñito, tipo recibidor y desde ahí se accedía directamente al salón, que era bastante amplio, tenía un sofá en color beige adornado con unos cojines en tonos mostaza y verde y una mesita baja de madera, frente a un mueble también de madera con varios módulos.
    Al lado estaba la mesa de comedor con 6 sillas, todos los muebles eran en color sable y las paredes estaban pintadas en beige excepto la pared central del salón, que era de efecto ladrillo en color claro.
    La cocina era abierta y tenía barra americana con muebles en color crema y la encimera verde.
    A la izquierda estaba la puerta del baño, sonreí al entrar y comprobar que tenía una bañera grande con azulejos de mosaico en tonos tostados.
    Al fondo estaba la habitación, la pared del cabecero era como la del salón, con efecto ladrillo en tono claro, y el resto en beige.
    Había una cama doble con canapé y dos mesitas de noche a los lados, un tocador frente a la cama y un armario empotrado bastante amplio.
    Quedaba un espacio libre en una de las paredes y pensé que podría colocar allí mi colección de discos, me recordaba un poco a mi habitación y me sentí cómoda.
    La ventana era grande y daba a un patio interior que parecía muy bien cuidado, con una zona verde y una isleta de piedra en medio.
    Era un apartamento sencillo y no demasiado grande, pero me encantaba.

    -¿Por qué no me dijiste nada de esto?
    -Quería sorprenderte, aun a riesgo de que pensaras que era una locura. Me enteré por casualidad de que Antonio alquilaba el apartamento, le llamé para verlo y me gustó tanto que no me lo pensé más. Hablé con mi madre y después con tus padres, por eso bajé a tu casa esta tarde antes de que llegaras y les conté lo que tenía planeado. Llevaba tiempo con la idea de pedirte que viviéramos juntos, y esto fue como una señal. Aún no he confirmado nada, solo quería traerte aquí y que lo vieras, pero es algo que tendremos que hablar y decidir juntos y si no te gusta podemos buscar otro sitio.
    -Es perfecto- dije abrazándole- estando aquí contigo, yo ya me siento como en casa, no necesitamos buscar más.

    10 días después nos trasladamos al apartamento, fue bastante rápido pero ya estaba todo amueblado y solo tuvimos que llevar nuestras cosas.
    Esas fueron nuestras primeras navidades juntos, decidimos pasar la Nochebuena con mi familia y en Nochevieja nos iríamos al pueblo con la suya.
    Nuestra primera noche en el apartamento fue especial, preparamos la cena entre los dos, abrimos una botella de vino y después hicimos el amor por primera vez en esa cama que sería testigo de muchas noches de pasión.
    Cada uno tenía sus manías y sus costumbres y como todas las parejas, tuvimos que adaptarnos y reajustar ciertas cosas en la convivencia, y aunque hubo algún que otro enfado y diferencia de opiniones, nos comprometimos a no dejar que eso nos afectase demasiado, hablábamos, razonábamos las cosas y al final conseguimos encontrar un equilibrio.
    Estábamos convencidos y seguros de querernos y de querer estar juntos y éramos felices en nuestra casa.
    Normalmente yo no era de las que celebraba con demasiado entusiasmo el día de San Valentín, siempre pensé que no se necesitaba un día específico para celebrar el amor, que eso se podía hacer todos los días y sin necesidad de regalos materiales.
    Prefería tener gestos mucho más pequeños pero para mí más importantes y hacerlo siempre que pudiera, no solo porque el calendario lo marcase.
    Algunos días si yo tenía inventario, me marchaba muy pronto por la mañana y él aún estaba dormido, así que en esas ocasiones le dejaba notitas en el mueble de la entrada para que las leyese antes de salir cuando recogiese las llaves.
    A veces era un te quiero, otras veces alguna frase que había leído y me gustaba o le escribía estrofas de alguna canción, eran pequeñas tonterías pero eran mi forma de decirle que todos los días salía de casa pensando en él.
    Las tareas propias de la casa las hacíamos entre los dos, pero yo era un poquito maniática con algunas cosas referentes al orden. Podía parecer una bobada, pero por ejemplo, en la cocina, el armario de los vasos tenía tres repisas y a mí me gustaba colocar las tazas en la repisa central, él no prestaba atención a esas cosas y la mayor parte del tiempo las dejaba en el primer hueco que veía.
    Pero en ocasiones abría la puerta de ese armario y me las encontraba ordenadas incluso por tamaños, y sabía que él lo había hecho solo porque a mí me gustaba verlas así, realmente no era algo importante, pero eran ese tipo de cosas que me hacían darme cuenta de que se fijaba en los detalles más pequeños y respetaba mis rarezas y mis manías, por muy tontas que a él pudiesen parecerle.
    Pero él era mucho más romántico que yo en ese sentido, y quizás porque era el primer año que pasábamos San Valentín viviendo juntos, y además era domingo, lo celebramos de una manera más especial.
    Ninguno de los dos trabajaba ese día y normalmente los domingos nos gustaba quedarnos en la cama hasta un poquito más tarde, yo siempre había sido dormilona y aprovechaba los fines de semana para no madrugar, pero ese día lo hice.
    Me levanté pronto y preparé un desayuno para los dos.
    Salimos a dar una vuelta por el mercadillo, vimos un puesto de velas artesanales y me compró una de esas que venían en un vasito de cristal con una frase escrita.

    “Tú marcas el ritmo de mis latidos”
    ❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤❤

    Encargamos algo de comida para llevar en una de las casetas y por la tarde vimos una película tumbados en el sofá.
    Él se encargó de la cena, y por supuesto, preparó pasta.
    Brindamos con una copa de vino, bailamos un par de canciones y después de muchos besos, terminamos nuestra velada romántica con una maravillosa noche de sexo apasionado.
    No hubo grandes sorpresas, ni ramos de flores, ni joyas, pero para nosotros fue un San Valentín perfecto.
    Durante la Semana Santa decidimos irnos unos días a Santander y visitar el parque de Cabárceno.
    Había estado antes pero tenía muchas ganas de volver y aunque llovió durante una buena parte del día, no nos importó quedarnos allí aprovechando el máximo de tiempo para intentar verlo todo.
    Pudimos pasear por la playa y ver también el parque marino de La Magdalena.
    A los dos nos gustaban mucho los animales y disfrutamos un montón de aquel viaje.
    Después de meses de obras, papeleo y algunos retrasos con la llegada del material, en abril de 2016 por fin pudo abrir el taller y le fue bastante bien desde el principio, tenía experiencia con el trabajo que hacía y además contaba con algunos contactos de clientes con los que había tratado en la fábrica y eso le ayudó mucho también con la venta de material.
    Ese año nuestras vacaciones fueron algo más cortas, con el taller recién abierto y teniendo pedidos y trabajos pendientes, no quería faltar demasiado, pero sí que pudimos pasar una semana en la cabaña y descansar un poco.
    El resto del verano yo aprovechaba las tardes que tenía libres para ir a la piscina con Ana y Carol y después iba a recogerle al taller para irnos a casa juntos, o quedábamos con Jaime y Mateo también y nos íbamos a tomar algo y así pasábamos un rato con nuestros amigos.
    Por entonces Ana y Mateo ya habían hecho oficial que estaban juntos y Carol continuaba con sus encuentros cada vez más habituales con Jaime, se notaba que se gustaban mucho aunque seguían manteniéndolo como algo informal.
    Después del verano organizamos varias cenas con ellos en el apartamento y siempre eran muy divertidas.
    Algunas veces Irene también venía con su chico, o ella sola y nos quedábamos viendo una película, como tantas veces habíamos hecho antes los tres.
    Los fines de semana, cuando empezó el otoño, aprovechábamos a viajar a lugares cercanos, pasábamos el día en la sierra, o nos íbamos a conocer algún pueblo de la zona, a veces salíamos a cenar, o al cine… y en otras ocasiones nos quedábamos en casa y por darme el capricho, cenábamos tortitas.
    Tampoco eran grandes planes pero no necesitábamos mucho más, llevábamos una vida sencilla y estable, teníamos amor, familia, amigos, trabajo y para nosotros era más que suficiente, nos sentíamos afortunados de poder contar con todo eso, y éramos felices.
    Llegaron las navidades de nuevo y después de muchos años de horarios interminables, conseguí tener una jornada de trabajo más razonable gracias a que éramos más y pudimos cubrir todos los turnos sin cargarnos con demasiadas horas.
    Entre semana solía salir a las 7 y una de las tardes que salí a hacer algunas compras de Navidad él me llamó.

    -¿Dónde estás?
    -Estoy en el centro, iba a entrar en esa tienda de complementos que te dije para mirar los regalos de tus hermanas.
    -¿Y puedes dejarlo para otro día? Necesito que vayas a un sitio.
    -Si claro, dime.
    -¿Te acuerdas donde estaba la tienda en la que compramos la taza de Irene?
    -Si.
    -Pues ve hacia allí, espérame en la puerta que voy a cerrar el taller y llego en 15 minutos.

    Era una de esas tiendas en las que hacían trabajos de impresión y regalos personalizados, en el cumpleaños de Irene encargamos una taza con una foto de ella, era pequeña y en uno de sus cumpleaños terminó con toda la cara manchada de tarta de chocolate, alguien le hizo esa foto y en su familia siempre la recordaban como algo entrañable.
    Llegamos casi a la vez a la tienda y me pidió que esperase en la puerta mientras él entraba.
    Me pareció un poco raro pero supuse que habría encargado algún regalo para mí y no quería que lo viese.
    Me quedé junto al escaparate y vi como hablaba con una de las dependientas, mirando hacia donde yo estaba, y los dos sonreían de manera cómplice mientras ella le entregaba un sobre.
    Cuando salió no pude resistirme y le pregunté:

    -¿Qué te traes entre manos? He visto como me mirabais los dos- dije de manera curiosa.

    Temblaba un poco por el frío, ya había anochecido y ese invierno estaba siendo especialmente gélido.
    Él me rodeo con sus brazos, acercándome a su cuerpo como si quisiera abrigarme.

    -Ven, vamos a dar un paseo.

    Fuimos caminando en silencio hacia el casco antiguo, me gustaba mucho pasear por esas calles, sobre todo en invierno.
    Había un ambiente especial con la decoración navideña, los puestos de castañas en la calle y la iluminación habitual de esa zona, las farolas emanaban una luz amarilla que destacaba las sombras de las piedras con las que habían construido aquellos edificios antiguos y era casi mágico ver como algunos destellos de luz se reflejaban en el suelo.
    Me fascinaba, iba distraída mirando hacia las fachadas de los edificios y no me di cuenta de que habíamos llegado a la puerta de los jardines.
    Si había algo que me gustaba aún más que pasear por esas calles, era pasear por esos jardines.
    Eran 2.500 metros cuadrados repletos de cientos de especies de árboles, plantas y flores que se dividían en diferentes zonas separadas por arbustos y en el recorrido podías encontrar fuentes y pozos antiguos, o monumentos que representaban una parte de la historia de los jardines.
    La mezcla de olores que desprendía la vegetación te inundaba los pulmones.
    Desde el interior además se podía ver la Catedral, era un espectáculo visual, estaba enamorada de aquel lugar.

    -Qué pena que esté cerrado, ya que estamos aquí me hubiese gustado entrar- dije.
    -No te he traído hasta aquí para quedarnos en la puerta- dijo sonriendo.

    Hizo una llamada y al momento apareció el guardia de seguridad, se conocían porque aquel chico había trabajado en la fábrica unos años antes.

    -Solo os puedo dejar media hora, luego tengo ronda y cambio de turno- dijo mientras abría la verja de la entrada.
    -No te preocupes, es más que suficiente, gracias- dijo él guiñándole un ojo.

    Paseamos hasta llegar a la primera zona donde se cruzaban varios caminos iluminados por pequeños faroles, había unos bancos de piedra y en el centro uno de los pozos donde las parejas solían dejar candados, como en el Puente de las Artes de París.

    -¿Nos sentamos?- dijo señalando hacia uno de los bancos.
    -Me encanta este lugar, podría pasarme horas y horas aquí.
    -Tengo algo para ti, y quería dártelo en un sitio especial, sé cuánto te gustan estos jardines y pensé que no encontraría mejor lugar que éste.

    Sacó el sobre que había recogido un rato antes y me lo entregó con las manos un poco temblorosas.
    Lo abrí un tanto nerviosa mientras no dejaba de mirarle, él también estaba nervioso y le brillaban los ojos de una manera especial, de una manera que no le había visto nunca hasta esa noche.
    Dentro del sobre había un CD, era como un disco de vinilo en tamaño pequeño, de esos que vienen protegidos por una funda de cartón grueso.
    En la parte trasera había una lista con todas las canciones que habían formado parte de nuestra historia, era parecido a lo que había hecho con aquel CD que grabó unos años antes, pero esta vez tenía algo diferente, la portada estaba personalizada, el fondo tenía unos destellos brillantes y sobre él había un texto impreso.
    Comencé a leer y a medida que avanzaba, las lágrimas surgieron resbalando por mis mejillas.
    Cuando terminé, le miré a los ojos y él, aún nervioso y con la sonrisa más bonita y sincera que le había visto nunca, me preguntó:

    -¿Qué te parece? ¿Quieres que hagamos unas cuantas copias más y las regalamos en Navidad?

    Le besé, con los ojos llenos de lágrimas y contesté a esa pregunta con la única respuesta que podía darle:

    -Si, quiero.

    Vinilo


    Responder
    Moetsi
    Participante
    Moetsi on #152272

    Hoy más que nunca ¡espero vuestros comentarios y reacciones!
    Y os recuerdo que después de éste capítulo habrá un último especial ????

    Si quereis seguirme en redes sociales:
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    Responder
    Anónima
    Invitado
    Anónima on #152276

    Sencillamente perfecto. Gracias por este relato tan maravilloso Moetsi.
    #elvecinoforever

    Responder
    M. Angeles
    Invitado
    M. Angeles on #152278

    PERFECTO!!!! me a encantado yes una lástima que se haya terminado ????????

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    Henar
    Invitado
    Henar on #152283

    Ohhhhh! Me encanta el final. Aunque da penita que se termine ????. Y por fin el nombre del vecino ????. No me esperaba ese nombre, pero me gusta. Fran ????????????. Que puntazo la incautación de boda,me encanta es muy original. Enhorabuena por la historia, he estado enganchadísima hasta el final, como voy a echar de menos a los vecinos ????????????????????

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    Lila
    Invitado
    Lila on #152284

    Ainssssssssss me mueroooooo!!!! Sencillamente precioso!!!!!
    Como te dije en mi primer post, gracias por hacernos soñar!! Ha sido una historia mágica y romántica.
    Por cierto, me encanta el nombre del vecino ;-)

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    Marsoñadora
    Invitado
    Marsoñadora on #152286

    ¡Ains! Me ha gustado mucho, deseando leer ese capítulo especial imagino que con la boda. Siempre nos dejas con ganas de más ;)

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    Alba
    Invitado
    Alba on #152288

    Me ha encantado! Y ahora, como cuando terminas un libro o una serie que te encanta, queda un vacío. Ha sido muy happyflower el final pero lo cierto es que las mejores cosas en esta vida lo son.
    Espero que vuelvas con más relatos y nos sigas deleitando con tu talento. Un besiño muy grande, bonita, y gracias por este regalo que nos has hecho!????????????

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    Sonia
    Invitado
    Sonia on #152290

    Simplemente genial… Chapó. Me han encantado todos tus capitulos

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    Judith
    Invitado
    Judith on #152297

    Y que viva el amor! Nos encantan Fran y Elsa, y esta historia de amor que nos ha tenido tan enganchadas. Su música, sin duda, forma ya parte de nosotras.
    No te olvides de seguir escribiendo. Quedamos aquí a la espera de más relatos tuyos. Que con tanta oscuridad que hay en nuestros días, una brisa de aire nuevo hace que vuelva a brillar el sol.
    Enhorabuena, escritora. Enhorabuena

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