La nostalgia vive en mí desde hace unos meses y es porque cualquier tiempo pasado fue algo mejor.

Las apuestas televisivas son cada vez más transgresoras e intentan darle al público una diversión y visión diferente del mundo, pero echo en falta algunos programas que se volvieron míticos.

Me es indiferente si los vuelven a trasmitir o los rehacen, aunque reconozco que hacerlos en nuestros días haría que perdiesen magia.

¿Te preguntas qué programas son? Igual soy más viejuna de lo que creo, pero muchos de ellos nos han regalado grandes momentos y sintonías.

  1. Lo que necesitas es amor. Tal y como está el patio, no estaría de más ver los dramas de los 90 en cuanto a amoríos. Esa caravana que esperabas ver expectante por tu ciudad porque significaba que alguien iba a pedirle perdón a su pareja, o los momentos en los que amores a distancia se veían por primera vez. Todos esos detalles no tienen precio.
  2. Furor, furor. ¿Quién no ha cantado esta sintonía estando de fiesta? ¿Y el popurrí, popurrí? Creo que en la vida veremos algo igual en la pantalla. Esos famosos de moda, desgalillados cantando temazos de cualquier época, intentando no pronunciar una palabra o letra en concreto, ganando minipuntos y retando al equipo contrario. ¡Qué maravilla! No recuerdo qué día lo emitían (creo que era fin de semana) pero en casa era una apuesta segura a la diversión.
  3. ¿Qué apostamos? ¡Esto sí que eran experimentos! Cada semana retaban a la lógica y termodinámica para mostrar apuestas absurdas y otras no tan raras. Los presentadores eran un plus a que tuviera audiencia, pero también servían para ver retos inimaginables.
  4. Música sí. Todos los sábados por la mañana hacía los recados que me pedía mi madre y me plantaba delante de la tele para no perderme detalle, y si no podía verlo, lo grababa en vídeo. ¡Qué tiempos! Ahora no hay casi programas de música en directo ni de novedades, lo hemos dejado todo para las redes sociales y es una verdadera lástima. Seguro que muchas de nosotras tenemos alguna cinta de VHS con nuestras actuaciones favoritas, solo que pocas lo admitimos.
  5. Sorpresa, ¡sorpresa! Otra maravilla que se ha echado a perder. Siempre que lo veíamos en casa mis padres se ponían en la piel de todos aquellos a los que les sorprendían con miembros de la familia perdidos o con aquellos hijos que se reunían para hacerles un homenaje a sus padres; mientras que mi hermana y yo soñábamos con ir y que nos sentaran al lado a un miembro de Backstreet boys disfrazado de lo que quisieran. Este programa fue trampolín para muchos cantantes y artistas que los conocían en su casa, pero en las nuestras no habían llegado. ¿Quién no ha dicho alguna vez que Mónica Naranjo le debe la fama a ese fan que la seguía en México cuando aquí no sabíamos nada del poderío de esa señora?
  6. El diario de Patricia. ¡Qué grandes tardes pasábamos con esta movida! Era una fantasía, el mundo de dividía entre gente normal y los que salían en ese programa. Cada día el tema era mejor que el anterior y los participantes siempre sorprendían. Si lo volviesen a transmitir y tuviera twitter, explotaba la red, te lo digo tal cual.
  7. La noche de los castillos. Aquí sale mi parte de amante de la historia, del teatro y de los juegos interactivos. Era una especie de escape room dentro de las fortificaciones más bonitas de nuestro país, donde contaban su historia y servían de escenario para un juego de pruebas e ingenio. Los concursantes tenían que descubrir misterios para ir pasando de fase hasta rescatar a la princesa del castillo, que cada semana era una famosa diferente. Volver a transmitir este programa supondría una forma de mostrar nuestro patrimonio y entretener al público con concursos de agudeza mental mucho más dinámicos que los que se emiten actualmente.
  8. Art attack. Si en la actualidad nos gustan las manualidades, es por este programa. ¿Quién no hacía estos experimentos artísticos en casa? Yo, por lo menos, lo intentaba. Creo que estamos carentes de programas creativos donde premien el ingenio y la capacidad de transformación y reciclaje de cosas mundanas. Si algo nos enseñó este Jordi Cruz, es que el arte nos rodea, solo debemos tener un poco de visión para poder transformarlo.
  9. La parodia nacional. Os confieso que de pequeña quería ser letrista en este programa. Muchas amigas querían ser las intérpretes que con gracia defendían una canción con crítica social, pero yo adoraba el ingenio de quién la había compuesto. Lo mejor de este programa era su maravilloso presentador y cómo eran capaces de hacer tanto con tan poco. Las críticas jocosas de aquella época no son comparables con los meses de ahora, pero si los dos sobreviviesen, ya sería el acabose.
  10. El Informal. Después de ese programa, todos queríamos ser dobladores, decíamos con tono silbante ese «¿Qué pasa?», hacíamos ruidos con los pasos de la gente por casa y no se nos olvidará nunca grandes personajes como Yoda Puyol. Nunca la actualidad fue tan divertida y original. ¡Los necesitamos de vuelta!