De las festividades que más me gustan desde pequeña es Halloween. Y os adelanto ya que no puedo con los haters que me vienen todos los años con la retahíla de: “es que no es una festividad española…”, “es que no sé por qué tenemos que celebrar una fiesta americana” … y un largo ETC.

Una de mis mayores ilusiones es poder, algún día, tachar de mi lista de cosas que hacer mientras viva (porque no me gusta decir antes de morir), viajar a México donde celebran el día de los muertos. ¿Habéis visto la película de Coco? Creo que representa muy bien la filosofía que se tiene en México sobre la muerte y la veneración a sus difuntos. Me encanta porque irónicamente parece que, en lugar de festejar la muerte, festejan con colores y alegría los días de vida de sus muertos. Es como si por un día tuviesen la oportunidad de volverse a “reencontrar con ellos”.

Realizan altares preciosos, coloridos, con fotos de todos ellos, donde se los ve solos, o con personas de la familia, les hacen sus comidas favoritas, tocan sus canciones preferidas… todo desde el máximo respeto, por supuesto.

Bueno, pues días antes de Halloween hay cosas que me flipan. Bueno, y justo el día de Halloween, aquí, una servidora vuelve de nuevo a su infancia.

La decoración del terror

Me encanta preparar una decoración súper terrorífica. Pero de estas curradas, curradas. Las manualidades es algo que siempre me han gustado y hacer guirnaldas con amigos y familiares es algo muy divertido. Las solía hacer de calabazas, fantasmas, cuchillos con la punta manchada de sangre (artificial claro, no pensemos que soy Miss Sanguinaria)… también me gusta hacer cartelitos. Uno muy top que se hizo popular a más no poder fue la típica frase de: “Hola grupo, feliz jawelin. Soy la Vane” jajajaja Aquí el que no se lo pasa bien es porque no quiere…

La elección del disfraz

Cuando era más pequeña solía ayudarme mi madre con la elección del traje. Además, por suerte, tengo una mami con unas manos de oro, y era siempre ella quien me los confeccionaba. Guardo todos esos disfraces como oro en paño. Me disfrazaba a mi aire hasta que empecé a ser más “mayor” y a salir con las amigas.

Ahí ya sabéis que la elección del traje suele ser común. Bueno, pues el hecho de que todas las amigas nos juntásemos a mirar en las revistas posibles ideas, en internet, elegir una temática sobre terror (de alguna película, un personaje en concreto…), me encantaba. Lo vivía con muuuucha ilusión. Creo que más que cuando me visto para noche vieja. Al dato.

Elegir la mejor calabaza

En mi casa, el día de Halloween se decoraba como si de navidad se tratase. El jardín era la mejor casa del terror. Colgábamos recortables de esqueletos por las rendijas de la casa. A los típicos nomos de jardín mi madre les pitaba sangre por la cabeza, y lo mejor de todo… las calabazas.

Recuerdo que solíamos comprar dos o tres para la decoración. Las vaciábamos con sumo cuidado y les hacíamos una sonrisa de triángulos lo más terrorífica posible. Abajo del todo, en su interior colocábamos una vela y las situábamos por diferentes zonas del jardín.

Muchas chuches, Truco o Trato

Días antes del día oficial iba a comprar chuches de todas las clases para cuando otros niños llamasen al timbre a pedir el famoso “Truco o Trato”. Tengo que reconocer que yo nunca he sido de dar dinero. Algo que por cierto creo que solo se hace en España porque nunca he visto en películas que a los niños se les dé algo más que caramelos y dulces. El caso es que conocía una tienda que precisamente se preparaba para esta festividad y siempre por la fecha llevaba chucherías con temática terrorífica.

Allí iba yo a comprar gominolas en forma de huesos, de esqueletos, de dedos cortados con sangre, vampiros de gominola, dientes de vampiro, fantasmas… me encantaba estar bien preparada para que ningún niño se quedara sin su chuche.

Sombra aquí, sombra allá

El maquillaje en todas sus versiones es algo que siempre me ha gustado. Tanto maquillarme a mí como maquillar a otras personas. Pero el día de Halloween era la excusa perfecta para hacer el maquillaje más exagerado, salvaje y terrorífico. Caras pálidas, ojeras entre grises y negras, labios y párpados morados… recuerdo incluso que un año compré látex para imitar un corte de sangre en la cara. Nos divertíamos mucho, una pena que solo fuese un día. Me gustaba mogollón ir por la calle sin que nos reconociesen.

No hay noche de terror sin pelis de terror

¿Cuáles eran vuestras favoritas? A mí sin duda mi película por excelencia para el día de Halloween es Hocus Pocus (1993). Tres brujas que rozan la comedia. Seguro que os suena ¿Quién no la ha visto? Además es apta para toda la familia porque es una comedia infantil. A mí es que ese tipo de películas de «miedo» me encantan.

Luego están las típicas, The ring, Frágiles, La Monja… que, bueno, dan sustillos pero de miedo, miedo… de todas formas con la sugestión que se crea en Halloween… el miedo está asegurado.

En fin, seguro que hay miles de cosas más que todos hacemos en Halloween. Como galletas caseras con formas de fantasmas o cosas similares relacionadas con el terror. ¿vosotras qué hacíais para pasar Halloween de la mejor forma posible?