Todo el mundo habla de ella. Twitter se ha llenado de comentarios de detractores  y de acérrimos nuevos fans. Los enlaces hablando de ella nos  invaden. Todo el mundo sabe que hay una niña rapada, un grupo de niños, una furgoneta que vuela por los aires y Winona Ryder. Sí, hablamos de la serie del verano: Stranger Things.

Porque se quiera o no es la serie del verano. Todo el mundo anda (andamos) como locos con esta serie. Pero también está esa gente a la que no le ha gustado (en este momento no comparto opinión, pero sí que os apoyo y comprendo. En otras ocasiones me he visto odiando sola películas que los demás adoran. Pero ahora no).

Puede que se haya vuelto en un fenómeno, puede que sea demasiado mainstream, puede que deje cosas sin cerrar o que tenga fallos que le cuelgan y puede que sí,  que nos dejemos llevar en demasía por ese espíritu añejo que emana. Pero creo que hay algo más y que por eso ha hecho que esta serie, creada por los hermanos Matt y Ross Duffer,   ocupe parte de nuestro verano y animemos a todos a verla.

     Los ochenta 

Por supuesto, no es suficiente pero la recreación que han hecho de una época y parte del cine con el que crecimos está ahí. Una dirección de arte preciosa, una foto cuidadísima, Vangelis sonando… Nos vemos en otra década, volvemos a esas cintas VHS que veíamos una y otra vez y que aquí se encargan de recordarnos sin ningún tipo de pudor.

En la serie está una banda sonora genial y están E.T.Poltergeist, Los Goonies, Stand by me…  Y no dejé de pensar en Twin Peaks desde el primer capítulo. Pero es algo tan evidente y buscado que no se puede ver como un plagio ni una copia, sino como un homenaje.

(Ojo. En el siguiente vídeo vienen planicos y escenas de la serie….)

      Volvemos a ese barrio

Jamás he vivido en uno de esos barrios de la periferia de Estados Unidos pero ver Stranger Things  ha sido como volver a un lugar conocido, como si fuese el lugar en el que pasaba temporadas o veraneaba. Nos encontramos en Hawkins (Indiana) donde Mike y sus amigos van en bici recorriendo las calles de esas casas unifamiliares, donde van a esos colegios e institutos enormes que ya conocemos desde que fuimos con Elliot a clase. Donde están los populares y los niños raritos.

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      La pandilla de amigos

Los niños de la serie me han fascinado. Cada uno tiene su rol y ocupa su puesto en la pandilla. Está clara su relación entre ellos y cómo afrontan las extrañas cosas que les están sucediendo.  Dustin se ha convertido en el favorito de muchos pero también Mike (Finn Wolfhard) ha tenido escénicas para aplaudirle.

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       Eleven

Ella, Eleven/Once. Han conseguido crear un personaje que ya se ha convertido en icónico. Envuelto en un misterio constante, con El (o para nosotros, “Ce”)  hemos tenido algún momento de tensión, nos hemos emocionado, hemos sonreído y hemos querido ir a darle un abrazo y decirle que nosotros cuidaremos de ella. Con una estética inconfundible, 11 se ha convertido en el símbolo de la serie y que, sin duda, será recordado. Tenemos ese 011 tatuado en nuestro corazón.

Además, estoy deseando ver cómo evoluciona la carrera de Millie Bobby Brown quien realiza un trabajazo interpretando a esta niña tan especial.

Stranger Things

      Winona

Nuestra Wino Forever ha vuelto. Opiniones encontradas ante el trabajo que realiza, su papel de madre desquiciada ante la desaparición de su hijo nos ha devuelto a una actriz a la que hemos visto ir cambiando de registro desde los comienzos de su carrera. Nuestra Lydia Deetz de Beetlejuice interpreta a Joyce, una mujer que se aferra a cualquier posibilidad para poder encontrar a su hijo.

Con las escenas del teléfono no dejaba de pensar en otra madre llevada al extremo, como fue la madre de Laura Palmer en Twin Peaks.

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    Es como si Spielberg se tomara un café con King una tarde de verano y nos quisiesen contar un cuento. Un cuento de los que a gente normal, en un lugar normal, les suceden cosas extraordinarias, cosas raras.

Pero si hay algo con lo que concluiría para animar a ver la serie  es que se trata de una serie bonita. No sólo por la estética y por el envoltorio. No sólo es un celofán de colores, dentro hay una chocolatina rica dispuesta a ser devorada o comida a cachicos, como quieras.

Porque se me escapaba sonrisa cómplice (las escenas de los amigos o el momento  de Mike explicando a Eleven el baile es muy ‘Ay’). Porque en los primeros capítulos me dio algo de cosica (tranquilos, no da miedo. La vi a oscuras y con los ruidos repentinos que hacía mi gata por casa). Porque me salió pucherito con el final del tercer capítulo (¡el final del tercer capítulo!). Porque, aunque todos sabíamos lo que iba a ocurrir, me emocioné con el final.  Porque estas noches de calor se han llevado mejor con la historia que estaba pasando en Hawkins.

Porque es la serie del verano, pero quiero volver a verla en otoño.

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Ya han hablado de secuela, de momento no han dicho segunda temporada, y estamos deseando que nos aclaren todas las cosas extrañas que todavía no se han resuelto.

 

Imágenes: ‘Stranger Things’ (Netflix)