Que paren las rotativas, que la Tierra deje de girar y que se detenga hasta el cambio climático.  ¡Brad Pitt y Angelina Jolie han roto! ¡Horror!

Como lo leéis. Así sin anestesia recibíamos ayer la noticia. Tras doce años de convivencia y una prole más que cuantiosa, el fin de una era ha llegado. Al parecer es la propia Angelina quien le ha pedido el divorcio a Brad, por las ya manidas «diferencias irreconciliables». Como comprenderéis, para una cotilla de profesión que soy, este motivo se me queda escaso. Así que investigando a través de mi visillo he leído que si la marihuana, el alcohol, las infidelidades y un poco de mal carácter por parte de él tenían la culpa. Siendo el detonante final un capítulo un poco más salido de tono. Otros diarios sensacionalistas (o sea, cotillas como yo) achacan la ruptura a distintos pensamientos a la hora de criar a los hijos.

Y es que claro, los ‘brangelinos’ son más un colegio que una familia. Y a mí solo se me viene a la mente la canción de Ella Baila Sola que dice: «Nada es tuyo, nada es mío. ¿Cómo repartimos ‘a los niños’? ¿Cómo repartimos los recuerdos de este amor

Este drama creo que solo puede quedar al nivel de la muerte de Chanquete (cualquiera de sus nueve veces televisadas). Y yo me pregunto… ¿empezarán de nuevo los cansinos rumores de reconciliación con Jennifer Aniston? Como si la pobre Chenoa no tuviera bastante cada vez que le preguntan lo mismo de Bisbal.

Solo tengo dos cosas por las que alegrarme de esta triste noticia. La primera, que no nos ha pillado en lunes. ¡Porque a ver cómo íbamos a superar esta tragedia! Y sobre todo… ¡Que Brad Pitt  vuelve a estar libre!

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Firmado: Mgemil.