Padezco de vaginismo y menstrúo. Vaya movida, ¿eh? Lejos de poder usar tampones o copas menstruales, durante años mi única alternativa higiénica fueron las compresas. Unas compresas que no solo me irritaban, sino que suponían un gasto económico significativo y una permanente preocupación por las inoportunas (y constantes) fugas. Hoy he descubierto una nueva forma de vivir mi menstruación y quiero compartirlo contigo. ¡Shh! Será nuestro secreto.

Dos palabras mágicas: ¡bragas menstruales!  

¡Qué comodidad! ¡Y qué bonitas! Cuando una buena amiga me habló de “bragas menstruales” me sonó a ropa interior de abuela. O las típicas del posparto, de esas que cuando las cuelgas del tendedero parecen un paracaídas. ¡Qué va! De diseño moderno y elegante, encontré en DIM bragas menstruales diferentes estilos y colores que se han adaptado a mi cuerpo y a sus necesidades. Me siento libre haciendo CrossFit y segura echando unos bailes los findes.

También duermo tranquila por las noches. Fabricadas en algodón orgánico, nunca hubiera imaginado su gran capacidad de absorción. No sabes la de sábanas que he ensuciado a lo largo de mi vida… ¡Puff! O sillas en restaurantes, butacas de cine o pupitres de la uni. Me pasé media juventud pidiéndole a alguna compi “ojeadora” que echase un vistazo a mi trasero por si se había rebosado la compresa; de hacerlo, debías recurrir al infalible plan de ponerte una chaqueta o sudadera amarrada a la cintura para huir del lugar cabizbaja, decepcionada por cancelar antes de lo deseado tu plan e incluso, según la edad, algo abochornada. Eso se acabó. Cuando uso bragas menstruales me mantengo seca durante horas. No necesito ‘ojeadoras’ ni escapar como Houdini. Además, (redoble de tambores) no filtran ningún olor.

¡Y lo que se ahorra! 

No era consciente del dinero que perdía en productos de higiene personal hasta que dejé de comprarlos. Mis reglas son abundantes y largas, por lo que el desembolso de pasta mensual era considerable. Lo tenía normalizado, como un impuesto más. Al usar bragas menstruales -que compras una vez, las limpias y las reutilizas-, el gasto se reduce a mínimos. Lo notará tu cuenta bancaria y el planeta, ya que se trata de una prenda sostenible. De esta manera, dejo de contribuir al desastre ecológico de los desechables: cuido del medio ambiente, mientras mi cuido a mí misma, porque no olvidemos que las compresas y los tampones usan químicos que son disruptores endocrinos peligrosos a largo plazo.

En lo + que me ha influido 

Vayamos un paso más allá de la comodidad, de un diseño bonito y funcional y de la economía y ecologismo. Te voy a hablar de lo cómo las bragas menstruales han influido positivamente en mi vida. En el pasado, la menstruación me generaba estrés. Era engorroso, sucio. Ahora lo veo como algo natural: he conectado con mi cuerpo, aceptando mi feminidad y ganando confianza. Me baja la regla, me pongo mis bragas y ¡ea! Enfrento el día con seguridad.

Así que, ¿a qué está esperando? ¡Únete a la revolución de las bragas menstruales! Descubre, como lo he hecho yo, la magia que pueden aportar a tu vida. Es hora de abrazar la comodidad, la confianza y la alegría durante nuestra menstruación.