Llevo 14 años viviendo en Reino Unido. Ahora estoy casada y tengo con quién pasar las fechas importantes. Pero no siempre fue así.

Al principio la única opción era conseguir vacaciones para volver a casa como el turrón.

Pero, en una empresa que no cierra ningún día del año, en la que trabajamos 23 personas, de las que 19 éramos inmigrantes, no siempre era una opción coger tiempo libre.

En mi segundo año aquí no conseguí días y me tocó quedarme aquí.

Me lo planteé como una experiencia diferente: yo, mi manta, mi sofá, mi pizza con piña (que es Navidad joer, hay que hacer algo especial), y mi tele para ver pelis románticas navideñas 24 horas.

Pero a los días, una compañera me sugirió que la pasáramos juntas, pues ella estaba en las mismas que yo. Además, quería incluir a uno de sus compañeros de piso que también estaba solo.

Este compañero invitó a una amiga, que invitó a un primo, que invitó a una vecina, y la cosa se fue saliendo de madre.

Ya éramos 9.

El primer problema ya era que ninguno vivíamos en una casa lo suficientemente grande para 9 personas.

El siguiente problema era que, aquí en Reino Unido no hay transporte público de ningún tipo el día de Navidad y cada uno vivíamos en una punta.

Íbamos a necesitar una casa bien grande para poder comer todos y quedarnos a dormir.

Tras mucho pensar, decidimos poner un anuncio en facebook, buscando algo grande para alquilar. Igual había algún potroso que sí se iba a casa por Navidad y nos alquilaba la suya por esos días.

¡Pero todo salió mucho mejor de lo esperado!

Nos contactó una chica que trabajaba de au-pair. La familia con la que vivía se iba de vacaciones, y le habían dado permiso para que fuéramos todos allí. La única condición fue que nos quedáramos en la planta de debajo de la casa. La chica invitó también a su novio, por lo que fuimos 11 en total.

Decidimos pasar de pavos asados y comidas típicas navideñas, y hacer una especie de buffet frío en el que cada uno llevara algo diferente. Los que sabían cocinar llevaron comida, los que no llevaron alcohol.

Y allí nos plantamos el 24 de diciembre a las 7 de la tarde en la casa de la au-pair.

La verdad es que éramos un grupo de lo más variopinto. 11 personas, 7 países diferentes, un total de 7 idiomas hablados, y cada uno hablando inglés a su manera. Todos teníamos trabajos diferentes y, sinceramente, poco o nada en común.

Pero lo pasamos genial. Comimos, bebimos, cantamos villancicos en varios idiomas, y hasta nos dimos regalos.

Este detalle me encantó, porque aunque no lo habíamos hablado, varias de las personas llevaron detalles para todos de regalo de Navidad.

A la hora de dormir, sacamos colchonetas hinchables y como pudimos nos tiramos por el suelo.

El día de Navidad más de lo mismo, nos comimos los restos que habían quedado y fuimos a dar un paseo. Intentamos ir al pub pero por aquella zona estaba todo cerrado así que volvimos a la casa y estuvimos viendo películas toda la tarde.

Al día siguiente por la mañana, cada mochuelo se marchó para su olivo.

A día de hoy, no tengo contacto con prácticamente ninguno de ellos, pero por algún motivo guardo muy buen recuerdo de aquellas navidades.

Andrea.