Se supone que todos tenemos un guilty pleasure. Algo que nos apasiona pero nos avergonzamos de reconocer. Cuando cuento mis gustos o cosas que me encantan mucha gente se sorprende y asegura que esos son mis gustos vergonzosos. Pero yo nada de guilty. Defiendo y me enorgullezco. Una de las series de televisión que más sorprende y causa alguna risotada es Buffy, cazavampiros. Sí, Buffy. ¿Esa serie cutre noventera? Sí, ésa. ¿En serio? Sí, ésa, ahórrate la risa.
El por qué me encanta daría para mucho que hablar pero una de las razones es lo que el personaje de Buffy supuso en la televisión. ¿Qué Buffy supuso qué? Sí, Buffy fue una novedad para los roles femeninos en televisión. Y, con ella, algunos personajes más que, aunque no nos demos cuenta, han ido cambiando los papeles que han ido teniendo (y tienen) las mujeres en la televisión.
Y he estado pensando en algunos de ellos.
Buffy, la cazavampiros
Buffy Anne Summers es la típica chica de instituto rubia y mona pero tiene algo que no se había visto antes: Buffy era, ante todo, la heroína. Sí, era una chica muy femenina, con los típicos problemas de chica de su edad pero ella era la protagonista, ella se enfrentaba a los malos y a ella no la iban a salvar, ¡era ella la fuerte! El creador de la serie (Joss Whedon) manifestó su interés en cambiar los tópicos en los que la rubia siempre es la víctima. Así en la serie, las mujeres tienen el poder (Buffy, Faith, Willow, Anya). Y Buffy se nos presentó como alguien que peleaba, que se enfrentaba a seres malignos y que tenía una poder (y una gran responsabilidad) y que ¡oh, dios mío! era una mujer. Por tener que luchar no se convierte en una forzuda ni trata de masculinizarse. No, ella sigue siendo una adolescente quejica y algo cursi (sí, lo era), con sus problemas de amoríos y de instituto pero que es consciente de la gran misión que tiene. Además, temporada a temporada, el personaje va evolucionado y cambiando sus responsabilidades (vaya, lo que viene siendo la madurez). Sin darnos cuenta, Buffy se convirtió en icono.
Por otro lado está Willow Rosenberg, la gran amiga de Buffy que era uno de los personajes más queridos de la serie. Willow, además de por convertirse en bruja, la recordamos porque fue un personaje lésbico que salió del armario ¡y en prime time en Estados Unidos!, mostrando su relación con Tara como algo positivo.
Además, la serie no se sólo va de matar demonios, nos habla de muchos temas como los problemas de la adolescencia, el paso a la madurez, la sexualidad, etc. a través de metáforas utilizando “elementos sobrenaturales”. La serie nos deja grandes capítulos como ‘The body’, ‘Once more, with feeling’, ‘Hush’ o el maravilloso ‘Normal again’.
Peggy Olson de Mad Men
Peggy es un personaje ficticio. Pero Peggy es el reflejo de muchas mujeres de su tiempo. Peggy llego a la agencia Sterling Cooper para ocupar un puesto como secretaria de Don Draper. Sí, la serie va de la publicidad, va de la década de los 60 y el protagonista es Don Draper. Pero, un momento. Ahí está ella. Ahí está Peggy Olson. Toda la serie, temporada a temporada, vemos la evolución de este personaje que comenzó un primer capítulo como una tímida chica que salió de la escuela de secretarias hasta convertirse en creativa publicitaria.
Capítulo a capítulo, Peggy nos muestra sus cambios. Los cambios de una mujer en esa época. Donde los despachos olían a tabaco, a whiskey y a loción de afeitado. Y ella en un rincón. Al principio nadie le hacía caso, sólo veían unas faldas, pero consiguió hacerse un hueco. Además podemos ver cómo ella va cambiando en su actitud, en su forma de pensar y también en su forma de expresarse (algo que se refleja en su aspecto físico en sus cortes de pelo, vestuario, etc.).
Por supuesto, hay que fijarse en el resto de mujeres de la serie que nos muestran la época por la que pasaban desde perspectivas muy diferentes como es el caso de Joan Harris, Betty Draper (para leer ‘Diario de una ama de casa desquiciada’ de Sue Kaufman) y, también, el reflejo de la niñez y adolescencia de la época en Sally Draper.
Las chicas de Girls
Aquí es cuando vienen los absolutos detractores o los que vanaglorian la serie. Sea lo que sea, Girls se ha puesto a contar historias de mujeres de hoy en día. Vale, que están en Nueva York. Vale, que muchas de las cosas no te pasan a ti. Vale, el egocentrismo de Dunham está ahí. Pero no, esto no es Sexo en Nueva York. ¿Cuántas veces te has identificado con alguna conversación que tiene Hannah con sus amigas? Se supone que Girls es una comedia, pero una comedia en medio del día a día de estas chicas con sus complicaciones, sus dramas y sus conflictos. Se nos muestran temas que nos hemos planteado: el mercado laboral, la sexualidad, amistad o, incluso, el acoso sexual en el trabajo o el aborto. Girls nos habla de muchos temas y cuestiones a través de escenas que buscan lo natural, lo cotidiano, lo real. Y sí, para muchos las escenas de sexo son desagradables (sí, eso he oído), pero lo serán porque son naturales y realistas (yo soy de las que cree que ya era hora).
Cada uno de los personajes nos puede mostrar deseos y situaciones desde un prisma diferente, desde los diferentes caminos a los que les está llevando su madurez.
Y a un lado está el maravilloso personaje de Shoshanna que al principio de la serie es el arquetipo de lo que toda señorita “debe” ser.
Lagertha de Vikings
Este personaje sólo se puede definir con una palabra: Lagertha.
Para quienes no han visto la serie se trata de un personaje basado en una figura histórica y ella es madre, guerrera, esposa, mujer liberal… Vamos, que cuando lo ves, deseas ser ella.
Se trata de una mujer que no desea quedarse a esperar a que su marido le cuente las aventuras a la vuelta. No, es algo que los dos deben hacer juntos. Así que se embarca a tierras lejanas y si tiene que pelear, pelea como nadie. Si tiene que defender, lo hace. Si se tiene que manchar de sangre, lo hace (y mucho). Pero eso sí, si ve que uno de los suyos abusa de una de las mujeres del pueblo enemigo, no lo va a permitir y se enfrenta a quien tenga que enfrentarse.
Uno de los momentos en los que terminé de querer definitivamente a Lagertha es cuando toma la decisión de marcharse de su pueblo porque no, a ella no la humilla nadie y ella no es la segunda opción de nadie (me levanté del sofá y aplaudí ese momento). Y también un momento para recordar viene en uno de los últimos capítulos de la cuarta temporada (me callo para no hacer spoiler pero quién lo haya visto, sabrá de lo que hablo).
Además, a través de este personaje, podemos ver cómo era la tradición y sociedad en esa época donde los matrimonios podían divorciarse y había libertad sexual.
Robin Scherbastsky de Cómo conocí a vuestra madre
¿Robin Scherbastscky? ¿Qué muestra ella de la mujer que no se haya visto antes? Pues lo que veo de este personaje es que en una comedia como Cómo conocí a vuestra madre se nos presenta a una mujer independiente, fuerte, que lucha por su carrera profesional, que tiene sus problemas sentimentales y que, ojo, se plantea la posibilidad de no tener hijos.
¿Cuántas veces se ve esto? Siempre se nos muestra la historia de amor con sus contratiempos, sus dificultades, pero suele terminar con una evolución hacia “lo que toca”: estabilidad, convivencia, boda e hijos.
Pero Robin plantea la posibilidad de un futuro sin niños (vale, que luego la cosa cambia cuando le dicen que es estéril). Pero ella hablaba de una decisión que, al fin y al cabo, es suya. Ni mejor ni peor. Y esto se ha planteado en una comedia (que muchas veces deja de serlo) a través de una mujer con sus fallos y errores, pero tratando de buscar su camino. ¡Bien!
Amelia Folch de El ministerio del tiempo
Amelia es un reflejo de las mujeres que, como ella, han roto barreras. Amelia representa a la primera mujer en entrar a la universidad en el siglo XIX. Una de esas mujeres que tuvo que tomar decisiones difíciles. Que se enfrentó a ser una posible solterona por poder hacer lo que realmente quería.
Además, durante la serie se convierte en la responsable del grupo, la que debe tomar decisiones y la que debe enfrentarse a personajes históricos que no están acostumbrados a que sea una mujer la que dé órdenes. Pero ahí Amelia para explicarle, para contarles cómo ha cambiado (y debe seguir cambiando) la Historia. Gracias, Amelia.
Y hay más. Muchas más. Y las que todavía tienen que llegar…
