No recuerdo en qué momento de mi vida pasé a ser la persona más friolera que conozco.

Porque de niña pasaba horas sumergida en el agua helada del Océano Atlántico jugando a “Los vigilantes de la playa” sin ningún problema, y ahora meto la puntita del dedo gordo del pie y creo que se me corta la respiración, se me para el corazón y tiro a refrescarme a las duchas de la playa.
Y de adolescente me vestía aquellos pantalones horribles de cintura bajísima y camisetas que no llegaban a su cremallera en pleno diciembre dejando piel al aire y tan pichi que iba.

Pero ahora el frío se me mete en los huesos y no hay quien me lo quite, y ¡Ay, qué mal se pasa cuando tienes mucho frío!.

Estas son algunas de las cosas que probablemente compartiréis conmigo si sois muy frioleras:

  • Eres una cebolla con patas: Que si camiseta interior de asas, camiseta interior de manga larga, camiseta normal, una chaqueta, otra por encima por si acaso, y luego ya si tal el abrigo, bufanda, gorro, o cualquier prenda que se preste a darle más grados a tu cuerpo.
  • Siempre, siempre, siempre llevarás una chaqueta en el bolso por si refresca: Prefieres ir cargada con esa prenda a mayores por si después hace más frío, que pasarlo mal en caso de que sea así y no tenerla.
    Lo cierto es que casi nunca tienes que usarla porque ya vas suficientemente abrigada, pero qué calma te da saber que la llevas ahí por si la necesitas.
  • Eres feliz allí donde los demás se mueren de calor: Yo soy gallega y por tanto se dan por hecho al menos dos cosas: una, que esté acostumbrada a la lluvia (ERROR) y dos, que esté acostumbrada al frío. Este verano fui a visitar a unos amigos a Valencia, ella temía que siendo gallega me fuera a morir de calor. ¡Ay, qué feliz fui!. En donde todos querían morirse del calor que estaban pasando, yo estaba en la gloria, y mi rebequita para las noches no faltaba nunca.
  • Si duermes en pareja, habrá división de edredón: Tu parte de la cama tiene una capa más de manta o edredón durante casi todo el año.
  • La siesta con manta hasta en verano: y eso que a veces pasas calor, pero esa sensación de peso sobre el cuerpo es necesaria.
  • Sufrimiento en espacios cerrados para coincidir con los demás con la climatización: en verano se pasan con los aires acondicionados, así que menos mal que tienes tus “porsiacasos” para equilibrar tu temperatura. Y en invierno si ponen la calefacción en tu oficina tus compañeras tendrán tanto calor que de vez en cuando abren las ventanas, fantástico.
  • Manos frías ¿amores todos los días?: no creo, pero es verdad que a pesar de ser muy friolera y por ello tener las manos muy frías casi siempre, me resulta super incómodo cuando las tengo calientes… (a lo mejor si que tengo alguna tarita).
  • El sofá, peli y MANTA es un planazo TODO EL AÑO. No te tiras al sofá sin una de las mil mantitas que guardas en el armario ni aunque esté día de playa.
  • Bolsa de agua o de semillas, las mejores compañeras: son el complemento perfecto para esas tardes de sofá o para meterte en cama en esos días que hace aún más frío del que sueles soportar.
  • Vestirte por las mañanas de invierno significa encender un radiador o el secador para darle más calor a tu cuerpo. Y si, mi mini radiador de baño fue mi mejor regalo las navidades pasadas, al menos el más útil.
  • Intentas ir mona en invierno, pero elegir entre eso o ir abrigada no hay duda. Y reconozcámoslo, es muuuuy difícil ir muy abrigada y sofisticada.
  • Seremos siempre unas eternas incomprendidas: Nadie nos entiende. Yo no voy por ahí diciéndole a la gente lo calurosa que es, que están locos, que ni que vivieran en el infierno.
    Pero no sé por qué curiosa razón, los demás se creen que me interesa escuchar cuarenta veces al día que estoy loca, enferma o cualquier adjetivo maravilloso, por tener tanto frío.
    ¡Claaaro, qué tonta! Cuando me dieron a elegir entre ser calurosa o friolera elegí yo esa opción. ¡Ay Martiña, si es que te las buscas tú solita!.

Unas están encantadas por dejar el verano atrás y dejar con él su calor.
Nosotras lo echaremos de menos hasta el año que viene, pero seguiremos buscando y encontrando formas de combatir el frío cual Elsas modernas, o al menos de convivir con él.

“Suéltalo, suéltalo, subiré con el amanecer
Suéltalo, suéltalo, la farsa se acabó
Que la luz se haga otra vez
Déjalo escapar, el frío a mí nunca me molestó”

¿A quién quiero engañar?, no estoy hecha para ser Elsa, a mí el frío siempre me molestó.

A mí déjame ser Vaiana, dame una falta hawaiana de hula y suéltame en la Polinesia, y no me des un vestido elegante con capa azul y me sueltes en los fiordos noruegos.

Y a vosotras ¿qué otras cosas os pasan por ser muy frioleras? Nos encantará leeros.

Marta Freire @martafreirescribe