Bueno, aún estoy flipando con lo que me acaba de pasar. Os juro que yo creía que estas cosas no pasaban, yo he follado con tíos mejor y con tíos peor, algunos me han dejado a medias, otros se han corrido a los 2 minutos y movidas varias que siempre entran dentro de la ‘normalidad’, pero hoy no, hoy me ha pasado algo que aún no me puedo creer.

Pues bien, conocí a un chico en un bar. Yo estaba esperando a mi señora amiga que absolutamente SIEMPRE tiene la mala costumbre de llegar tarde. No llega tarde cinco, diez o incluso quince minutos, no qué va, ella llega tarde media hora. Que sí, que lo sé, que como ella siempre llega tarde también debería retrasarme yo, si de normal lo hago, de verdad de corazón, pero ese día estaba más aburrida que una ostra, así que llegué al sitio diez minutos antes. Es decir, esperé 45 minutos, sola.

Bueno mentira, sola no, porque se me sentó al lado el protagonista de esta mágica historia que le pienso echar en cara a mi colega hasta que me acuerde. Pues eso, que ahí estaba yo, en la barra de un bareto típico madrileño de toda la vida, con su señor con bigote preguntándote que qué te pone, le pedí una caña y me puse a jugar al Tinder.

¿Qué pasó? Pues que un señorito que parecía recién sacado del meeting de ciudadanos se me acercó y me dijo ‘con que Tinder, eh’. Mira, en el momento en el que me dijo eso y le vi con la camisa y los mocasines debería haberme levantado e ido, pero una tiene sus defectos y ser gilipollas integral es el mío.

Así que nada, ahí estuve dale que te pego a paliquear con el protagonista del nuevo videoclip de los Taburete. Era agradable a ratos, majitonto lo llamaría yo. Majo y tonto, todo a la vez.

El chico me dio su número de teléfono, me dijo que cenaba con sus colegas en la terraza, que luego se irían de copas y después iban a una discoteca que había por la zona de Nuevos Ministerios, que si me apetecía que le escribiera y mi amiga y yo nos podríamos unir. Yo le dije que sí que claro, que esperara mi mensaje. Sabiendo a conciencia que ni de coña pensaba volver a hablar con él en mi vida, vamos.

Pues nada, llega mi amiga y se lo cuento, le señalo el pavo que es y a la tía le encanta. Mi amiga es mal educada en muchísimos sentidos, no solo en lo de llegar tarde. Con todo su papo y sin preguntarme nada coge la tía, se levanta y habla con el chaval, les dice que se sienten con nosotras a cenar, a lo que vienen, ahora sí que sí, el banco completo de la última fila de misa, cinco señores idénticos que tenían el detalle de no llevar ninguno el mismo color de camisa. Que me podéis llamar conspiracionista, pero estoy segura de que se hablan por WhatsApp y se dicen de qué color va cada uno, vamos no me jodas.

La noche no fue del todo mal, tampoco me voy a hacer la dramas ni la víctima, nos lo pasamos guay, los chavales no estaban mal y el término majitontos les iba como anillo al dedo. Cenamos, nos bebimos alguna que otra copa y pillamos un uber a la discoteca que decían. Todo genial, menos mi cartera. Menudo bolsillo tienen que tener mis amigos si hacen esto cada fin de semana, porque vamos, me dejé prácticamente el presupuesto del mes. Yo soy de ir al 100mon el domingo y al cine solo el miércoles, con eso te lo digo todo.

Pues nada, estamos allí de risas, bailoteando y hablando, los chavales no se despeinan en toda la noche y sus flequillos permanecen intactos, porque cómo no vas a renunciar a perrear a fuego pudiendo elegir ser guapo. De verdad, eh, no entendéis nada de la vida.

Que el caso, que me enrollo. Al final me llevo al mini Albert Rivera a mi casa, me lo tiro y todo pasa sin pena ni gloria. No fue ni mi peor ni mi mejor polvo, fue un sin más en toda regla. Su majitontismo se podría aplicar también al sexo, ahora que lo pienso. Pero claro, lo fuerte no viene ahí, porque hasta ahí todo fue bastante básico. Lo fuerte viene después, cuando me despierto.

El chico se quedó a dormir en casa, conmigo, tengo una cama de matrimonio, uno de los pocos lujos que me puedo permitir en Madrid, a mí siempre me gusta que se queden a dormir, odio la sensación de que se piren en cuanto termina el kiki. El caso es que me despierto y ya se ha ido, no hay rastro alguno de que hubiera estado allí, recogió hasta el condón con su envoltorio, +1 para esa madre guapa que ha enseñado a su niño a ser limpio y ordenado.

Yo estoy encantada de la vida, me siento un poco costrosa y mugrienta, el olor a sexo y a alcohol siempre me ha parecido bastante decadente, así que decido levantarme para darme una buena ducha cuando de repente, abro el cajón de mi ropa interior para cogerme unas bragas limpias y sorpresa:

EL CHAVAL ME LAS HABÍA ROBADO TODAS

Busqué por toda mi casa, les pregunté a mis compañeras de piso y ni rastro en ninguna parte. Yo estaba alucinando en todos los colores, cogí mi teléfono para llamarle Y ME HABÍA BLOQUEADO. En WhatsApp y todo, no sé qué mierdas querrá hacer con mis bragas, pero espero de todo corazón que no sea budú, porque tiene material para rato.

En lugar de llevarse mi portátil, mi tele o yo qué sé, ¡¿SE LLEVA MIS BRAGAS?! Aunque claro, se gasta 70€ una noche cualquiera, así que no creo que lo que necesite sea dinero precisamente. Es que tío, llévate uno o dos, cinco si quieres, pero no me vacíes el armario, valiente mamón. Es que me dejó los calcetines y los sujetadores. Es que no entiendo nada, en serio.

Así que nada, me ha tocado hacer viaje al primark para renovarme el cajón entero. Os juro que en marzo no me da para acabar el mes. Voy a hacer un crowdfundig o algo. #BragasParaLaMásPringadaDeMadridPorFavor

De verdad, es que voy a echar tanto de menos mis bragas favoritas que quiero llorar.

 

Anónimo

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