De Grinch a elfo, así transformé a mi marido en un friki de Navidad

La Navidad es mágica y hace posible lo harto complicado. Mi marido era un renegado de las fiestas, ni árbol ni Belén. La cena de Nochebuena era un mero trance con el que debía cumplir, en Navidad activaba el ‘modo ermitaño’ hasta fin de año, donde volvía a sacar la patita de la cueva para fichar y regresar a su vida. Para él, la Navidad se resume en aglomeraciones y consumismo y, aunque no le falta razón, sí que es verdad que he conseguido que mire más allá. 

Ahora no solo monta el árbol y el Belén, sino que colabora con las elaboraciones culinarias de todas las reuniones familiares, se toma las uvas en Nochevieja y espera 2 horas en la calle para tener la primera fila de la cabalgata de Reyes.

¿Cómo he conseguido transformar al Grinch en un elfo de El Corte Inglés? ¡Os desvelo mis trucos! 

Más luces que enchufes

Las luces gustan a todo el mundo, especialmente a Endesa. Empiezas con unos copos de nieve en la ventana y acabas con tres cadenas de 17 metros en tu árbol de 150 cm, un trineo con reno en el jardín y un hinchable en el balcón. Poco a poco, sin atosigar. 

Conquistando de adentro para fuera 

La gastronomía navideña se pone de tu parte si lo que buscas es enamorar a tu Grinch. Jamón serrano, lomo embuchado, marisco, cochinillo, codillo…, lo que comáis en casa. Además, suma toda clase de postres y de dulces tradicionales: desde los calendarios de Adviento hasta el roscón de Reyes Magos, del 1 de diciembre al 6 de enero resulta difícil resistirse a los manjares de estas fechas. 

Aplicando el método Ludovico con películas navideñas

La naranja mecánica de Stanley Kubrick sacó a la palestra el método Ludovico, que nació como terapia de aversión (ficticia) para acabar con la conducta violenta. Yo la he adaptado y, sin necesidad de usar drogas ni ningún invento que mantenga los ojos abiertos, podría decir que hasta la he mejorado. En época navideña, toca ver pelis navideñas, pero mi recomendación es que no empieces por las ñoñas. Hay mucha de amor, príncipes y princesas, cuentitos de hadas que solo conseguirán que tu pareja vomite arcoíris. Opta por las divertidas, como Solo en casa, la de ¡Socorro! Ya es Navidad de la familia Griswold, Un vecino con pocas luces, ¡Vaya Santa Claus!... Que te rías, pero a la vez la ambientación navideña mole tanto que quieras y necesites montar el árbol en el salón de tu casa. Y poner ese soldadito de plomo junto al televisor. 

De ahí a las pasteladas de amor de Hallmark hay solo un paso. 

La Navidad no es sinónimo de regalos, sino de recuerdos 

Nada como recordarle a tu Grinch que en Navidad lo importante no son los regalos, sino los recuerdos que creamos reuniéndonos con nuestra familia y amigos. Los niños dando por saco con el “Campana sobre campana”, la abuela que te intenta seguir cebando después de 5 platos, el cuñado catedrático que te da consejos sobre invertir en criptomonedas y la sobrina del suéter hortera…

En eso consiste la vida y quizá en el momento no lo ves, pero probablemente sea lo que te haga reír nostálgico en unos años, cuando estés viendo pelis de Navidad desde agosto y montando la decoración navideña antes de Halloween. Hazme caso.  

 

María Romero