“DRAMAS” DE UNA FAMILIA NUMEROSA

 

Buenos días. Soy madre de tres hijos. Somos cinco en casa. Y como bien dice el título, tener una familia numerosa es un drama. ¿Por compartir un solo baño? Pues sí. ¿Por tener que atender a tres criaturas demandantes? Pues sí. ¿Por gastar más en ropa de niño que en hipoteca? Pues también. Pero todo esto me da igual porque ya lo sabía antes de embarcarme en el viaje de la multimaternidad. Que no es que no me moleste, pero no me puedo quejar porque ya estaba avisada.

El problema llega cuando, en el día a día, te das cuenta de que la vida está pensada para familias de menos de cinco. Y esto nadie nos lo había contado. Por ejemplo: los panes de hamburguesa. ¿Qué pasa? Que vienen cuatro. ¿Qué hago? ¿Le dejo a uno sin comer? La solución fácil es comprar otro paquete. ¡Pero entonces me sobran tres! Yo solo encuentro una solución… tener tres hijos más. Aunque así empezó Verdeliss y parece que se le ha ido de las manos. 

Y esto pasa con todo. Si quiero sorprender a mis hijos con un algo especial (unos yogures con Lacasitos, unos Phoskitos, lo que sea…), siempre son pares. En el pasillo del supermercado me puedes encontrar inmóvil, pensativa, mirando al infinito y haciendo cábalas de cómo coño repartir entre tres sin una batalla de a quién quiero más porque ha repetido yogur de la Patrulla Canina. Resultado, un yogur/natilla/copa de chocolate huérfano en el fondo de la nevera esperando a caducar.

Más dramas de familia numerosa

Pero esta discriminación no se da solo en supermercados… no… Restaurantes. Mesas cuadradas para cuatro. Somos cinco. “Uy… espera… es que entonces tengo que juntarte dos mesas… (por un puto crío voy a perder una mesa…)” Pues dale, que anoche solo teníamos cuatro hamburguesas y tengo hambre. 

Habitaciones de Hotel. Para dos, o para cuatro. Para cinco “te ponemos una camita supletoria”. Vale… pero es que la criatura algún día tendrá que dormir en una cama de mayores ¿no? Aquí la adolescencia nos hará un gran favor al hacer que ya no quieran ir a ningún sitio con nosotros. Pero para su desgracia aún me quedan primos casaderos y bodas a las que tendrán que ir.

Aviso: o se casan antes de que los críos lleguen a medir 1,40, o yo no voy a pagar dos habitaciones de hotel. 

Viajes en bus, avión, tren, … Asientos pares. Nos topamos de nuevo con la violencia impar. Uno se queda más solo que Marco buscando a su madre. ¡Ni eso! Que Marco al menos iba con su mono… 

Y nos pasa lo mismo en las atracciones de feria. A ver quién tiene huevos de montar en el pasaje del terror solo, o lo que es peor, acompañado de alguien que ha ido solo. ¡¿Quién va solo al pasaje del terror?! Pues un psicópata… 

A mí de verdad que solo se me ocurre una solución:

“Se busca familia de tres para unir impares y compartir panes de hamburguesa y yogures huérfanos. Si estás interesada te espero en el pasillo de lácteos”.

 

Marta Toledo