El otro día durante una comida dominguera un familiar puso una excusa horrible para poder escabullirse de la sobremesa. Fue tan penosa, que era casi insultante para todos los que estábamos presentes. Pero me hizo reflexionar sobre lo importante que es saber cómo librarte de hacer algo de forma elegante o lo que es lo mismo, escurrir el bulto como un maestro. Así que aquí os traigo algunas de las mejores excusas que he recibido de parte de mis alumnos, por si su imaginación os puede salvar de algún compromiso.

  •   Mi padre me escondió el libro porque le cambié el canal de la tele.

Esta excusa es un 3/10, implica a terceras personas, algo que nunca es buena idea.  Aun así, puede servirte en alguna ocasión, por ejemplo, si tu jefe te llama fuera de tu horario laboral. Siempre podrás decirle, no mira, perdona, mi tía abuela Loli me secuestró el teléfono y no me lo devolverá hasta que no le cuelgue una estantería en el salón. No es creíble, pero la otra persona se quedará tan desconcertada que no se atreverá a llevarte la contraria.

  • Perdí el USB

Esta es buena un 8/10, juegas con una situación real, la gente tiene cosas y las pierde habitualmente. Nadie puede comprobar la localización de ese pobre USB caído en combate. Aunque es la versión tecnológica y renovada de “un perro se comió mi tarea” yo elijo creer, que diría la selección de fútbol argentina.

  • No habías mandado nada

Desde mi punto de vista esta es la peor, pero le doy un 6/10. Con ella te aprovecharás de la debilidad mental de la otra persona, alterarás sus recuerdos hasta el punto de que no sea capaz de diferenciar lo imaginario de lo real. El gaslighting de toda la vida de dios, con el que podrás librarte de hacer mudanzas alegando:

Me duele mucho la espalda ya te lo había dicho hace tres semanas, es que vas a lo tuyo y nunca me escuchas.

  • Un ratón entró en mi casa y no pude concentrarme en toda la tarde

7/10 porque a mí me gusta la comedia y me reí mucho. La excusa sería hasta mona si la dice un niño pequeño, pero la criatura que lo dijo tenía nada más y nada menos que 17 primaveras y toda su vida académica dependía exclusivamente de un roedor.

  • No estaba inspirado para llevar a cabo el proceso creativo

Un 10/10. Utiliza cada palabra que ha salido de mi boca este trimestre en mi contra. Es valiente, reconoce abiertamente que no lo ha hecho, ni tiene intención de hacerlo en un futuro cercano. Además, completamente válida en el panorama social:

Perdona Susana, no encontré la inspiración para hacer lo que me pediste, tú no te mereces un resultado de baja calidad, por eso esperaré para poder entregarte algo de lo que estés orgullosa.

En definitiva, y como he podido comprobar a lo largo de estos años, las excusas son un arte que solo unos elegidos dominan. Y tú ¿recuerdas la peor excusa que has puesto?

Barby.