Escribo porque, como vosotras, necesito descargar mi dolor y mi rabia por lo sucedido en Igualada. Aviso desde ahora que mi lenguaje va a ser vulgar y brutal, porque visto lo sucedido, no quiero sutilezas ni eufemismos.

 

Tenemos una chavala de 16 años, una niña que ha sido salvajemente violada mientras volvía de una fiesta. Su madre ha pedido preservar su intimidad pero que se revelen los daños sufridos: “desgarro vaginal de 5 cm, desgarro anal de 15 cm y traumatismo craneoencefálico.”. A mí me tiemblan las manos sólo de copiarlo, no quiero pensar del dolor padecido por ella. Más de 14 especialistas se han tenido que poner con su tratamiento. Aunque no creo que haya médico, psicólogo o psiquiatra que pueda ayudarla a lidiar con el trauma que esto implica.

Me niego a llamar a quien o quienes hayan hecho esto monstruos, depravados o cualquier paliativo que libere nuestras conciencias. Son hombres. Hombres como pueden ser tu novio, padre, hermano, quiosquero o compañero de pupitre en la academia de inglés. Me da igual a quién recen, el color de su piel o qué país le haya expedido el pasaporte. No me vengáis de plañideras con el #NotAllMen, ya que es obvio que no todos los hombres que te encuentras por la calle son violadores, pero sí muchísimos de ellos justifican (“¿qué haría una niña sola a esas horas por la calle?”), ríen bromas machistas (“la culpa es de los padres, que las visten como putas”), disculpan (“estaba borracho”, “ella sabía a lo que iba”) o encubren a posibles violadores (“tengo un amigo a la que una ex loca denunció…”).

Siento escalofríos de pensar, cómo sucedió en el caso de la Manada de Pamplona, cuántos habrán puesto en la caja de búsquedas de páginas porno la palabra “Igualada” para masturbarse con las escenas. No sería extraño que si consumes vídeos titulados  como “mi hermana me come el pollón en la siesta” o “le parto el culo a niñata con uniforme” un día quieras probar que se siente al ser tú el protagonista de la película. He llegado a la conclusión de que a estos seres no les gustan las mujeres, pues disfrutan visionado el más extenuante de los sufrimientos. Quieren que se asfixien, se rasguen, lloren, vomiten y sufran. Y si un día se les da la oportunidad, matarlas y que se puedan correr encima. Cabe mencionar además que la edad de inicio son diez años, cuándo aún se creen que van a ser futbolistas de mayores y que Iron man existe. 

No se trata de una guerra de hombres contra mujeres. Aquí hay un cazador y una víctima para ser cazada. Los mensajes políticos de apoyo y consuelo sirven de poco si no nos focalizarnos en el problema, aunque duela y sea complejo. Tenemos que cambiar el pensamiento de la sociedad y sólo el feminismo puede ayudarnos. Las mujeres no somos “agujeros donde correrse”, “ángeles cuidadores” o “portadoras de vida”. No podemos dejar la educación afectivo-sexual en manos del porno o la prostitución, porque los resultados están teniendo consecuencias terribles. 

Y a los hombres que tanto os molesta que se os increpe, este cambio de pensamiento os afecta también. No necesitáis ser “proveedores y sementales”, podéis llorar, aprender a mantener relaciones sanas y acusar las conductas machistas de vuestro entorno. 

Sólo dejar un último apunte. Todo mi apoyo a la chica y a su familia. No estás sola.  Saldremos a las calles a pedir justicia por ti y por todas, que no te quepa duda. 

 

María O