Os voy a contar la historia más “paranormal” que me ha pasado hasta el momento, el día en el que entré en una nueva dimensión que es exactamente igual a la que conocía pero con “mejor suerte”. 

Los que me conocen saben que me pasan cosas que a muchos le sorprendería porque es literalmente imposible que me ocurran desgracias a menudo, pero me pasan. Temas laborales, amorosos, de estudios, familiares… en cualquier cosita o tema tiendo a la desgracia (la mayor parte de las veces con tintes cómicos, sino ya sería desesperante el tema).

Bueno, pues un día más en mi vida y en mi serie de catastróficas desdichas personales iba camino de Zamora con mi mejor amiga para ir a un concierto. Reservamos en un hotel para pasar la noche y al llegar parecía que ese hotel ni existía. Yo ya pensaba para mis adentros que se avecinaba otra historia decadente sobre cómo me quedé tirada o algo similar pero no. Después de llamar mil veces al telefonillo y que una señora nos asegurara que ahí no había ningún hotel y otras tantas llamadas telefónicas al final nos abrieron la puerta del portal y conseguimos subir. El sitio era el más raro del mundo, un hotel con pasillos súper largos y bastante laberintico hasta llegar a una “recepción” que básicamente era una mesa con un cristal. Lo más barato de Booking a nuestra entera disposición. Cuando por fin un señor muy raro y con temas de conversación bastante sospechosos nos dio las llaves de la habitación nos advirtió que en vez de entrar y salir por la puerta que habíamos utilizado antes que lo hiciéramos por la que teníamos justo al lado de nuestra habitación. Nos quedo claro y nos fuimos.

Al irnos nos dimos cuenta de un detalle que nos llamó la atención y era que en la planta baja del portal había una puerta gigante enorme con unas escaleras hacia abajo. Ese detalle que parece que carece de importancia fue clave en un futuro. A las pocas horas teníamos que volver al hotel para cambiarnos de ropa e ir al concierto, este tema también se nos complicó. La llave del portal literalmente no entraba en la cerradura; ni la del portal ni ninguna de las llaves que nos había dado el señor por la mañana. Desesperadas volvimos a llamar al telefonillo y esta vez nos contestó un señor mayor que no nos estaba entendiendo para nada pero nos abrió el portal.  Al menos no íbamos a morir de congelación o eso pensábamos nosotras.

Total que subimos al primer piso que era donde estaba el hotel y tampoco entraba ninguna llave. Pero literalmente ninguna llave de las que nos dieron. Bajamos al portal y evidentemente allí estaba la puerta que tanto nos había llamado la atención, con lo cual era el portal. De todas formas salimos sin cerrar la puerta para comprobar que evidentemente estábamos en el sitio correcto. Lo estábamos, si. Decidimos subir en ascensor no fuera a ser que la puerta por la que teníamos que entrar y salir estuviera por la entrada del ascensor, pues tampoco. Bajamos 20 veces, subimos otras tantas. Subimos al segundo pero tampoco nos cuadraba porque dentro del hotel en ningún momento subimos escaleras. Nada tenía lógica. Después de medio quemar el timbre de la puerta por la que entramos por la mañana al hotel (cero señalizado por cierto) un señor mayor nos abrió la puerta, el mismo que nos abrió la puerta del portal.

Resulta que este señor nos advierte en un primer momento que está sordo y no nos escucha bien, de puta madre. Intento explicarle de buenas formas que nos han dado mal las llaves o que algo pasa pero no podemos abrir las puertas. Como nos sigue sin entender le medio obligo a que baje con nosotras al portal para que lo vea. EL señor no se estaba coscando de absolutamente nada y al bajar pasa casualmente el señor raro que nos dio las llaves por la mañana en bici. Yo ya no sabía qué hacer, ni cómo reaccionar pero mi mente (y la de mi amiga se desconectó de la vida en esos momentos). Este señor nos explica que como ya nos dijo teníamos que entrar y salir por la otra puerta y que esa puerta no era el portal por el que habíamos entrado la primera vez, sino el portal del otro lado del edificio. Al salir por la mañana no nos dimos cuenta de que estábamos saliendo por otro lado del hotel y parece que la historia nos cuadró.

Avergonzadas subimos al hotel (fijándonos en que ambos portales tenían la misma puerta gigante con escaleras en la planta baja), nos cambiamos y nos fuimos de cañas antes del concierto. Bromeamos con la idea de que era algo paranormal y que habíamos entrado en una dimensión exactamente igual a la que estábamos pero que algo tenía que tener de raro. Esa noche fue… increíble. Pero increíble al nivel de que ese día realmente cambió mi suerte. Estoy convencida de la idea de que estamos en una dimensión paralela en la que las cosas me van bien. No bien de ¡wow! me va la vida genial y todo son risas y cosas buenas pero si al nivel de estabilidad normal.

Esa noche me caí en el concierto al pisar una cerveza rota y vosotros me diréis: ¿Eso es lo que ha cambiado tu suerte? Pues si, caerme y hacerme una herida (de la cual aún tengo la marca) me permitió conocer a gente maravillosa esa noche, conocí a los del grupo que tocaban en el concierto y fue maravilloso bailar con ellos y sobre todo contarles mi vida y estar como si fueran colegas de verdad pero lo más guay fue que esa noche estaba el chico con el que estoy quedando ahora, un chico maravilloso que me trata genial y para mi es algo muy novedoso. Días después empecé a tener entrevistas de trabajo y me han ofrecido un trabajo nuevo el cual me permite ponerme a estudiar que es lo que quería y me siento más feliz.

Me reía de la posibilidad de que existiera esta dimensión de la que hablamos mi amiga y yo ese día en el hotel pero estoy empezando a creer que existe y es una pasada. Que nadie me mueva de aquí por favor.

 

Sandra Regidor