«Te lo dije»,»Tenía razón»,»Si es que ya lo sabía yo…» o el breve y conciso «¿Lo ves?»

¿Quién no reconoce estas preciosas palabras? Dichas con cariño o no, como resultado de una catástrofe o como mero comentario debido a cualquier hecho cotidiano, lo cierto es que calan como si te tirasen un cubo de agua sobre la cabeza. Y es que cada vez que la cagamos, algún alma caritativa se encarga de recordarnos que él/ella tenía razón y que desde un principio hemos estado haciendo las cosas mal.

Ahora bien, ¿por qué pasa lo que pasa y metemos la pata cada vez que alguien nos dice que así va a ser?

Echemos la vista atrás y pensemos en la última vez que escuchamos ( o hicimos oídos sordos) a alguien dirigiéndose a nosotras de tal forma. Podéis ponerle voz, olor, escenario y situación al asunto.

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Pues, ¿sabíais, queridas lectoras, que esto ocurre debido a que todos estos comentarios ejercen una fuerte influencia sobre nosotras y condicionan el resultado de aquello que hagamos? Anonadada te quedas, ¿eh? Pues equilicuá, se trata del llamado efecto Pigmalión.

Expliquemos…

El origen de este efecto proviene de un mito griego, en el que un escultor (Pigmalión) se enamora de una de sus obras (Galatea), siendo tan fuerte su pasión que esta llega a cobrar vida gracias a la diosa Afrodita. Este suceso recibió así el nombre de quien llegó a superar lo que se esperaba de sí mismo.

Pero, ¿qué es exactamente el efecto Pigmalión?

Pues, chicas, ni más ni menos que el condicionamiento de nuestro comportamiento, y así sus resultados, en base a lo que se cree o espera de nosotros tanto de forma extrínseca como intrínseca. Parece sencillo, ¿verdad?  Y es que al estar sometidas continuamente a juicios de valor u opiniones de otras personas (puede ser en el ámbito laboral, educativo o social) acabamos asumiendo de forma inconsciente que todas esas cosas que se dicen sobre nosotras son ciertas.

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Por supuesto, esto ocurre si estas ideas se repiten hasta la saciedad, ya que este efecto pierde su (valga la redundancia) efecto si no se cumplen sus tres factores fundamentales:

-Creer firmemente en el hecho en cuestión.

-Tener expectativas de que ese hecho se va a cumplir.

-Acompañar con mensajes que animen a su consecución.

Obviamente, no contamos con la ayuda de la diosa del amor para realizar nuestros sueños (sí, te hablo a ti que ahora mismo estás tratando de crear un adonis de arcilla) pero podemos anticiparnos a los hechos creando nuestra propia profecía.

-Si dicen que no lo vas a hacer, hazlo.

-Si dicen que no puedes, demuéstrales que se equivocan.

-Tú sabes que eres capaz, así que sé capaz.

Y es que lejos de efectos (y defectos), somos nosotras las capitanas de nuestro barco.

Trabaja duro, esfuérzate, échale ganas como sólo tú sabes y dales en los morros a todos demostrándoles que eres mucho más de lo que podrían haber imaginado jamás.

No te vamos a contar el secreto del éxito, y tampoco podemos hacer que te toque la lotería, pero sí asegurarte que eres única y que sea lo que sea que te propongas, si crees en ti y trabajas por ello, serás capaz de conseguirlo.

Que nadie te frene,  porque tú decides quién eres y quién quieres llegar a ser.