MANUELLE, EL ROBOT ASPIRADOR POSEÍDO DE ALIEXPRESS

 

El año pasado, por el Viernes Negro (Black Friday para los coolers) compramos por fin un robot aspirador. El primero que compraba, que yo siempre he sido un poco lenta incorporando las tecnologías. Pero mi pareja decía que ganaríamos calidad de vida. Estuvimos comparando bastantes modelos y en aliexpress pillamos un cupón descuento muy suculento para uno con buenas críticas. A las tres semanas llegó el paquete y oye, la caja bien, el robot limpio con sus accesorios y sus instrucciones. A mí es que lo de leerme las instrucciones me cuesta un mundo, soy de las que marcan “acepto” sin haber leído los términos y condiciones. Me puede el ansia. Imaginaos cómo me quedan los muebles del Ikea. Más o menos como la barbacoa de Homer Simpson.

Total, que como nunca he tenido un chisme de estos, me vi en la obligación de desenrollar las instrucciones y aquello parecía un pergamino bíblico. Leí la primera palabra del apartado en español: Manuel de instrucciones. Joe, espera que igual nos han colado un fake. Pues nada, con la coña, Manuel que se llamó el robot. 

Y dos frases más abajo decía que había una app para activarlo desde el móvil y tal cual volví a guardar las instrucciones en la caja, aunque ya nunca volvieron a su forma original porque hay que hacer un máster para volver a enrollar los prospectos y las instrucciones.

Me bajé la app y empecé a trastear mientras Manuel se cargaba. Escribí su nombre, metí el número de estancias, le puse alarma para que fuese solo, subí las sillas a la mesa y a media carga, lo probamos a ver que tal la cosa.

Pues iba el Manuel bien contento mapeando la casa, dándose con las esquinas y encontrando problemas donde aparentemente no había, que el pobre se iba chocando hasta con su sombra. Hizo un mapeo regulero porque en la app salía un plano de la casa con dos estancias sólo y un pequeño pasillo y, dejándose media casa sin limpiar, Manuel se fue a cargarse feliz y con la conciencia tranquila del deber cumplido.

Parecía que nos había tocado el defectuoso sin más, hasta que descubrimos que tenía vida propia.


De madrugada me sobresaltó un ruido mecánico y pensé q nos han entrado en casa. Desperté a mi pareja y salimos a oscuras con lo primero que pillé de la mesita de noche como arma, que venían siendo un paquete de clínex y un libro (realmente útiles para tirarlos a la cara y huir porque nadie se lo espera) y vimos una sombra alargada sacudiéndose. Los pelos de punta. Yo ya medio girada para salir corriendo en dirección contraria, y mi pareja con más templanza, encendió la luz y ahí estaba Manuel atascado entre las patas del perchero de la entrada, un poco frustrado. ¿Pero qué hacía ahí?¿Quién lo había encendido? Preguntas que no hallarán respuesta.

Lo pusimos otra vez en la caja de carga y con el corazón a mil, intenté dormir. La noche siguiente escuchamos unas voces en inglés que venían de la cocina. Y un par de ruidos secos. ¿Qué coño? Preferí no levantarme y cogí el móvil bien fuertecito. Con la poca luz que entraba de las farolas de la calle vemos arrastrándose por el pasillo una mata de pelos a gran velocidad. ¡La niña de the ring! Pegué un bote y encendí las luces, acojonada total.

Resulta que Manuel se había despertado, ido a la cocina, y al conocer el armario trastero a través de los golpes, se le había caído encima un cabezal de fregona que estaba paseando tan pichi cual peluca.

 


Pero qué estaba pasando, ¿tenía que llamar a Iker Jiménez? ¿Me habían vendido un robot poseído?
Yo no recordaba haberlo programado de madrugada, pero encendí la app para comprobarlo. Y ahí fue cuando descubrimos que por no haber leído las instrucciones, no había metido los datos en el apartado correcto, ni había puesto la alarma cuando yo creía, autoprogramándose en otro huso horario y a la hora que le dio la gana.

Supongo que he aprendido una lección. ¿Leerme las instrucciones de uso? No. Volver a la aspiradora manual, y dejar a Manuel bien guardadito en su caja, que acabo antes y no me quita años de vida con sustos nocturnos.

 

Carla Jano