En las citas me siento de RR. HH.

Las citas se parecen cada vez más a una entrevista de trabajo, sí lo digo. 

No es lo mismo conocer a alguien de forma casual porque te lo presenten tus amigos, coincidas en un evento… e inevitablemente surjan preguntas muy prototípicas como “¿A qué te dedicas?” o “¿De dónde eres?” Preguntas que lanzas estratégicamente para que no se note mucho lo que yo llamo “la presunción de ligoteo”. Vamos, lo que viene siendo mostrar cierto interés, pero sin pasarte de intensa para tantear el terreno con el objetivo de ligar con la otra persona. ¿Qué pasa con esa “presunción de ligoteo” en las apps de citas? Que no hay. La gente va a lo que va.

Como se ha roto la magia, los paradigmas también han cambiado al igual que las prioridades, así que no vas a invertir tu tiempo y energía (e ilusiones, no perdamos de vista este punto) en una persona que quizá no tenga el mismo interés en ti porque, entre otras cosas, puede que esté hablando con cinco más y se esté acostando con otras tres. Una va un poco a tiro hecho y con ese halo de pragmatismo nos dirigimos a la otra persona en un tono de recruiter total. Sobre todo porque hay gente que a la hora de abrirse un perfil en Tinder, hace un copia y pega de LinkedIn. No tengo pruebas, pero tampoco dudas; lo retoca un poquitín para no dar demasiado el cante y listo.

Por eso, como se junta el hambre con las ganas de comer, a veces te sorprendes a ti misma diciendo:

― Por lo que he visto en tu perfil estudiaste en la Complutense, pero eres de Zaragoza, ¿cómo acabaste en Madrid?

Hablar de los estudios y las profesiones no tiene nada de malo, vamos, que de hecho es bastante normal en una primera cita, pero recitar el listado todos tus cursos, el máster, el experto en SEO que te sacaste gratis certificado por Google y el webinario de Ciberseguridad igual te lo podías ahorrar. Más que nada porque en lugar de liarme contigo me entran ganas de pedirte que me montes una página web.

También está esa gente que te cuenta su rutina, de trabajo, y de todo en general, y te da a entender que tampoco le queda mucho tiempo libre para ti: 

― Me levanto a las seis, voy al gimnasio, desayuno, me voy a trabajar. Salgo del trabajo a las cinco y media, menos los viernes que salgo a las tres. Por las tardes voy a clases de pintura martes y jueves, y los miércoles doy de comer a gatos callejeros con los compañeros de pádel, con los que juego el viernes por la tarde. Los sábados me suelo ir de senderismo a la sierra si hace bueno, pero si hace malo me voy a una mazmorra BDSM con los del pádel también. Los domingos pongo lavadoras. 

Cariño, menos mal que no tienes pareja, porque si tuvieras ¿dónde le ibas a hacer hueco? ¿Le echas un polvo entre lavadora y lavadora? ¿O te la llevas el sábado de excursión sorpresa a merced del Meteosat? 

Luego está ese prototipo que intenta darle una correlación lógica a cómo se criaron y cómo son en la actualidad:

― Como soy hijo único me he acostumbrado a ser muy perfeccionista y a no permitirme cometer errores, porque todas las expectativas de mi familia estaban puestas en mí, así que ese es mi mayor defecto.

No, José Antonio, tu mayor defecto es que llevas hora y cuarto hablando de ti y no me te has interesado en preguntarme absolutamente nada. Yo también soy hija única, no es ningún drama. Lo que sí es triste es que sientas la necesidad constante de ser el centro de atención y que ni siquiera te des cuenta de que te estoy haciendo un cuestionario porque la reciprocidad es algo que tu familia tampoco debió enseñarte.

En fin, no sé si es que la gente vive tan esclava de sus trabajos y sus rutinas que solo sabe hablar de eso, o es que es tan egoísta que ve una cita igual que una entrevista. Es decir, como una situación en la que venderse y satisfacer su necesidad de destacar sobre el resto y no como la oportunidad de conocer a una persona. 

Muy rara vez te encuentras a personas que, aun utilizando una app de citas, mantiene ese espíritu de la “presunción de ligoteo”. Y ahí es cuando la nostalgia y la fe en la Humanidad me invade un poquito, al punto de querer tener con esa persona amistad o lo que surja. 

 

Ele Mandarina