Un buen libro apetece siempre, pero ahora que llega el frío, se intensifica ese amor por ellos. No sé cuántos de vosotros pensaréis lo mismo, pero encontrar un buen libro al que devorar es una misión excitante. No resulta fácil, pero cuando das con la lectura que estabas buscando, sientes un hormigueo en el estómago. Como si cada momento que le dedicas a leer sus páginas fuese una cita apasionante.

Solo aquellos que son lectores compulsivos entienden de lo que hablo. Solo ellos son capaces de comprender el tipo de sentimiento que produce descubrir una historia nueva y sumergirte en ella sin dejar que nada se interponga. Pero claro, se vuelve algo adictivo, y tenemos que lidiar con situaciones un poco atípicas.

¿Qué es un lector compulsivo?

Siempre necesitas tener un libro a mano. Incluso antes de terminar la lectura de uno, ya estás buscando el siguiente y muriéndote de ganas de leerlo.

-Te introduces tanto en la lectura, que el mundo a tu alrededor desaparece. Ya sean las 5 de la tarde o las 4 de la madrugada, nada puede alejarte de tu libro.

– Aunque tus amigos te propongan un plan, inventas cualquier excusa para no ir y quedarte en casa leyendo. Lo primero es lo primero.

-Cuando estás en el trabajo o en cualquier otro sitio, no ves la hora de tener un rato para leer. Necesitas saber qué va a pasar.

Empatizas con los personajes y cuando la historia termina, el vacío que sientes es irremediable.

-Y, por último, pero no menos importante, tienes una lista en la que vas apuntando el nombre de los libros que te lees y los puntúas. Reconócelo, forma parte del perfil del lector compulsivo.

No es algo preocupante, yo diría que es algo maravilloso. Tu búsqueda de la historia perfecta te puede llevar a encontrar otras historias de las que también se puede aprender. La adrenalina ante lo nuevo por conocer. Tu estantería llena de libros mágicos que cuentan hazañas increíbles. El frío, un café y una lectura apasionante. El mejor plan que existe.