He visto y hecho muchas cosas en mis 30 años de vida, algunas  han hecho que apenas me quede vergüenza, así que hay poco me asuste o me sorprenda. Mi compañera de piso y yo llevamos 3 años compartiendo casa. Nos llevamos genial, tenemos gustos similares y somos súper compatibles en los temas del piso, limpieza y esas cosas. Así que todo guay. Hay cosas que hacemos a medias, otras cada una por su lado. Una cosa por ejemplo es con la compra. Hay cosas que compramos en común, leche, agua, cosas básicas. Otras que cada una va a lo suyo.

Pues bien, a mí siempre me llamó la atención el cuidado que ponía cuando compraba plátanos. Es como si estuviera haciendo una tesis. Me resultaba gracioso porque los inspeccionaba de una forma que ni mi abuela. Pero cómo yo no me los comía porque les tengo alergia, pues cómo que me daba un poco igual. Pensé que simplemente los miraba de la misma forma que mi madre miraba los melones en el mercado antes de comprarlos. Y tampoco me fijaba mucho en lo que hacía ella con su compra…

Compraba los plátanos, los dejaba en el frutero y a medida que pasaban los días iban desapareciendo. Lo normal a mi parecer. Bueno… como pasa con todos los alimentos.

Jamás me paré a analizar su rutina alimentaria ni me fijé en qué coño hacia con los plátanos, un día vi uno entero a la basura. No pregunté porque son suyos y los paga ella, así que… yo que sé. Quizás estaba podre o a saber. La cosa es que a partir de ese día empecé a fijarme más y me di cuenta de que de vez en cuando aparecían plátanos enteros en la basura.

Me pareció raro, pues sí. Pero vamos… Nunca la vi hacer nada raro en casa así que… ¿Para qué darle importancia?

Hasta que un día llegué a casa pronto y la veo salir de la habitación con un plátano en la mano. Me saluda tranquilamente para luego irse a la cocina y tirarlo. Ahí le pregunté. Porque a ver… la curiosidad ya podía con mi vida.

Y me dice tranquilamente:

-Ah… Es que me gusta usarlos como consolador.

¡Santa mierda! Lo que me pude reír no os lo imagináis. Parecía una foca del ártico, pensé que era un chiste. Pero no… Le gustaba usar plátanos. Ni pepinos, ni calabacines, ni ninguna otra fruta. ¡PLÁTANOS! Plátanos de un color, tamaño y forma exactos. Eso explicaba porque tardaba tanto en el súper en escogerlos… pero os juro que no contaba con ello.

Y si, puede que me chocara un poco al principio, pero yo he hecho cosas más raras. Le pregunté qué por qué fruta de verdad y no un consolador con forma de plátano, y sólo me dijo que nunca se lo había planteado pero que le gustaban frescos. Bueno… A ver… Para gustos colores.

La verdad es que después de ese día cada vez que veía los plátanos no dejaba de acordarme de para que los usaba mi compañera de piso. Pero nunca he sido hipócrita. Si yo he follado en mi habitación con mi novio gritando y usando todo tipo de juguetes no veía por que ella no podía usar plátanos para su uso y disfrute.

Aunque estoy intentando convencerla de que se compre un consolador de plátanos reutilizable. Por eso de no desperdiciar comida.