Dicen que detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer. Y es que, chicas, ¿cuánto tiempo hemos tenido que vivir en la sombra, ejerciendo nuestro poder a base de bailar el agua a niños grandes con demasiado poder para contenerlo en sus pantalones? Son muchas las grandes mujeres de la historia que consiguieron grandes logros valiéndose de un títere, y una de las más polémicas fue Agnès Sorel, la primera amante oficial de un rey en toda la historia de Francia.

Agnès había nacido en la pequeña aldea de Fromenteau, en el seno de una familia humilde. Su padre era un noble venido a menos y su madre provenía de una familia de mercaderes. Con tan solo 10 años entró al servicio de Isabel de Lorena, quien, gracias a su relación con la reina María d’Anjou, la introdujo en la corte real.

Corría el año 1443 y Agnès era un auténtico bomboncito de la época: piel pálida a lo Crepúsculo, rostro redondeado, ojos dulces, boca pequeña, cabellos sedosos y, sobre todo, un largo y recto cuello, como el de un cisne. El rey se encaprichó nada más verla. Y aquí entró en juego la política, ya que fue – ¡agárrate los machos! – la propia casa d’Anjou quienes facilitaron las relaciones entre Carlos y Agnès, buscando influenciar en el rey a través de la amante, ya que no lo habían conseguido a través de la reina.

Carlos VII era, a todas luces, un rey bastante inútil. Ejerció durante la última etapa de la Guerra de los Cien Años, en uno de los períodos más tristes de la historia francesa, cuando aproximadamente dos tercios de Francia pertenecían a Inglaterra y Borgoña. Prácticamente llevó el país a la quiebra por su mala gestión, y su popularidad era nefasta debido a sus juergas en plan Gatsby, y su retahíla de mujeres que lo seguían a todas partes como si fueran una especie de harén. Una joyita, vamos.

Pero todo cambió con la entrada en escena de Agnès. Por su incomparable belleza y su notable influencia sobre el rey, captó rápidamente la atención pública. La apodaron Belle Agnez. Tenía al rey loquito. Además de joyas, ropas y demás regalos, Agnès recibió el que se cree es el primer diamante tallado de la historia – ¡casi nada! -, así como el precioso Château de Beauté, por el que obtuvo su famoso apodo. El amor obsesivo de Carlos lo llevó a crear un título específico para ella, el de maitresse-en-titre. A partir de entonces, Agnès pasó a ser amante oficialmente reconocida.

Pero Angès no fue una cortesana cualquiera.

Era una persona muy inteligente, con una sensibilidad especial, y su influencia jugó un papel decisivo en la historia de Francia. Hombres honestos y capaces, todos cercanos a Sorel y la casa d’Anjou, tomaron los roles principales en el parlamento. En un plazo de dos años, Francia recuperó su territorio casi por completo. Ademàs, en su afán por reactivar una economía herida de muerte tras la larga guerra, Agnès introdujo la afición por el lujo y la ostentación en la Corte, hasta entonces poco dada a frivolidades y grandes lujos. La amante más poderosa del momento desbancó el rollito sobrio de la reina e impuso enormes escotes delanteros, tocados puntiagudos con velos, la depilación total de cejas y del nacimiento del cabello, etc. Podríamos decir que Agnès fue toda una influencer de la época.

Ninguna se sorprenderá si os digo que, cuando Agnès murió en 1450, con tan solo 28 años y embarazada de su cuarto hijo, también murió la gloria de Carlos VII. La causa oficial de la muerte fue disentería, pero los rumores de envenenamiento por mercurio fueron confirmados finalmente por el científico forense Philippe Charlier en 2005. Como os podéis imaginar, una mujer así de desenvuelta y divina no gustó a todos. Se dice que fue el propio Luis XI, el hijo mayor de Carlos, quien mandó envenenarla.

Su corazón y su cuerpo están enterrados en dos imponentes tumbas de alabastro – porque, antes muerta que sencilla… -, en la iglesia de St. Ours de Loches. Sin embargo, Agnès Sorel estará siempre viva en el ideario colectivo gracias al poema de Voltaire, “La doncella de Orleans”, y al cuadro de Jean Fouquet, “Virgen con niño”, con su fabuloso momento free the nipple.

Aran Az