Existen dos tipos de personas: las que entran en una biblioteca sabiendo el libro que buscan o, por el contrario, las que nos pasamos horas y horas mirando, oliendo y disfrutando de cada una de las estanterías de una biblioteca. Si cada vez que vas de viaje no puede faltar tu visita a uno de esos lugares con pasillos repletos de diferentes historias, este artículo es para ti. 

La Bibliofilia es el amor por los libros, tanto por el ejemplar en sí como por el contenido o la historia que esconde en él; es decir, un bibliófilo o bibliófila adora encontrar ediciones de libros especiales y su pasión por la lectura es lo que desencadena esta bonita afición.

¿Y dónde va a nacer esta pasión si no es en las bibliotecas?

Supongo que no todas las experiencias ligadas a la lectura son iguales, pero apuesto a que muchas de ellas sí comparten este vínculo. Y es que en la fase estudiantil más temprana estaba ese momento de ir a la biblioteca con tu grupo de amigos, evidentemente no era como salir de fiesta, pero pasabas la tarde estudiando y pasando papelitos por esas largas mesas para mandarte mensajes con alguna compi.

Después llega esa etapa donde tus ganas de leer son mucho más altas que el dinero que dispones para pagarte todos los libros que te gustan, por eso acudes a la biblioteca de tu ciudad. Allí te pierdes en un mar de novelas, ensayos, teatro o poesía y, reconócelo, te encanta pensar en cómo era esa gente que había cogido el libro antes que tú.

El ir y venir de la biblioteca era -y es- parte de tu rutina y por eso, cada vez que viajas a algún sitio, incluyes en tu itinerario de viaje alguna biblioteca antigua o especial para visitar. 

Dentro de ellas es como si se parase el tiempo, no hay prisas, ni masificaciones multitudinarias. Allí puedes esconderte un rato del mundo y trasladarte a otra parte a través de las páginas de cualquier libro. Sientes la misma emoción que embriagó a Daniel Sempere cuando entró por primera vez en el Cementerio de los Libros Olvidados; esperando a encontrar esa historia que te haga cambiar. Sin embargo, al igual que le ocurrió a Daniel, la misma experiencia de entrar en una biblioteca especial ya te hace sentir diferente una vez que sales de ella.

Para las personas bibliófilas estos lugares forman parte de sí mismos y de su día a día. Si tú también perteneces a este pequeño grupo de ratoncitos literarios estoy segura que bibliotecas como la Trinity College de Dublín o la Biblioteca de Lovaina te harán transportarte a esos mundos que tanto nos gustan.

María Merino