La gran estafa de los «maravillosos» grupos grandes de amigos desde dentro

 

Cuando algo no se conoce siempre se tiende a idealizar porque los demás nos cuentan lo bonito, las redes son para presumir y nos cuesta aceptar que nosotros no tengamos las mismas oportunidades que el resto. Con las películas y series a veces nos olvidamos de que no son un reflejo de la realidad y también acaban romantizando lo que es humano y por tanto tiene mucho de bueno pero también de malo.

Yo siempre he estado en grupos de amigos, lo que me parece una suerte; es totalmente aleatorio, no tiene mucho que ver con cómo tú eres. Pero vengo a contarte desde dentro de cada grupo cómo funcionan en realidad, porque por supuesto, no ha sido un solo grupo. Esto es como la que va de novio en novio porque no sabe estar sola y hasta que no encuentra a alguien que le llame la atención prefiere quedarse en un sitio donde no está bien pero cree que es mejor que la nada porque al menos hay otra persona con la que entretenerse en vez de quedarnos a solas con nosotras mismas. No lo juzgo, es algo muy difícil, y a veces solo pasa cuando la vida nos obliga a enfrentarnos a ello.

 

Y ahora vamos a lo importante: he estado en un total de siete grupos a lo largo de mi vida (tengo 30 años), en los cuales solo dos amigas han sobrevivido a todos. Grupos de unas 10-15 personas que nos juntábamos todas las semanas varias veces y que han durado unos 3-4 años de media. Cuando juntas tanta gente lo normal es que se desdibujen las personalidades para adaptarse a algo más grande y como eso no es sostenible, al final se han ido yendo todos a la mierda. Y no es solo que no quedemos ya, es que no sabemos nada los unos de los otros. Aquí lo que he podido concluir que se ha repetido en todos los grupos:

 

  1. Las y los que se echaron pareja y desaparecieron.

 

Bueno, todo un clásico. Son aquellos que parece que su aspiración es la misma que las de sus abuelos, aunque seguro que ellos compartían más tiempo con los vecinos. Que sí, que todos tenemos trabajo y se está muy a gusto en el sofá con el cari pero joder, ¿tan poco te importaba que ya no tienes ganas de pasar uno de esos tantos ratos que hemos compartido? Me siento como esos zapatos viejos que usas solo porque no tienes dinero para comprarte los que quieres hasta que por fin sí y entonces los tiras a la basura y nunca más se supo.

 

  1. Los que te quieren solo porque necesitan compañía.

 

Bueno, este es el caso justo contrario. Son esos que se enfadan cuando les dices que no a un plan. Los que cogen celos cuando te juntas con otras personas. Estos grupos son un poco como una secta en la que o estás con nosotros o estás fuera. Cuando empiezas a hacer tu vida y fallas alguna semana, la semana siguiente pasarán de ti porque «los que importan son los que están». Tóxico tóxico.

 

  1. Los que critican a los demás cuando no están.

 

Una dinámica que no entiendo cómo se puede extender en el tiempo sin que los integrantes lleguen a la conclusión de que con ellos hacen lo mismo. No falla, el que no viene va a ser el criticado. Cuando eres asiduo de todas las reuniones estás tranquilo porque sabes que de ti no hablan, que tú eres de lo mejorcito de ahí, y esto tiene un poco que ver con el siguiente punto.

 

  1. Las jerarquías dentro del grupo.

 

Varias cosas influyen en que estés más o menos arriba en la jerarquía del grupo. Las cosas que dan puntos es que seas el dueño de la casa donde os reunís, que no te pierdas una reunión, que tengas carácter (como no queremos malos rollos lo trataremos con pinzas para que no rompa la armonía), que seas criticón (porque así quieres llevarte bien con esa persona para que no te critique a ti), que seas guap@ (el efecto halo), que estés ahí cada vez que alguien lo necesite (porque tú no tienes vida, tu vida es tu grupo), y que te pagues algo.

Ahora estoy en un grupo que me parece más sano pero que también cumple estos puntos, tristemente. Al menos ya hago más mi vida pasando de las casi seguras críticas. A lo mejor simplemente hay que entender que puedes estar tranquilo en tu casa evitando este tipo de cosas o salir a la vida, luchar, aguantar y perdonar mucho a los demás pero para mí todo ese esfuerzo solo merece la pena cuando también sientes esa unión de fondo, ese amor que os tenéis y que os demostráis cuando a uno le pasa algo malo pero también con la alegría verdadera y las ganas de celebrar cuando ocurre algo bueno. Así es mi grupo de ahora, pero ya no creo en los para siempre.

Las cosas, la vida, las personas se transforman tanto (yo incluida) que quizás lo que encaja hoy no encajará mañana. Al final somos un puñado de experiencias que para mí son mejores si las vives con personas que te hagan bien, da igual que sea tu pareja, tus padres, tus hermanos o tus amigos. Pero no te canses de buscar compartir la vida con otros, saca fuerza ante las decepciones, aunque necesites antes un periodo de descanso y recuperación, pero no te escondas.

Te dejo esta mítica frase de Virginia Woolf que a mí me ha ayudado en momentos así: «no se puede encontrar la paz evitando la vida».

 

Cora C.