No puedo establecer con claridad la edad que tenía cuando empecé a ver ‘Friends’. La serie empezó hace 20 años (¡20 años ya! Nos hacemos mayores sin darnos cuenta…), pero entre que llegó a España, que yo en casa no tenía Canal Plus, y que recuerdo verlo en los últimos años de instituto por primera vez, probablemente no empezara a verlo hasta los 17 años. Por aquel entonces la serie iba sobre un grupo de 6 amigos veinteañeros viviendo en New York. En su momento me parecía que tenían una vida idílica, llena de planes, líos amorosos, problemillas que no eran nada que no se resolviera con un café en el Central Perk, y en unos apartamentos que ya me hubiera gustado a mí tener.
Durante 10 años he visto la serie de principio a fin, de fin a principio, desde la mitad hasta dar toda la vuelta una y otra vez, en español al principio, en inglés siempre desde hace unos años, y a día de hoy aún sigo cogiendo aleatoriamente un dvd del maravilloso pack de las 10 temporadas y me pongo el capítulo que toque, porque absolutamente todos son perfectos.
Viendo ‘Friends’ a los 20 años sólo veía la parte buena de sus vivencias, aunque sufría con sus desamores y me tiré de los pelos hasta que apareció Rachel por la puerta del apartamento de Ross diciendo ‘I got off the plane’.
Al irme acercando a los 30 sin embargo, me di cuenta de que las cosas que ocurren en la serie son totalmente reales para una persona en torno a la treintena. Vale, no es normal quedarse encerrado en un cajero automático con una supermodelo, ni conozco mucha gente que haya salido con un campeón de lucha definitiva, o que componga canciones a gatos apestosos, ni tampoco tengo amigos con un pato como mascota, ni con un padre travesti que tiene un espectáculo en Las Vegas.
En cualquier caso, volviendo a ver ‘Friends’ a los 30, te das cuenta de que muchas de las cosas que les han pasado a ‘otros’ durante 10 años, ahora también te pasan a ti.
Volviendo a ver ‘Friends’ a los 30 te das cuenta de que tus amigas se van casando y muchas veces sientes la presión de ser la única que no lo hace… Te das cuenta de los problemas económicos para llegar a fin de mes después de pagar el alquiler y los gastos mensuales son reales…
Igual que ellos, hemos perdido trabajos por culpa de la crisis y nos hemos desesperado hasta conseguir encontrar otros… Y conocemos a gente que intenta (con mayor o menor éxito) cambiar de sector laboral y la frustración que eso implica…
Reconocemos que liarse con alguien más joven no es algo de lo que avergonzarse y que todas las cosas raras que nos puedan pasar en la cama ya les han pasado a otros antes…
A los 30 vivimos los desamores de nuestros amigos casi como si fueran los nuestros y conocemos gente de nuestra edad que ha pasado por un divorcio (los 3 divorcios de Ross Geller igual es un poco exagerado…)
A los 30 te das cuenta de que sigues haciendo las mismas chorradas que a los 20, pero con menos vergüenza…
Hemos sufrido cuando nos hemos tenido que separar de nuestros amigos y hemos aprendido que no importa cuanto te enfades con ellos por gilipolleces, eso sólo servirá para darnos cuenta de lo mucho que les queremos…
Con ‘Friends’ hemos aprendido que la realidad a veces se parece mucho a la ficción y que, por muchas series nuevas que haya con efectos especiales, argumentos complejos, personajes curiosos y una capacidad extraordinaria para engancharnos de principio a fin, nada se puede comparar a una serie que durante 10 años reflejó la realidad de los treintañeros, y que 20 años después de su inicio y 10 de su fin, aún sigue estando de completa actualidad. Porque ‘Friends’ para mi es y será siempre la mejor serie de la historia.
Bonus Track: la verdades de Sexo en Nueva York.
