El drama del que te voy a hablar es el de la depilación, ese acto de quitar pelos y quedar como el culillo de un bebé, el de dejarte el «chocho baby» o la ingle brasileira. Y es que madre mía lo que llegamos a hacer por tener la piel sin pelos. ¿Empezamos?.

A la hora de depilarte puedes hacer dos cosas: bien ir a un centro estético o bien hacerlo en casa. Yo soy de las de depilarme en casa y ahí empiezan los dramas:

La crema depilatoria

Ese ungüento que cuando empieza a surtir efecto tiene un olorcillo fétido, como a matanza de pueblo en el momento de quemar los pelos del marrano. Da igual que ponga en el envase con delicado olor a flores del Nepal, ¡y un cojón!, huele a muerto… ¡y lo sabes!. Nena no intentes depilarte el chumi con ello, lo pone en los envases, si lo haces te garantizo picor de interiores como si un saco de pulgas habitase en tu cucu, ¡doy fe!.

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La maquinilla de afeitar

Es rápida pero corta. Empiezas despacito, pero te emocionas, ¡qué bien me está quedando!, ¡coño! y en ese momento ¡zas!,¡la cagas y te cortas! Te dejas las piernas como un San Benito, ¡qué digo un San Benito!, parecerás la novia de Eduardo Manostijeras, en especial tobillos y rodillas.

La cera

He de decir que yo personalmente es el sistema que más odio; me parece pringoso, lento y doloroso. Quizá no sea objetiva. Un día intenté depilarme con cera. Me compré la máquina,  los putos palitos, grandes y pequeños, me puse en pelota picada, toalla puesta para no manchar, auto convenciéndome de que todo estaba bajo control. ¡Nada más lejos!, cojo el palito, un poco de cera, giro, giro, giro y cuando estoy pensando por dónde empezar (imagen de mi misma pensativa, como si hubiese visto a Gandhi en la pared) se me cae todo el pegote de cera en el chumi.  Lo que pasó a continuación prefiero obviarlo, solo decir que no volví a usarla.

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La máquina arrancapelos

Y el último instrumento del demonio es la máquina arrancapelos: rotatoria, eficaz, rápida pero dolorosa. No pringa peeeeero trilla. Me explico: un día me dispuse a depilarme, todo bien, de esas conversaciones contigo misma en las que piensas: ¡fuaaaaa! como quita los pelos, ¡qué bárbaro! y de repente dolor supremo, carnitas rodilleras trilladas y máquina que se para. ¿De verdad soy la única a la que le pasa?

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Insaladillarusa.