Amarillo.
Debo decir que nunca me había entusiasmado mucho ese color, hasta que me adentré en El mundo amarillo, de Albert Espinosa, y cambió totalmente mi perspectiva sobre él.
Tranquilos, el libro no es una historia típica con principio y final. Aquí no hay spoilers. Es un libro para exprimir, para reflexionar y para debatir, y lo único que pretendo con este artículo es expresar aquello que sentí al descubrir cómo por fin alguien me ayudaba a describir el tipo de relación que he ido estableciendo con distintas personas a lo largo de mi vida, las que ahora puedo llamar Personas Amarillas.
¿Nunca te has cruzado con alguien cuya conversación ha fluido durante horas sin que os conocierais antes?
¿Nunca has sentido que una persona (o varias) te despierta algo especial, que no encaja en el sentimiento de amistad o amor de pareja (o sexual)?
¿Has mantenido alguna relación que nadie más que tú y la otra persona (y a veces ni eso) entendíais, pero te hacía sentir una persona con suerte?
Si tus respuestas han sido Sí, bienvenido/a al mundo amarillo.
Las personas amarillas son aquellas que han formado parte de tu vida durante un período de tiempo que puede ser de horas, días, o años. Quizás algunas sigan formando parte de ella. Sin embargo, lo que las caracteriza no es el tiempo que han permanecido sino la huella que han dejado.
¿Cómo es posible sentir que esa persona que ha aparecido de pronto en tu vida te entiende más que muchas otras de tu entorno, más allá que incluso amigos íntimos, familiares o pareja?
A lo largo de mi vida he tenido esa sensación en varias ocasiones, llegando a poder contabilizar cinco hasta el momento. Cinco personas que entraron en mi vida para formar parte de mí para siempre. Algunas siguen ahí, otras ya no están, sin embargo con ellas nunca podré sentir haber perdido algo. Con todas gané. Gané experiencias, conversaciones, confidencias, aprendizajes, crecimiento. Gané sentirme parte de algo. Gané formar parte de ellas.
A estas personas intenté llamarlas ‘amigos’, ‘amigas’, ‘pareja’ (sí, me enamoré de alguna de ellas), pero al hacerlo sabía que algo fallaba, que esas palabras no encajaban. ¿Cómo podía llamar amiga a aquella persona que me despertaba un interés tan fuerte? ¿En qué se basaba este interés si no era algo romántico, algo sexual?
No puede entenderse como algo superior a la amistad o a la pareja (aunque puede serlo según la perspectiva y las necesidades de cada persona), es algo distinto. Ni mejor, ni peor. Diferente. Especial.
Los amarillos no tienen por qué ser amigos, o pareja, aunque pueden acabar siéndolo (como me pasó a mí con uno de ellos). ¿Cómo creo poder diferenciarlos? El amarillo es el que no entiende de tiempo, de distancia, o de circunstancias. Un amarillo puede ser tu amigo de hace años, la persona con la que hablaste largo y tendido en un transporte público y no volviste a ver, aquella persona con la que compartiste horas tras una pantalla… Un amarillo no necesita cantidad de tiempo. Es quien siempre suma, nunca resta. Incluso su marcha de tu vida suma. Suma lo que te ha aportado, y el saber que en algún lugar del mundo hay un amarillo al que ofreciste un trocito de ti.
Las personas amarillas han existido siempre, únicamente nos hemos empeñado en llamarles algo que no eran a falta de un concepto mejor. O que eran, pero solo a medias. Gracias, Albert.
A partir de ahora, cuando sientas que estás frente a un amarillo puedes hacérselo saber y preguntarle si comparte tu percepción. O puedes callártelo, sonreír y disfrutar de su presencia mientras dure. Quién sabe, quizá sea unas horas. Quizá sea para siempre.
Autor: Beatriz González.
PD: Los fieles seguidores de WeLoverSize, como yo, recordarán el artículo Gorda, folladora y en silla de ruedas… ¡presente! Que escribió Ester hace un mes aproximadamente. Tras el apoyo que mostrasteis a ella con el artículo y a mí con el comentario… ¡Nos hemos unido! Podéis encontrarnos en nuestro blog Girls on Wheels (https://girlsonwheelssite.wordpress.com/) o en nuestro Facebook (https://www.facebook.com/girlsonwheelsblog/).
