Desde pequeñito te dicen que es bueno tener hobbies y que coleccionar siempre es uno de los más recurridos. Con razón hay tanto coleccionable en los quioscos, nos encanta coleccionar. Hay que tener cuidado porque se nos puede ir de las manos. Hay gente a la que le gusta coleccionar bolsos, a otros zapatos, los hay que en su día coleccionaron cromos, y gente que atesora grandes colecciones de DVD. Claro que después, en un rincón, probablemente sin hacer caso al resto de colectivos, estamos los que coleccionamos libros.

Sabes que eres un loco de los libros y que tu pasión por ellos ha llegado a la fase siguiente cuando sigues unos cuantos de los siguientes pasos:

1. Papel antes que digital

Innegable, la sensación que produce tener un libro nuevo en tus manos, rozarle el lomo, abrir sus páginas por primera vez, oler la imprenta y tinta… Cómo planeas hacer tuyo ese libro, tu nuevo tesoro, todo ello es una sensación en absoluto comparable a comprar la edición digital. Sí, a veces es socorrida cuando te has quedado sin espacio (ver punto nº2) pero SIEMPRE, SIEMPRE vas a preferir un libro de papel a uno digital.

2. No te queda más espacio para más libros.

Ha llegado el punto en el que en Navidad, además de pedir más libros, pides estanterías nuevas porque las que tienes están a rebosar y tus pequeños no se merecen vivir como sardinas enlatadas. Tienes libros en más filas de lo que las baldas de la Billy se pueden permitir, encima de todas las mesas, en la cocina, en el baño que no falten. Perdidos dentro de bolsos… No cuelgan del techo porque correrías el riesgo de que se te cayesen encima.

3. Crees que no tienes suficientes.

Nunca serán suficientes. No importa que tengas 10.000 de 11.000 libros sin leer, no puedes pasar sin hacerte con tres o cuatro clásicos al mes y siempre pierdes la cartera en la sección de novedades con libros que cuando te los leas, probablemente hayan dejado de ser novedad hace mucho tiempo. ¡Pero es que nunca se tienen suficientes!

4. Cuando viajas, compras libros.

En mis viajes yo siempre llevo la maleta de mano medio-llena de libros y la otra mitad vuelve cargada con nuevas adquisiciones. El trabajazo que supone disimular que no pesa al subirla en cabina es digno de un Oscar, pero merece la pena cargar con 20kg extra allá donde vas porque aunque luego estés cansado como para leer más de uno, no importa, están ahí contigo. ¿Souvenirs? Libros. Y te parecen siempre pocos, aunque te hayas hecho con 12 nuevos de una tacada.

5. Tienes títulos repetidos

Un buen coleccionista tiene sus libros favoritos en edición de bolsillo, en tapa dura, en edición especial, en todos los idiomas, hasta atesora la copia vieja que encontró un día por 2€ en un mercadillo. Son las joyas de la corona.

(En mi caso, tengo el Ulises de Joyce en todos los idiomas de los países que visito, aunque sepa que jamás podré leer ruso. Y creedme, el Ulises no es que ocupe poco, precisamente).

6. El orden de tus libros es sagrado

“Sí, puedes echarle un ojo a mis estanterías… pero si sacas algo, DÉJALO EXACTAMENTE DONDE ESTABA”. Y esto es sagrado, que tus horas le has puesto a pensar ese orden y hasta casi catalogarlo como un gran fondo de biblioteca. Por colores, por editoriales, por autores, por países, por épocas… Cada uno tiene su fórmula y es respetada. Ni se te ocurra poner El guardián entre el centeno al lado de un libro de Marian Keyes porque se te caen los ojos si fijas la vista más de 3 segundos.

7. Lloras como quien pierde una mascota cuando prestas uno y jamás te lo devuelven

Eres reticente a prestar libros pero si alguien lo quiere leer, y tú tienes TANTAS ganas de compartir esa gran historia, acabas por ceder. Te apuntas quién, la fecha, el título. Y luego esperas. ¿Lo habrá leído ya? ¿Por qué no me lo devuelve? Y, en efecto, pasan los años, esa persona se ha mudado a Indonesia y jamás volverás a ver tu libro. Te lo compras de nuevo y miras con recelo a quien te pide prestado como si fueran secuestradores. Jamás olvidas al que has perdido. Jamás perdonas.

8. Respetarás el ejemplar por encima de todas las cosas

Un libro es un objeto preciado, te dan pequeños infartos de miocardio cuando ves a alguien doblar las páginas para marcar el punto donde lo dejan. Tú tienes post-its de colores para frases que te gustan. Y JAMÁS subrayarías un libro con bolígrafo. Eso es de pena capital. Si llegas al extremo, lo haces con lápiz y regla.

9. Te encantan los marca-páginas… pero nunca tienes uno a mano.

Los coleccionas, siempre coges uno en las librerías, los regalos de las catedrales y monumentos que visitas siempre volverán en forma de punto de libro. Y, sin embargo, nunca tienes a mano ninguno decente y acabas por marcar la página con la solapa, con un ticket del Mercadona o con la tarjeta de transporte caducada.

10. Siempre te llevas un libro encima… por si acaso.

Vas a salir a la calle 10 minutos, vas al súper, te escapas a un recado y vuelves al poco… Pero te llevas un libro encima, porque nunca sabes en qué circunstancia te puedes encontrar con 10 minutos libres en la cola de Correos y ahí está tu ocasión. A veces lo cargas de arriba abajo durante todo el día sin un segundo para abrirlo. Pero ahí ha estado contigo, bien cerca, acompañándote, y eso te hace sentir seguro, no te sientes desnudo.

11. No te fías de la gente que dice “Yo es que leer no…”

A ver… no. ¿Qué problema tienes? No, siguiente. Next, please.

12. Tu mesita de noche es la torre de Pisa.

Porque aunque tengas 5 libros a medias, tiene que haber otros tantos sin empezar por si acaso. Nunca sabes qué te va a apetecer en ese momento. No te haces un bol de arroz enorme y cada día comes lo mismo hasta hartarte, ¿a que no? Pues con los libros es lo mismo, un poco de este, un poco de lo otro. Dieta variada, sana y equilibrada.

13. Tienes ansias de actualizar tu progresión en Goodreads

Problemas de la era moderna, si usas Goodreads estás deseando acabar el capítulo en curso para actualizar la evolución de tu lectura. Más que por los demás, lo haces para saber el porcentaje de libro que llevas y cuánto te queda. Eso, y te pones las pilas con tal de cumplir tu reto anual. Hay gente que corre maratones, tú tienes un reto mayor y es leer una cantidad de libros ingente.

14. Te fastidia encontrarte a alguien en el metro o bus si vas leyendo

Pues porque vas a tener que dejar el libro a medias y vas a tener que embarcarte en una conversación que, aunque puede estar bien, no era lo que tenías planeado. Tu rato de lectura en transporte público debería ser respetado.

15. Odias que alguien te mire por encima del hombro el libro que estás leyendo… pero tú también lo haces.

Y esto es así. Cuando notas que alguien en el metro te cotillea el libro que tienes entre manos, sueles apartarte y te sientes incómodo. Es como presentarse a una fiesta a la que no te han invitado, deseas decirle que saque su sucia nariz de tus páginas. Sin embargo, las cosas son así, tú eres el primero que lo hace cuando ves que alguien está leyendo a tu lado. Te sientes hermanado con esa persona porque compartís algo muy grande y necesitas saber qué está leyendo.

Si sois unos locos de los libros cómo yo, ¿qué más cosas os delatan? Os esperamos en los comentarios, book-lovers.

(Foto de portada Reuters)