Sailor Moon llegó a España allá por los 90, y digo bien alto que revolucionó mi vida y la de miles de niños.

Yo quería ser Sailor Moon, me abrió los ojos al anime y me encandiló desde bien pequeña. Aún recuerdo en 1º de Primaria cuando vinieron a pintarnos las caras a clase en una fiesta y yo le pedí una luna en la frente y unos bigotes de gato. Y así iba por la calle, feliz de la vida. Porque yo, estaba completamente convencida que algún día aquella luna aparecería en mi frente y me iría a luchar contra el mal.

Para mí Sailor Moon era lo más, corría  a la tele cada vez que daban un capitulo, los revisualicé mil veces hasta que en 1997 algún gili cortó la emisión y me dejó sin uno de los dibujos de mi vida. Pero sus lecciones quedaron en mí.

  • SER LA MOÑAS DEL GRUPO NO TE CONVIERTE EN LA DÉBIL

Bunny era un desastre para todo, llegaba tarde a clase, se dormía, suspendía los exámenes y la vida cotidiana y diaria no era lo suyo. Pero era Guerrero Luna, la elegida, y aún siendo una moñas de la vida partía la pana.

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  • NO HACE FALTA UN BARCO PARA SER MARINERO SEXY

Los trajes molaban, aunque enseñaran toda la chicha posible, da igual. ¿Quién no ha querido disfrazarse de Sailor Moon alguna vez? ¿O de alguna de sus compañeras? Tú… no mientas…

  • APRENDÍAS CONTORSIONISMO RÁPIDO RAPIDITO

La señal de Sailor Moon cuando acababa de transformarse “En el nombre de Luna, te castigaré” era un fenómeno de contorsión absoluta, y por muchas veces que lo intente nunca he conseguido aprenderlo. Pero eso sí, imitando las transformaciones me volví una experta y me contorsionaba para ello que da gusto, lanzaba tierra a mi alrededor, agua, hacía ruido de rayos. La gimnasia rítmica chupada para mí.

  • DA IGUAL LO QUE HAGAS, EL MAROMO PROTA DE TU VIDA, CAE EN TUS BRAZOS.

A Bunny le gustaban dos chicos en la serie, un rubiales llamado Mauricio, dueño de un local de videojuego; y más tarde Armando, el prota el señor del antifaz que era lo más de lo más. (En el manga y en Japón era Mamoru, aquí en España le poníamos nombres del santoral a todos, la prota se libró, muy pájara ella). Armando caía en sus redes, al final se enamoraban, porque en vidas pasadas eran el rey Endimión y la Reina Serenity, una cosa lleva a la otra y zasca.

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  • LA HOMOSEXUALIDAD NO ES UN PROBLEMA

Dos de sus protagonistas eran claramente lesbianas. Una barrera menos que romper de niña, pues Urano y Neptuno eran novietas y, salvando las distancias, he de decir que de mis transformaciones favoritas.

  • EL PODER DE LA AMISTAD

Bunny tenía a su ejército de planetas guerreras,  pero también eran sus amigas. Podían con todo y juntas se lo pasaban genial de la muerte. Yo quería un grupo así.

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  • LA ASTROLOGIA, UNA ASIGNATURA CHUPADA

Te sabías todos los planetas, de esta, nuestra vía láctea. Es más, te gustaba alguno más que los demás, pues tenían un guerrero.

  • CUANTO MÁS CURSI SEA EL CACHARRO QUE TE DAN PARA SALVAR EL MUNDO… MEJOR

¿Cuántos aparatos mágicos pasan por sus manos? Unos cuantos. Un cetro, una espada con pinta raruna, un cáliz (que no el santo grial); pero eso sí, yo me quedo con el cristal de plata, que con ese me visto sola.

  • EL MAL NUNCA GANA

¿Que hay villanos que quieren destrozar el mundo? No pasa nada, porque Sailor Moon podía con todos. Una bruja detrás de una bola de cristal, dos personajes que tenían un árbol raro, una tal Galaxia, pan comido. Eso sí, para vencerlos había que sufrir.

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  • DEJÓ UNA HUELLA INBORRABLE EN EL CORAZÓN

Antes de ella estuvo mágica Emy, y después llegaron cientos de animes de la familia “Magical Girl». Sailor Moon ha sido y será el mejor anime de este tipo, y es tanto el fervor que mueve que en Japón hay cafés dedicados a ella, y de hecho hace un par de años se reeditó la serie con nuevo dibujo y animación bajo el nombre de Sailor Moon Crystal.

Mowoko